Escrito por: Nicolás David Martínez Porras
Obra de arte creada con impresión 3D, por la artista Sophie Kahn. Foto: Robert Wrazen
La producción de las impresoras 3D, ha ido creciendo en la medida en que estas se han ido integrando a los diferentes campos de profesión alrededor del mundo, ya sea por su accesibilidad económica o su versatilidad en tamaño. Hoy es gracias a este tipo de herramientas que los objetos más complejos de lograr sobrepasan la barrera de lo imposible, para entregar un imaginario que antes no se podía contemplar físicamente. En principio los campos en los que esta herramienta incursionó dependían netamente del arte y el diseño arquitectónico, pero al sobrepasar los límites, las diferentes disciplinas, como la ingeniería e incluso la medicina, han adoptado esta herramienta con el fin de solucionar las dificultades que cada uno enfrenta.
Impresora Kikai Fabber M11. Productos varios para el hogar y la enseñanza. Foto: La Nación
Pero esta tecnología no es algo que apareció mágicamente durante el siglo XXI. La posibilidad de imprimir objetos bajo estas condiciones ha sido un proceso de 33 años. Charles W. Hull, más conocido como Chuck Hull, fabricó la primera pieza bajo la idea de una impresión 3D en 1983 gracias a un experimento en su trabajo. En esa época, Hull utilizaba luz ultravioleta para aplicar capas finas de resina natural sobre superficies de madera general como muebles, mesas y sillas, desarrollando así la idea de poner múltiples capas una sobre otra, aplicando forma con la misma luz ultravioleta, premisa que permitió construir las bases de una impresión 3D. El método fue denominado como estereolitografía, del cual se ha derivado lo que hoy se conoce técnicamente como fabricación aditiva y en el mercado como impresión 3D, ya que el proceso es similar al de juntar capa por capa, hasta construir el producto.
Productos impresos para probar la efectividad de las ideas en la ingeniería. Foto: SnapTech
Lo que hace interesante esta herramienta, es su aceptación en la mayoría de espacios profesionales en el mundo y su capacidad por adoptar la variedad de materiales con los cuales se pueden trabajar. En la actualidad, la impresión 3D permite desarrollar piezas arquitectónicas, moda contemporánea, objetos varios para la oficina y el hogar, arte, patentes de tecnología, órganos artificiales, e incluso armamento militar.
Chuck Hull, considerado el padrino de la impresión en 3D. Foto: EPO
La razón para contemplar una cercana revolución industrial son los productos resultado del proceso. El campo de la medicina es el que más está impactando el mercado con sus innovaciones. El reproducir partes del cuerpo humano con tejidos biológicos transformó de nuevo el pensamiento de lo imposible, permitiendo hacer realidad la posibilidad de reemplazar partes y órganos que fueron natural o artificialmente vulnerados, ayudando a combatir enfermedades y los daños que deja, por ejemplo, la guerra.
Producto del proyecto ITOP, futuro de la medicina especializada. Foto: WFIRM
Este proceso es conocido como ITOP, por sus siglas en inglés: Integrated Tissue and Organ Printing System, Tejido Integrado y Sistema de Impresión de Órganos, el cual por medio de células vivas puede crear huesos, tejidos y músculos capaces de crecer naturalmente y acoplarse a la medida solicitada por el paciente. Por supuesto, es un avance que ha tenido un largo proceso de desarrollo: 10 años de experimentos llevados a cabo en Wake Forest Institute for Regenerative Medicine en Estados Unidos. Es gracias a la tecnología de impresión 3D que se ha desarrollado esta técnica que puede salvar y mejorar la calidad de vida de muchas personas. Un futuro que promete ser de gran utilidad para el mundo.
Equipo Checo, pionero en la implementación de la tecnología 3D en la industria de la moda. Foto: EagleBorg
Por otro lado, esta herramienta también ha sido adoptada en otras profesiones como el diseño de moda. Desfiles llenos de fantasía creados por diseñadores en impresoras 3D, bajo el ideal de hacer posibles las nuevas tendencias. Eagle Borg, por ejemplo, es un proyecto que nace en República Checa de la alianza entre la diseñadora Monika Vaverová y los expertos en construcción y modelado 3D, Martin Žampach y Tomáš Kubata de be3D. Uno de los proyectos de la alianza es un vestido en lycra y cuero cubierto, en hombros y cuello, con elementos fabricados en impresora 3D. Vaverová se convirtió, a finales del año pasado, en una de las primeras diseñadoras en usar la tecnología 3D en un evento de moda en la República Checa.
Accesorio desarrollado gracias a la impresión 3D para el proyecto EagleBorg. Foto: EagleBorg
La impresión 3D comenzó a ser tendencia en el mundo de la moda, gracias a que los diseñadores ven en ella la oportunidad de traer a la vida los más extraños conceptos y piezas. Este tipo de tecnologías brindan nuevas dimensiones a las prendas que cada diseñador realiza, permitiendo crear vestidos o trajes que solo eran posibles en la ciencia ficción o las historietas. El diseñador Michael Schmidt creó una de las más famosas piezas de moda en 3D, un vestido hecho con dicha tecnología para Dita von Teese en 2013. Pero fue la diseñadora holandesa Iris van Herpen quien impulsó la moda 3D a través de su colección Escapism, logrando estar en el listado de las 50 invenciones más grandes de 2011 realizado por la revista Time.
Análisis de la impresora EntresD UP! PLUS, una de las más compactas en el mundo.
¿Será posible clonar a las personas a través de esta técnica en el futuro? La gran versatilidad de materiales disponibles hoy para las impresoras industriales y de escritorio, edifican un camino lleno de posibilidades sorprendentes, capaces de vencer el imaginario de lo imposible. El simple hecho de poder acceder a una impresora 3D para el hogar, abre las puertas a una revolución industrial cercana por su posibilidad de venta masiva, un nuevo espacio para crecer como profesional y una atracción hacia las futuras generaciones de seguir innovando con esta revolucionaria herramienta.
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