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Nombrar lo innombrable: Narrativas dentro del sistema moda

¿Nombrar una experiencia estética puede considerarse un acto de traducción? ¿Pensar en un título para categorizar el icónico 'Hole' Sweater presentado por Rei Kawakubo o el enamora-miento eterno por el color negro expuesto por Yohji Yamamoto podría relacionarse con las preocupaciones de Walter Benjamin frente al problema de la traspolación de las lenguas?

23.04.2021
Por: Ángeles Carmona Barón


Suéter de Comme des Garçons «Destroy» collection, 1982 | Fotografía: © Peter Lindbergh

Al ser dos formas diferenciadas de lenguaje -una plástica y otra oral o escrita-, pensaríamos que es imposible hallar un camino connatural que pueda fundirse, tensionarse y expresar lo inco-municable desde esos extremos que los separan.

Benjamin en «La tarea del traductor» entrevé la diferencia de los idiomas y asegura que cada lenguaje se comunica a sí mismo. El ser humano comunica su propia entidad espiritual al nombrar las cosas y, cuando la obra original alcanza un aire superior, el traductor no puede esperar perseguirla. Es así como lo poético se escapa de la comunicación al iniciar un acto de traducción tanto en un poema de Baudelaire como en un vestido de Yohji Yamamoto o Rei Kawakubo siendo un incomunicable pero, para el filósofo alemán es posible luchar por una traducción adecuada si cada lengua -o en este caso cada lenguaje- sigue su camino y reitera que la posibilidad de nombrar le pertenece a lo humano.


Rei Kawacubo, Body Meets Dress, Dress Meets Body, Primavera 1997 | Fotografía: © Paolo Roversi | Cortesía Metropolitan Museum of Art


Yohji Yamamoto, Fall Winter 1999 | Fotografía: © Inez & Vinoodh


Rei Kawacubo, Body Meets Dress, Dress Meets Body, Primavera 1997 | Fotografía: © Paolo Roversi | Cortesía Metropolitan Museum of Art

Desde una intuición creativa, pensaríamos que lo poético dentro de las propuestas de diseño niponas nos acerca a la consciencia del vacío – Mu – que permite combinar el movimiento de un cuerpo con expresiones plásticas grotescas y agresivas para el mundo de la moda. Las propuestas estéticas de “Los japoneses” intentan evadir la silueta en forma de S o el cuerpo de guitarra, y se camuflan en formas distorsionadas que aún hoy no tienen nombre. Tanto Yohji Yamamoto como Rei Kawakubo presenciaron durante toda la década de 1970 las propuestas estéticas occidentales de la Semana de la Moda en París desde una exploración silenciosa para consolidar su lenguaje y su entrada a la industria en 1981. Liz Tilberis, editora de la Vogue inglesa en ese momento, fue la primera en olfatear los aires de cambio radical. Fue ella quien dio un primer nombre a tan importante fenómeno, considerando que “Los japoneses” traducía las propuestas de vanguardia de ambos diseñadores. Después se consolidará el Hiroshima chic, nombre recordado por la historia. Hiroshima Chic aun con lágrimas en las mejillas, porque la mayoría de los asistentes salieron llorando tras de presenciar el primer desfile de Yamamoto. La estética nipona se enfrentó París luego de años de preparación y Occidente solo supo reaccionar con su mediática rapidez.

El título Hiroshima chic logra aludir la condición desgarrada de lo humano exacerbada durante el siglo XX, pero al mismo tiempo es una banalización profunda de uno de los sucesos más atroces presenciados sobre la faz de la tierra. Una muestra del lenguaje burgués desde una mirada benjaminiana, un nombre-objeto para ser comercializado, eludiendo el ejercicio casi místico y poderoso que conseguimos mediante la capacidad del nombrar. ¿Ha sido la prensa de moda la que ha imposibilitado que el propio fenómeno del lenguaje en la moda se manifieste? ¿Son tan solo traducciones imprecisas, palabras que manosean el contenido del original, desaprovechando el poder del lenguaje para producir realidades?

Ante la problemática de las traducciones dentro del universo de la moda y el interés de exponer una mirada amable frente a la producción de contenidos dentro de la industria la grieta se hizo aún más grande. Daniel Roldán, curador e investigador colombiano, nos recuerda la colección presentada por Yves Saint Laurent en 1971 llamada Liberation, pero bautizada como Scandal. Veinticinco años después de la Segunda Guerra Mundial el diseñador buscó mostrar el resurgir de la moda francesa durante la ocupación alemana. “No creo que las personas se impresionaran por lo que vieron, sino por una cuestión moral” dijo el diseñador mientras comparaba su ejercicio creativo con la controversia que originó el cuadro Olympia de Manet en 1863. Ahora el suceso es recordado por algunos como el Nazi chic. Francisco Benítez, curador y docente mexicano, mencionó el título Las muertas de Juarez para problematizar esta carrera violenta de la moda frente a la creación de contenidos. Kate y Laura Mulleavy, diseñadoras de Rodarte, presentaron una colección con vestidos ligeros y asimétricos, acompañados de un maquillaje oscuro donde sombras negras dibujaban ojeras fuertes a las modelos pálidas. El lanzamiento de la colección también inauguraba la nueva linea cosmética de MAC que usó los imaginarios culturales mexicanos y la cruda violencia que azota a los países latinoamericanos para dar nombre a sus nuevos productos. Ghost Town en un labial o Sleepwalker para las sombras. El exotismo y el feminicidio expuestos en un desfile. En una entrevista para Style.com Anna Dello Russo, editora de Vogue Japón, nos cuenta cómo la colección fue “muy suave y que esperaba un poco “más de lagrimas”, después de decirlo se ríe.


Willy Van Rooy en Colección «Scandal» Primavera-Verano 1971 | Fotografía: © Hans Feurer, publicada en Elle Francia, 1971 |
Cortesía: Fondation Pierre Bergé – Yves Saint Laurent


Colección «Scandal» Primavera-Verano 1971 | Fotografía: © Hans Feurer, publicada en Elle Francia, 1971 |

Cortesía: Fondation Pierre Bergé – Yves Saint Laurent

Los dos ejemplos anteriores presentan grandes diferencias frente al primer caso nombrado. El Hiroshima chic intenta darle nombre a una experiencia estética, el Nazi chic nombra una propuesta estética inspirada en la época de la Shoah y su diseñador fue consciente del revuelto que formaría, en cambio Kate Mulleavy esperaba ser una bisagra ante las problemáticas actuales sin llegar a comprender los dolores y cuestiones éticas que entretejen. Sin embargo, los tres sucesos nos  ayudan a seguir pensando las posibilidades de nombrar las expresiones plásticas desde la indumentaria para lograr traducciones y títulos que también nos estremezcan.


Fotografía © Catalina Agudelo, Entelequia, 2021 


Fotografía © Catalina Agudelo, Entelequia, 2021


Fotografía © Catalina Agudelo, Entelequia, 2021


Autor:
Ángeles Carmona Barón


Su formación profesional como Creativa Publicitaria y Diseñadora de Moda se ha complementado con la práctica ininterrumpida de la escritura creativa, el dibujo, la fotografía y la danza contemporánea. Es Docente en LCI Bogotá, tiene su propio restaurante vegano/vegetariano llamado Quinua y Amaranto y, se encuentra desarrollando un Máster en Filosofía.

Contacto:
LinkedIn: Angeles Carmona Barón
Instagram: @angelescarmona

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de EXCLAMA. 

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