Mona®co: Memorias (i)lícitas contadas desde el Arte.

El curador e investigador Santiago Rueda, y el artista y gestor cultural Harold Ortiz, lanzaron la publicación Mona®co: Memorias (i)lícitas contadas desde el Arte, una serie de relatos, imágenes, obras de arte, caricaturas y entrevistas a personajes del mundo cultural, sobre uno de los fenómenos más complejos y ambiguos que posee un Estado: la producción, distribución y consumo de sustancias ilícitas.

Libro: Mona®co: Memorias (i)lícitas contadas desde el Arte (2022). Fotografía: Úrsula Ochoa

Sin duda, el arte como fenómeno cultural activo siempre se las ha sabido arreglar para salir “victoriosa” de casi todo aquello en lo que se inmiscuye; desde temas tan complejos como el aborto, el VIH, el racismo, el totalitarismo, la pederastia, y un gran etc., que incluye el eje investigativo sobre el cual está realizada esta publicación: Las sustancias ilícitas y el narcotráfico. Por una parte, esto se debe a que muchos artistas están convencidos de que el arte es una herramienta para denunciar y/o analizar críticamente ciertos fenómenos del mundo, y otros han comprobado que las obras de arte que discurren en discursos socialmente “comprometidos” o que se propongan sobre contextos sociales vulnerables, tienen una oportunidad mayor de hacer parte de proyectos curatoriales en diferentes instituciones, incluyendo los espacios culturales autogestionados, así como de ser puestos en mira de la administración políticas de paso siempre y cuando se simpatice con sus mismas maniobras ideológicas.

Por otro lado, que una obra de arte tenga como propósito denunciar “la vida y sus crímenes” como lo dirá Félix Duque, no tiene por qué ser contradictorio a los preceptos del arte; por el contrario, podría encargarse de dinamizar una ideología tanto artística como social frente a otra, dando pie a la reflexión y al mismo tiempo al debate que se abra más allá de contener un comentario que reclame la moral.

Mona®co: Memorias (i)lícitas contadas desde el Arte (2022), es una publicación realizada por el curador e investigador Santiago Rueda y el artista y gestor Harold Ortiz, donde se reúnen una serie de relatos, imágenes, obras de arte, caricaturas y entrevistas a personajes del mundo cultural, sobre uno de los fenómenos más complejos que posee un Estado: la producción, distribución y consumo de sustancias ilícitas, sin ser necesariamente un panfleto moralista porque este no es, en ningún caso, el propósito de ser del arte.

Caricatura de Chócolo en el libro Mona®co: Memorias (i)lícitas contadas desde el Arte. Fuente: www.memoriasilicitas.com


Caricatura de Mico en el libro Mona®co: Memorias (i)lícitas contadas desde el Arte. Fuente: www.memoriasilicitas.com

El libro, que fue lanzado el mes de marzo en la ciudad de Medellín publicado por la editorial Con Tensión Editorial, tuvo como antecedentes una serie de eventos y exposiciones dentro de los cuales podemos destacar a “Timebag: Bienvenidos a incomodar” en el 2019 donde se realizó una versión de la exposición Una línea de polvo: Arte y Drogas, curada por Santiago Rueda, que se ha presentado en varias ciudades de Colombia como Bogotá, Pereira y Cali, así como en otros países de América Latina. El evento, “Timebag: Bienvenidos a incomodar” que fue realizado en el Hotel Nutibara en la ciudad de Medellín, cobra sentido desde su locación si recordamos que el Hotel Nutibara fue por muchos años un símbolo turístico de la ciudad antes de que ésta cayera en la narcotización a finales del siglo XX.

Santiago Rueda quien viajó por varios países con su investigación y su exposición Una línea de polvo…, que muchas veces mutaba de nombre y especificidad formal o contextual ( Re-vistas: videos y narco archivos- Fundación Gilberto Alzate Avendaño, Bogotá; Una línea de polvo: Arte y Droga en América Latina- Museo de Arte de Pereira; Mas que narco-videos: Una antología visual del arte y las sustancias ilícitas- Instituto

de Bellas Artes, Cali), pudo dar fuerza a la investigación a través de sus contactos y experiencias sobre dicho fenómeno permitiendo sumar otras voces como las de periodistas, antropólogos, caricaturistas, lideres sociales y comunidades indígenas, lo que resulto en un acierto que daría coherencia y forma al libro que podemos leer ahora.

Fotografía de Luz Elena Castro, Patrulla, Medellín, 1981. Cortesía de la autora. 

El título Mona®co, es una mezcla entre el nombre del edificio de Mónaco que fue el lugar de asentamiento y guarida de Pablo Escobar; por lo mismo, el libro incluye según señala Harold Ortiz, “[…] una palabra inexistente que contiene un edificio demolido por una sociedad en búsqueda de eliminar el rastro incómodo, cambiar la historia y dar nuevos pasos.” Por otro lado, en varias entrevistas que aparecen en el libro se puede leer la fascinación de la esposa de Pablo Escobar por adquirir obras de arte y el registro entre ellas de piezas de Fernando Botero o Darío Morales, quien al enterarse de que un personaje siniestro como Pablo Escobar tuviera una de sus obras, terminó desmejorando por completo su salud cuando se encontraba enfermo de cáncer.

“Pablo mató a Darío Morales”… Estamos llegando al techo, al extremo del daño colateral ¡Todo lo malo de Colombia es propiedad de Pablo!
(Omar Rincón).

Con relación a los artistas que están incluidos en la publicación, la mayoría de ellos tienen experiencia abordando temas de un calibre político agudo, entre ellos Antonio Caro con doSis personal (2007); Camilo Restrepo, a ToN oF coke (2021), NFT; Edison Quiñones, Falso 0 Positivo (2017-2018); Nadín Ospina, Guerrillera con Ramo de Amapolas (2003), Carlos Uribe, New Horizons (2000), entre otros, así como destacadas caricaturas de Naide, Chócolo, Mico e Iván Navarro.

Mona®co: Memorias (i)lícitas contadas desde el Arte, configura toda una propuesta crítica que no cae en el acto prejuicioso de la corrección moral y tampoco propone entender el arte como un discurso puramente político, en tanto que ese hábito retrógrado de juzgar las obras desde de una supuesta “responsabilidad para mejorar la conciencia social”, puede resultar perjudicial para el arte en términos ontológicos, cuando no se tiene presente que la primera responsabilidad de los artistas es con el arte mismo. Peor aún, es mucho más perjudicial para los artistas incipientes porque creen que el filtro para que una obra de arte tenga sentido en tanto obra de arte, es que debe pasar por un “politicocorrectómetro” y después soltar en el discurso todo

un arsenal de moralina barata. No, el arte no tiene que jugar a evangelizar a las mentes, pero sí puede señalar con agudeza el fenómeno y la consecuencia sobre lo que socialmente puede estar pasando en determinado contexto y lugar. Evidentemente, muchas obras de arte tienen un contenido político abierto, pero como dijo alguna vez el crítico de arte Robert Hughes: “Es de una ingenuidad extrema suponer que estos mensajes agotan el contenido de la obra de arte como tal, o que, en última instancia, determinan su valor”.

Nadín Ospina, Guerrillera con Ramo de Amapolas (2003). Fotografía: Úrsula Ochoa

Edison Quiñones, Falso 0 Positivo (2017-2018). Fotografía: Úrsula Ochoa

Ethel Gilmour, Fumigando con glifosato, 1987. Cortesía: Harold Ortiz

Finalmente, una de las causas por las cuales el arte siempre saldrá victoriosa sobre estos fenómenos, es porque tal y como lo recuerda Harold Ortiz en el Prólogo del libro, el arte es un privilegiado y desde el privilegio siempre podremos hablar, pero también tendremos un grado mayor de resguardo. No obstante, el libro también propone un ajuste de cuentas sobre la importancia de la reflexión a partir de los fenómenos que desembocaron en el país la venta de las sustancias ilícitas y el narcotráfico, dado que: “Emprendedores, comerciantes, narcos, lava perros, paracos, criminales, jíbaros y timadores, fueron parte de una sociedad en la que muchos crecimos sin comprender su verdadera dimensión”.

Artistas participantes:
Antonio Caro, Andrés Orjuela, Benjamín Jacanamijoy, Carlos Zerpa, Carlos Uribe, Camilo Restrepo, Camila Botero, Chócolo – Harold Trujillo, Édison Quiñones, Edwin Sánchez, Emel Meneses, Esteban Borrero, Ernesto Ordóñez, Ethel Gilmour, Harold Ortiz, Fernando Salamanca, Iván Navarro, Jorge Alonso Zapata, Juan David Laserna, Juan Uribe, Omar Rincón, X Andrade, Juan Melo, Leonardo Herrera, Lina Hincapié, Luz Elena Castro, Mauricio Kuchimba, Mico, Miguel Ángel Rojas, Nadín Ospina, Naide, Nelson Guzmán Avellaneda, Oliver Ehmig, Renéd Varona, Ryo Brachyura, Taita Lorenzo Tunobalá, Tatyana Zambrano, Víctor Muñoz, Zoraida Díaz.

Autor: Úrsula Ochoa


En su formación como artista ha realizado estudios en Historia y Teoría del arte del siglo XVIII; Periodismo cultural y crítica de arte, al igual que análisis de la imagen a partir del pensamiento Estético en Friedrich Nietzsche y Aby Warburg. Ha trabajado como crítica de arte en la sesión Palabra y Obra del periódico El Mundo. Escribe para la Revista Internacional de arte Artishock y colabora con la sesión de cultura de El Espectador. Actualmente se desempeña como curadora de contenidos, asesora y docente y es candidata a Magíster en Estética de la Universidad Nacional de Colombia donde obtuvo la Beca de Facultad.

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