Es claro que lo estético es subjetivo, nadie tiene la última palabra a la hora de dar un juicio acerca de qué es hermoso y qué no; aun así hay gente que afirma, a veces sin conocimientos previos, que existen creaciones que carecen de una pizca de equilibrio estético.
El arquitecto canadiense Frank Gehry es, posiblemente, un claro ejemplo de cómo a veces la concepción de lo bello y lo feo suele estar sujeta a nuestro background estético. Las creaciones de este hombre se esfuerzan por ir más allá de la lógica, algo que ha dejado a más de a uno con la boca abierta. Sin embargo, sus edificios de arquitectura experimental no resultan del agrado de todos.
Hacer una critica sobre un proyecto y clasificar el trabajo de alguien como bueno o malo, en cualquier disciplina, es una tarea seria que requiere de información previa y conocimiento de las reglas establecidas en el ámbito a juzgar; sin embargo no falta quien se aventura a sacar conclusiones.
Es así como las obras de Frank Gehry, el arquitecto canadiense autor del Museo Guggenheim de Bilbao, ha sido clasificada como de mal gusto debido a sus formas geométricas y volúmenes que para ciertas personas resultan exagerados y al uso en las fachadas de materiales crudos, sin acabados. Algunos hablan de que las creaciones de Gehry tan solo pueden ser valoradas por ojos educados en los conceptos de armonía y diseño estructural; algo que tal vez puede resultar cierto, pues la academia arquitectónica lo ha premiado en repetidas ocasiones.
Su último escándalo arquitectónico fue el Biomuseo/Museo de la Biodiversidad, inaugurado el dos de Octubre del 2014 en Panamá, una edificación construida para contar la historia de cómo el istmo de Panamá surgió del mar, uniendo dos continentes, separando un gran océano en dos y cambiando la biodiversidad del planeta para siempre.
Es claro que Gehry cumplió su objetivo pues la construcción hace alusión a una selva tropical, gracias a sus colores intensos, lo que a simple vista cumple con el objetivo del museo; sin embargo, la opinión está dividida al respecto de la apariencia del edificio. Varios arquitectos han acudido al origami como inspiración para crear sus edificaciones, algo que Gehry retoma en el diseño del museo y que para algunos resulta excesivo, dejando como objetivo de la mirada un caos de piezas asimétricas.
Una de las criticas que le hacen a la edificación de 4.000 metros cuadrados tiene que ver con la disposición de las tejas o techos que conforman la parte superior del edificio, y que son sostenidas por una estructura en forma de valla gigante. Según se comenta, las tejas, que no siguen un orden determinado, dan a la edificación una apariencia desprolija tanto al interior como al exterior. Otra de las acusaciones tiene que ver con la utilización de materiales baratos que le dan la construcción un semblante poco elegante. Otros, en cambio, defienden el resultado final acotando que su estilo deconstructivista y sus colores vivos son un homenaje a la flora y fauna panameñas.
Lejos de cualquier opinión la realidad es que el proyecto, que ocupa un espacio a la entrada del canal de Panamá e incluye ocho galerías, un espacio para exhibiciones temporales, un café y una tienda de souvenirs, representa la estrecha masa de tierra que emergió del mar para unir las dos porciones del continente americano tres millones de años atrás.
Ubicada en un parque botánico de 2.4 hectáreas, también cuenta con espacio para exhibiciones al aire libre. Parafraseando al propio Gehry, este edificio, su primero en el trópico, fue para él un proyecto muy personal: ‟Me siento muy cercano a la gente de Panamá, y creo fuertemente que todos deberíamos hacer algo por conservar la biodiversidad, que se encuentra amenazada en todos lados”.
Links de interés: www.biomuseopanama.org