Fernando Botero (Medellín, 1932-2023), fue un artista de amores y odios. Fue amado y venerado por quienes exaltaron el poder hiperbólico que tenía la presencia de sus pinturas y esculturas “gordas”, que en realidad fueron auténticas configuraciones estéticas del volumen en las formas, así como la capacidad que tuvo para conquistar no solo algunas retinas, sino también al mercado internacional, siendo el artista latinoamericano con la obra más cotizada del mundo. Y, por otro lado, también inspiró a detractores que durante su vida cuestionaron justo esa manera en la que se “inflaron” no solo sus formas, sino los precios de un trabajo que para algunos críticos era mediocre y repetitivo hasta el cansancio. Sobre esto, el maestro se lo tomó de la manera más tranquila, pues casi nunca les daba importancia a los comentarios negativos hacia su trabajo, además de que para el «El arte es hacer siempre lo mismo, pero de forma diferente”.
Más allá del artista mundialmente reconocido que fue, Fernando Botero se destacó como coleccionista, mecenas y si queremos “gestor”; pues muchas obras de artistas internacionales hicieron parte de sus colecciones. Piezas destacadas que el maestro donó a diferentes instituciones y museos de Colombia como un gesto de filantropía y agradecimiento con su país, para que las nuevas generaciones y todas aquellas personas que no pueden acceder a los museos del mundo, consiguieran ver personalmente obras de maestros como Rodin, Max Ernst, Frank Stella, Jean Dubuffet, Robert Rauschemberg, o Picasso.
En el año 2000 Fernando Botero realizó una de las donaciones más importantes a Colombia: 123 obras de su autoría (dibujos, pinturas y esculturas), además de 85 cuadros y esculturas de artistas internacionales de finales del siglo XIX y XX que hacían parte de su colección personal. Aquella donación realizada al Banco de la República, dio origen al Museo Botero en Bogotá, ubicado en una antigua casa colonial que cuenta con una de las más valiosas colecciones de arte internacional que se puedan encontrar en Latinoamérica. Durante el acto inaugural del museo, el 1 de noviembre del 2000, el artista expresó:
“Para mí es un placer infinito saber que estas obras pertenecen hoy a Colombia; saber que los estudiantes que ingresen a esta casa, entrarán en contacto con las corrientes artísticas más importantes de nuestro tiempo, contemplando aquí permanentemente, obras originales de grandes maestros; saber que los amantes de la pintura y la escultura puedan venir a visitar este remanso de paz y pasearse tranquilamente por estas salas, dejándose inundar por la estética moderna. Que quede, pues, este pequeño oasis de cultura en medio del frenesí de la vida ciudadana”.
Así, el Museo Botero del Banco de la República posee 208 obras, entre las que se puede disfrutar de simpáticas piezas donde el artista hizo sus propias interpretaciones de la Monalisa de 1978, o un Retrato de Courbet de 1994. En el costado occidental del museo se exhibe la colección internacional donde se encuentran joyas como Gitana con pandereta,1862 de Camille Corot junto a otros importantes artistas europeos impresionistas y postimpresionistas como Pierre Auguste Renoir, Claude Monet, Henri de Toulouse-Lautrec, Camille Pissarro, Gustave Caillebotte, Edgar Degas y otros.
Cada pieza donada tiene un valor fundamental dado su origen o la forma en la cual el artista pudo conseguirla; así, por ejemplo, Desnudo con silla, de Pierre Bonnard, fue adquirida unos meses antes de la donación luego de una larga negociación con uno de los coleccionistas más importantes del mundo, o la obra Retrato de Madame la Fontaine pintado por Edouard Vuillard es una obra que estuvo colgada en una de las paredes de su habitación en su apartamento en Nueva York. En la sala también se destacan obras del siglo XX de artistas como Francis Bacon, Jacques Lipchitz, George Grosz, Henri Matisse o Gustav Klimt, así como obras de las vanguardias americanas representadas por Wifredo Lam, Roberto Matta, Robert Rauschenberg, Willem de Kooning entre otros. Ramo inclinado (Bouquet pench’), es la obra más reciente que entró a la colección y se trata de un impresionante gran lienzo de 285 x 235 cm, del artista español Miquel Barceló.
Esta donación al Banco de la República estaba destinada inicialmente para el Museo de Antioquia, por lo que Botero se comunicó con la directora Pilar Velilla quien estaba a cargo en ese entonces; sin embargo, las condiciones que pedía el maestro no fueron asumidas ni por la gobernación ni por la alcaldía, por lo cual, hizo su donación al Banco de la República: “Cuando decidí donar mi colección se la ofrecí a Medellín y no me pararon bolas (…). Envié la carta al Banco de la República (en Bogotá) y me respondieron de inmediato”, confesó Fernando Botero en una entrevista para El Colombiano en el año 2018.
En Medellín, el proyecto para mejorar el museo continuaba en planeación y el 14 de octubre del año 2000 se realizó la ceremonia inaugural del nuevo Museo de Antioquia y la primera etapa de la Plaza Botero. 114 obras realizadas por el artista entre dibujos, pinturas y esculturas y 33 obras de artistas internacionales fueron donadas para este propósito. Cabe destacar que en 1974 cuando el museo se llamaba Museo de Zea, el artista ya había donado el cuadro Exvoto, seguida de otras pequeñas donaciones en 1976 y 1984.
Actualmente, la Sala de Arte Internacional del Museo de Antioquia está conformada por obras que revelan una mirada atenta e interesada en profundidad por el arte del siglo XX constituyendo una “exquisita muestra del arte moderno occidental”, destacando piezas significativas de Frank Stella, Robert Rauschenberg, Max Ernst, Rufino Tamayo, Wilfredo Lam, y otros. Sobre las donaciones del maestro Botero y la nueva Sala de Arte Internacional Camilo Castaño curador del museo de Antioquia apuntó:
“Luego de más de 20 años, esta sala permanente del Museo de Antioquia está siendo repensada a la luz de las nuevas formas en las que la institución se plantea su rol en este siglo como un museo con un carácter más consciente y crítico, que reconoce su valor de enunciación de ideas y conocimiento desde su relación con la ciudad y sus problemáticas […] Esta donación también le ha permitido al Museo repensar la concepción y los relatos que se han constituido sobre la historia del arte local al facilitar una visión un poco más amplia del arte del siglo XX.
Otra repercusión positiva de la donación fue la de generar en otros artistas y coleccionistas la inquietud por replicar este gesto y legar sus obras al Museo, desde que esta donación de artistas internacionales llegó a las salas, a la colección han ingresado por donación, más de 2000 obras, entre las que vale la pena mencionar Horizontes, 1913 de Francisco Antonio Cano, así como obras de otros y otras artistas nacionales e internacionales”.
Sin duda, Fernando Botero se convirtió en el artista más importante del arte colombiano, sea por el aporte que pudo ofrecer a la plástica a través de su obra, por los debates que generó y continúa generando a causa de sus precios en el mercado, y sobre todas las cosas, por sus importantes donaciones a Bogotá y Medellín, resaltando del artista, un espíritu filantrópico que sin duda será más que un legado para las generaciones actuales y futuras que podrán conocer gracias a ello, piezas indiscutiblemente valiosas del arte universal.