Luego de vivir por más de cien años sin luz solar durante el invierno, el pueblo de Rjukan instaló unos espejos helióstatos que reflejarán rayos de sol a sus habitantes.
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Rjukan es un pueblo noruego que con la llegada del invierno quedaba en absoluta oscuridad, sus 3.500 habitantes se veían obligados a vivir por casi seis meses sin luz solar. Este pueblo fue construido a comienzos del siglo pasado para los trabajadores de la compañía de fertilizantes Norsk Hydro.
En 1913 Sam Eyde, fundador de Hydro, tuvo la idea de crear un espejo del sol al que llamó Solspeil sobre Rjukan; sin embargo, esta idea solo se materializó hasta este siglo cuando el artista Martin Andersen retomó dicha ilusión y con ayuda del pueblo instalaron tres espejos helióstatos sobre el pueblo.
Los helióstatos se ubicaron en la pared de una montaña a 450 metros sobre el nivel de la plaza de mercado de Rjukan. Cada espejo tiene una superficie de 17 metros, se mueven sobre dos ejes por medio de un programa informático que sigue la ruta del sol durante todo el año. Los espejos son alimentado por energía solar y eólica.
«La idea era un poco loca pero la locura es nuestro segundo nombre», declaró Oeystein Haugan, coordinador local del proyecto. «Cuando Rjukan se fundó, era un poco loco iniciar una comunidad en medio de la nada con una gran planta hidroeléctrica, enormes tuberías y una línea de ferrocarril que transporta fertilizantes para el resto del mundo».
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