Tal vez sea por la atracción del público hacia la nitidez de los colores presentes en el suelo, o por la ilusión óptica que sumerge al espectador en un lugar donde los límites del espacio dejan de existir y no se sabe si éste se expande o se contrae, lo cierto es que la serie psicodélica Zobop del artista escocés Jim Lambie es, en definitiva, su obra más reconocida. La instalación le da ritmo a los espacios sin necesidad de obstruirlos, convirtiendo el vacío de un museo, galería o colección privada, en una experiencia visual y dinámica.
Uno de los puntos más sorprendentes de la obra es el medio utilizado para construirla: la cinta de vinilo. Lambie se vale de una serie de rollos de cinta de distintos colores para intervenir el lugar con el objetivo de resaltar su estructura arquitectónica. Sin duda, un ejercicio que requiere paciencia. El diseño de Zobop está trazado por circunferencias que delimitan el área y, conforme llenan el espacio interior, se vuelven más pequeñas. El resultado nunca es el mismo, no sólo porque los tonos varían, sino porque cada una de las instalaciones es in situ, de manera que la forma de trabajarlas puede llegar a ser una sorpresa hasta para el artista.
Zobop es una serie que se vale de los detalles para obtener una correspondencia por parte del público. El ritmo lleva a cada uno de los espectadores a través del espacio sin ninguna interrupción, como el artista alguna vez lo dijo: es una suerte de analogía musical. La cinta de vinilo apela a un material industrial que está al alcance de todos, un medio que altera el lugar, que lo colorea pero no lo cambia. Quizás entre líneas, literalmente, existe un susurro que nos impulsa a tomar de la pieza su forma, su idea, su composición, tan accesible que sólo inspira al disfrute.
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