“Este es un gran día para usted y para el descubrimiento cultural”, Gotye.
Wouter «Wally» De Backer, conocido en el mundo musical como Gotye, no tiene dudas sobre la calidad de su música. Tampoco le da vergüenza afirmar que esto podría ser “la mejor cosa” que el oyente haya descubierto. Su percepción de sí mismo es a la vez humorística y poética. Para Gotye, todos su trabajo es “vanguardia absoluta de la expresión musical”.
Hace algunos años, hizo música desde su habitación a punta de unos colchones y con la ayuda de una grabadora. Llamó al resultado “álbum” y le puso una foto en la portada, llamada “Boardface”. Ese mismo nombre adquirió toda la producción, que se lanzó en 2003. Con los ingresos, cuenta Gotye, se compró una chaqueta con un oso dibujado en el frente.
Luego, en 2006, con mejores colchones y un procesador Apple, Gotye produjo el álbum Like Drawing Blood, inspirado en el momento de angustia que vivió cuando se cortó la lengua cerrando un sobre de papel. De ahí en adelante, el éxito era un hecho. En palabras de Gotye: “El éxito se apiló sobre el éxito, y después se puso encima de sí mismo, como una pirámide de sapos genéticamente modificados”.
Después de esta súper carga exitosa en su Australia natal, el sello Oz Music le dijo que era el momento de conquistar el mundo. Pero esto a Gotye le sonó demasiado orgulloso. Se podría decir incluso que le pareció “políticamente incorrecto”. Dice “¿A quién le gustaría ser atacado, esclavizado y forzado a hacer trabajos pesados por un cantante australiano de pop alternativo relativamente desconocido?”. De manera que decidió seguir por una vía menos pretenciosa, produciendo desde su estudio incógnito en la ciudad de Frankston.
Su último álbum, Making Mirrors, no fue hecho a punta de sonidos de colchones, y contiene la canción Somebody That I Used to Know, que se posicionó en los primeros puestos de las listas australianas en 2011.
Con esta voz y este aura musical, la idea del humor no es la primera que viene a la cabeza. Su historia tiene toques de realidad y una alta dosis de imaginación. Del relato contado por Gotye se puede creer lo que se quiera creer. Y es que así es la música; lo que importa no es la biografía, sino lo que se oye.