Fue en México, en el Instituto Nacional de Bellas Artes INBA, donde aprendió el oficio de la joyería. Enamorada del poder que transforma los materiales en tesoros, Mercedes empezó su joyería hace 13 años en la sala de su casa con la certeza de que las joyas conectan al hombre con el universo.
Su reto es mantener las técnicas artesanales y las tradiciones ancestrales vivas mediante la inclusión en la cadena productiva de personas que tengan un oficio susceptible de recuperarse.
Un viaje por la India fue la inspiración de Mercedes Salazar para crear su última colección de joyas.
De los bazares de Agra y Jaipur llegaron a su taller las cintas bordadas para convertirse en una parte de los brazaletes martillados a mano.
Las figuras tradicionales de los sellos con los que se tiñen las telas se convirtieron en dijes de metal.
Los encantadores de serpientes con sus canastos y flautas se transformaron en pulseras engastadas con piedras semipreciosas.
Cada objeto de esta colección guarda el alma de un instante vivido en la India por Mercedes Salazar.