Los colombianos alzamos los brazo para celebrar, aplaudimos los triunfos, no sentimos parte de estos y nos volvemos amantes de nuestra nación. Creemos que el logro de una persona es el logro de toda una patria; nos enorgullece, nos hace sentir grandes e incluso expertos en el tema. Si gana un ciclista colombiano, entonces sabemos todo sobre ciclismo, si gana una atleta colombiana, el atletismo se vuelve una prioridad en las conversaciones. Pero lo cierto es que el logro de una persona es exclusivamente eso, un logro individual que se aleja completamente de ser un logro de un país entera que desconoce por completo la existencia de personajes que solo se hacen visibles cuando llegan a la cima. Alejandro Hoyos, debutante del Rally Dakar 2014, la segunda prueba humana más difícil que hay, después del ascenso a los picos del Everest, es el ejemplo viviente de un deportista que en un una prueba de exigencia extrema contra su cuerpo y mente, en una moto y totalmente solo, logró lo que pocos han logrado: terminar la competencia extrema de deportes a motor más importante y difícil del mundo.
El Rally Dakar, es una competición anual de Rally Raid organizada por la ASO (Amaury Sport Organization) que empezó a tomar fuerza entre el 87 y el 88 luego de que el hijo de la icónica Margaret Thatcher participar en uno. Hoy, es el tercer evento deportivo más visto en el mundo después del fútbol y la Fórmula 1. Hasta el año 2008 el rally llevaba a los corredores desde alguna ciudad de Europa hasta Dakar (capital de Senegal), pero en ese año fue suspendido por recomendación del gobierno francés por posibles atentados terroristas. La pregunta en ese momento era cuál podría ser el lugar perfecto para llevar a cabo el rally. Se necesitaba un desierto gigantesco, y sudamérica parecía serlo. Desde el 2009 se empezó a desarrollar entonces entre Argentina y Chile y en el 2012, 2013 y 2014 se incluyó también a Perú y Bolivia.
Las cuatro categorías dentro del Rally Dakar incluye carros, 4 x 4, motos y cuatrimotos. A pesar de no haber entrenado toda su vida (a diferencia de otros que empiezan a montar moto desde que tiene memoria), Alejandro Hoyos se arriesgó a recorrer los complejos y alucinantes paisajes de sudamérica en una moto Honda 450 sin copiloto, navegando completamente solo durante 14 días (14 etapas), a 52 grados a la sombra, luchando por no perderse, no enterrarse y sobre todo, luchando por sobrevivir. Si por sobrevivir. En los 700km que se recorren a diario son incontables las cosas que pueden llegar a suceder, los terrenos son difíciles, la competencia es dura (son 600 competidores), el calor es casi insoportable, y es necesario, según lo asegura Alejandro, tener estrategias, ser veloz y sobre todo mantener la cabeza fría en medio de tanta adrenalina; un acto complejo cuando se está todo el tiempo parado en una moto en las 14 etapas que se recorren y más difícil aún cuando en el trayecto se han visto miles de accidentes (los vehículos se estrellan, se incendian…), e incluso te has enterado de la muerte de un compañero que ha luchado de la misma manera. Es sin duda una lucha constante entre la resistencia física y las emociones. “Cuando uno se entera de la muerte de alguien en le trayecto, genera un miedo aterrador; se piensa en la familia y en las ganas de oprimir un botón rojo para terminar la competencia, pero al mismo tiempo sientes que si no terminas el Dakar no eres nadie. Cuando llegué a una de las metas luego de enterarme de la muerte de un belga, abrí la llave y duré una hora llorando. Fue una catarsis. Como si saliera todo lo que uno guarda en la vida. Es una experiencia que purga el alma”.
Pareciera absurdo pensar que una competencia de estas características valga la pena pues se arriesga todo en el camino, sin embargo, quienes eligen esto como Alejandro buscan escapar “porque la vida es más que nosotros”. Es en definitiva una válvula de escape en la cual no se pretende demostrar nada a nadie, sino alcanzar una meta personal. “Es muy importante ponerse metas sin importar que tan grandes sean, para que el día que la logres te sientas como una persona completa”. La sensación de terminar el Dakar es algo que se lleva por dentro, una sensación que nadie puede robarse y una experiencia que muy pocos pueden vivir. Aunque al llegar al podio se encuentran muchas personas que aparentan estar apoyando de corazón el trabajo personal de un deportista como Alejandro, al final el logro es de él, de ese colombiano que sobrevivió a 14 días de lucha en una moto por terrenos complejos, de ese colombiano que un día salvó a un chileno que se encontraba en grandes apuros, de ese colombiano único que logró terminar 10mil kilómetros de recorrido extenso y agresivo por los paisajes más maravillosos de Suramérica.
Este artículo fue publicado en nuestra edición impresa N. 25. Algunos de nuestros contenidos aún son exclusivos del papel. Para disfrutar de ellos, te invitamos a suscribirte AQUÍ.