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SÓNAR: TRES DÍAS Y DOS NOCHES DE MÚSICA… Y MUCHO MÁS

Escrito por: Bruno Garca
Fotos: Sónar 2016 y Sónar+D

Uno de los doctores (de esos que suelo visitar asiduamente) me dijo una vez en la consulta que tras una semana tan intensa y llena de inputs como la del Sónar en Barcelona, se necesita de otros siete días más para reposar y procesar tanta información, vivencias, sensaciones frescas que a un amante de la música electrónica como yo aún le siguen generando cosquillas en el estómago.

Todos los que han visitado alguna vez la capital catalana esa semana de junio habrán comprobado cómo la ciudad es un torbellino de showcases, eventos en terrazas de hoteles, tiendas que se transforman en music boxes. Sin embargo, el verdadero epicentro de la ciudad, que amamanta al mismo tiempo a miles de fieles de todo el mundo, es desde 1994, el Festival de Música Avanzada y Arte Multimedia Sónar. Tres días y dos noches, con permiso del Concierto Inaugural donde este año actuaron grandes promesas de la escena electrónica española como Ed Is Dead o John Vermont, junto a ellos Uner y el incombustible Fatboy Slim, quien hizo doblete en esta edición, que tal como rezaba en sus redes el gran Chelis –quien junto a Zero abrió el escenario Sónar Pub la noche del viernes 17 de junio con una grandiosa lección musical- “te los pegas como un veinteañero, algo que al final pagas como un jubilado”.

spi3634_7259_sonarbyday_4_asisgonzalezSonarVillage. Foto: Sónar 2016 y Sónar+D.

JUEVES 16/06

DÍA
Mi montaña rusa de sensaciones arrancó el jueves 16 en el escenario Village ubicado en la Fira de Barcelona, un espacio reconvertido en una auténtica torre de Babel gracias a la multiculturalidad de propuestas como las de Acid Arab, Mad Professor con The Spanish Dub Invasion, Bob Moses o la inquieta morena Lady Leshurr. Una amalgama de bienvenida compuesta de un sinfín de ideales, desde los del dub jamaicano pasando por los ritmos árabes regados de acid, la nueva ola hip hop caída desde el Reino Unido o el pop sintético que fluye fino y exquiso. Como en un buen cuadro de Velázquez la primera jornada también vivía su particular cotejo de contrastes en el resto de escenarios: el Dôme, Hall y Complex. Quiero destacar la actuación del artista ecuatoriano Nicola Cruz. Eso que eché de menos alguna guitarra acústica (por ejemplo cuando sonó “Sanación”) o flautas andinas tocadas en directo sobre el escenario, le tuvimos a él solo dirigiendo todos estos elementos desde su laptop y controladores. Lo tengo que volver a decir, no recuerdo a nadie que me haya hecho sentir y descubrir como él la esencia del alma de tierras andinas junto a la contemporaneidad de texturas y beats propios de este siglo. Muy bien también, en el mismo stage pero horas más tarde, la formación alemana liderada por David August. Realmente palpitante y apasionante. Arpegios escalofriantes a la vez que hermosos, belleza en constante pugna además con salidas y entradas de bombos. A contracorriente de todo esto, desnudo y sin parafernalia alguna, más que un piano de cola y unas zapatillas rojas llenas de pequeños espejos, se presentó en el Complex el británico James Rhodes. Talento le sobra por los cuatro costados, es un honor estar sentado en un evento como este escuchando piezas de clásicos como Chopin, Bach, Schubert o Beethoven. No olvidemos que todos ellos fueron considerados unos genios y avanzados de su época. Verle tocar es un gusto, aunque debo confesar que no siempre me transmitió tanto como me gustaría y eso de contextualizar cada obra que toca con varios minutos de charla al micrófono, no me termina de convencer, sino achantar.

spi3631_7821_kelela_arielmartiniKelela. Foto: Sónar 2016 y Sónar+D.

VIERNES 17/06

DÍA
La jornada arrancó fuerte muy pronto, concretamente con los conciertos de El Guincho y la jovencísima Awwz, atento a la evolución de esta chiquita que ha editado ya en sellos como el mexicano Finesse Records o el norteamericano Freshmore. El primero, jugando en “casa” a pesar de ser grancanario, fue del gusto de los amantes a los ritmos latinos y urbanos regados con voces armonizadas y buenas ráfagas de sintes y samples. Los que se hayan empapado de su tercer LP de estudio “HiperAsia” sabrán bien de lo que hablo. Ella por su parte mucho más sutil y en sintonía con las atmósferas más futuristas del R&B. Una sesión hervida con inteligencia (y cuatro controladoras) que no decayó ni siquiera cuando llovía a ríos (a mares llovió el día después). De esta jornada destacar sobretodo el baño de masas que se dieron Underground Resistance presentando “Timeline”, llenaron su espacio, si llegabas tarde solo verías cabezas del público… un pero, igual les faltó sonido; Congo Natty, quien montó un buen circo junto a Tenor Fly, Nanci y Phoebe, y como no, John Grant, su primera actuación en el festival no ha podido dejar mejor huella, exijo su regreso pronto, su apertura de miras, la manera de parodiar la música de baile, su experimentación con la voz y su manera de oler lo melodramático le hacen único. En el lado opuesto de la balanza colocaría las propuestas de Roots Manuva, quizás porque tengo al bueno de Rodney Smith, su tono vocal y clásicos como “Witness”, bueno que sonó justo al final, en un escalafón destacado de mis gustos en cuanto a rap, sin embargo la mitad de su show fue bastante tacaño. Peor incluso, suavón cuando se dejaba acariciar por el pop-soul, y el chileno Matías Aguayo, su techno-house de mil caras no deja de ser interesante, esta vez incluso demostró incluso su lado más incendiario a base de jackin’, pero es que cuando coge el micrófono para “cantar” o frasear, encima enfrascado en una especie de atuendo a lo “¿Dónde está Wally?”. Como el que se traga un chicle.

spi3669_3498_softrevolvers_complex_sonar2016_arielmartini_1«Soft Revolvers», Myrian Bleau. Foto: Foto: Sónar 2016 y Sónar+D.

spi3664_4935_goldenbug_complex_sonar2016_arielmartini_3Golden Bug & Desilence. Foto: Sónar 2016 y Sónar+D.

NOCHE
Ya enfrascados en la noche y en otro enclave como la Fira de L’Hospitalet, teníamos muy claro cuáles serían los a priori platos fuertes: Jean-Michel Jarre estrenando en exclusiva para Sónar su “Electronica World Tour” a la vez que repasando un buen número de sus clásicos y por supuesto Anohni, la otra cara de la luna del pianista y cantante antes conocido como Antony Hegarty. El francés deleitó a los que amamos sus obras más clásicas regalándonos instantes como “Oxigene 2” y por supuesto “Equinoxe 4” ¡qué fue lo más! Por supuesto dejó caer como cañonazos sus composiciones más actuales, algo que le vino al pelo para tener contentos a los murciélagos más ansiosos de bombos y melodías menos desarrolladas que las de hace años. Jean-Michel, que en todo momento estuvo arropado por un par de músicos extra sumergidos entre las columnas de leds, supo ejercer de erudito y unir varias generaciones sobre una misma pista. Larga vida al “Rey de Lyon”. Gracias a la rampla especial que la organización facilita para profesionales del sector, rápidamente nos pudimos colocar junto a la caseta del técnico de sonido durante la actuación de Anohni. La artista, sí, en femenino, no nos despistemos, nos introdujo lindamente en su particular submundo de pesadumbre gracias a “Hopelessness”. Su más reciente trabajo junto a dos fieras como Oneohtrix Point Never y Hudson Mohawke. Con canciones de extrema hermosura como “Drone Bomb Me” nos dejó boquiabiertos. Su voz parece que no atiende a la gravedad, su técnica para interpretar la profundidad debería ser digna de estudio. Para más inri, instrumentalmente hablando, el ramillete de sonidos que la acompañan no puede ser más desgarrador y acertado. Ah, como guinda final el acierto de escoltar cada canción con tres pantallas donde distintos personajes (repito, personajes, el casting de rostros y personalidades no pudo ser más acertado) se sincronizaban e interpretaban a su vez las letras. Poesía hecha de pellizcos. Muy loable también el trabajo a los platos del siempre afinado Ángel Molina y el maestro de New Jersey Kerri Chandler con su lección de house. Dos apuntes más, James Blake también vivió su rato de gloria presentando a lo grande “The Colour in Anything”, por su parte el señor Four Tet se pegó hasta siete horas seguidas de DJ set en el denominado, también reconvertido, Sónar Car.

spi3677_3142_jeanmicheljarre_club_sonar2016_arielmartini_1Jean-Michel Jarre, SonarClub. Foto: Sónar 2016 y Sónar+D.

SÁBADO 18/06

DÍA
Tenía muy claro dónde dirigir mis pies y oídos nada más pisar por tercera y última vez la Fira de Montjuic. Al concierto de los canadienses BadBadNotGood. El año pasado se cayeron del cartel a última hora, este no podía perdérmelos. Nada mal sentó disfrutar de una hora exacta de jazz en directo. Sublime el entendimiento entre los jovencísimos músicos, quien pillase de nuevo esas edades, no menos positiva la acogida del público que ya colmaba la pista del Village aprovechando que el sol no era el asesino que solía ser en ediciones anteriores, lo teníamos escondido tras varias nubes grises. Por cierto, uno que es muy futbolero, me llevó un rato adivinar de qué equipo era la camiseta de Alexander Sowinski, el batería, finalmente di con la escuadra: el Kaizer Chiefs de Sudáfrica. Luego, la idea de perderme propuestas como las de Nozinja, Lafawndah o Howling no cabía en mi cabeza. Fue precisamente con el primero, casualmente el sudafricano fichado el año pasado por Warp Records, cuando todos pensamos se nos plantaría en medio de la pista Noé con su Arca. Madre mía el agua que cayó en cuestión de minutos. Se veía venir, pues esas nubes de las que hablaba antes que amenazaban con algo como esto. Una tormenta las desató. La verdad es que todo el mundo se lo tomó con excelente filosofía: ¿auténtico espíritu raver de mitad de los 90 cuando nos perdíamos por bosques?. A Nozinja no se le mojaron las plumas de colores ni las ganas de hacernos disfrutar con un virus que avisa a base de coletazos eléctricos de eso que denominan shangaan electro. Explosivo y espasmódico. Lafawndah por su lado, y sobre todo si soy perverso y la comparo con la propuesta de FKA Twigs el año pasado, me dejó solo a medias. Esperaba algo más de esta trotamundos cuya voz se convierte en delicia cuando la tiene controlada, bien mezclada y sus golpes de beats una paliza de las buenas para los geeks del mejor bass. Ese que nos despeina hasta a los calvos. Y Howling. Aquí volví a sentir cosquilleos gracias a un menjunje frágil pero bailable de pop y electrónica. El dúo formado por Ry Cuming y Frank Wiedermann supieron nivelar a la perfección sollozos melancólicos con la profundidad del sonido dance más elegante.

spi3688_5404_yunglean_sonarhall_sonar2016_leafhopper_001Yung Lean. Foto: Sónar 2016 y Sónar+D.

NOCHE
Vivo y coleando aterricé con muchas ganas en el último envite del Sónar 2016, la sesión nocturna del 18 de junio. Una vez más un claro reclamo para generaciones de ayer y de hoy: New Order. Sin embargo no les acompañó la presencia y claridad con la que sonó la noche anterior Jean-Michel Jarre. Fueron consecuentes y no se olvidaron de clásicos como “Temptation”, “True Faith”, “Blue Monday” e incluso volvieron a cerrar -algo habitual en ellos- con el “Love Will Tear Us Apart” de Joy Division. Nos guste o no, la voz y energía de Bernard Sumner ya no tienen la misma convicción de antes. Se le está mojando la pólvora. Eso sumado a que el último álbum editado en 2015 “Music Complete” tampoco es nada del otro mundo, pues otro orgasmo a medias. Por cierto, muy llamativos los visuales con imágenes del Berlín de finales de los ochenta que tenían a sus espaldas. El otro gran reclamo de la noche -con permiso esta vez de Laurent Garnier que se marcó una impecable sesión de siete horas, al igual que Four Tet la noche anterior, en el SónarCar- vino también desde las islas británicas: Fatboy Slim. Su fórmula bien clara desde el minuto uno: hacernos brincar como borregos con su galvánico set de piruetas llenas de retazos de clásicos propios y ajenos que subían, bajaban y rompían siempre con un poderoso electro-house. Una actualización 2.0. de su versión de hace años, cuando personalmente me tenía loco, en el buen sentido, con sus big beats, solo que ahora mucho más ‘masivo’ y con sonidos de club –más bien festivaleo- actual. No es tonto el amigo Norman Cook. Nunca lo fue. A vueltas con el repetitivo mensaje “Eat, Sleep, Rave, Repeat” y unos divertidísimos visuales donde su cara no paraba de mutar, nos acabó por dejar las zapatillas para el contenedor de la basura. Mucha interacción con el público, como un rabo cortado de lagartija no paró de incitar, cantar, sonreír, aplaudir y bailar en todo momento. En ese mismo escenario, el grandote Sónar Club, estuvo unas horas antes uno de los DJs españoles con más admiración en Latinoamérica: Coyu. El mandamás de Suara se marcó una sesión endiablada y poderosa justo después del show de New Order donde el techno dio de mordidas al house. Con apenas respiros el artista catalán revolucionó la pista con bandadas de bombos exigentes, lo más agitador de su artillería intercalando pasado-presente-futuro y en donde no faltaron tampoco clásicos como el “20 Hz” de Capricorn o el “Acid Phase” de Emmanuel Top justo para cerrar. Rugió esta vez el Gran Gato. Mención especial para el buen hacer de otro español curtido en mil batallas Undo, el directo mega-bailongo de Booka Shade, la locura descontrolada de Craze y Santigold con su hip hop colorista de mil caras: como las películas de Disney, para todos los públicos.

spi3698_9907_neworder_club_sonar2016_arielmartini_15New Order, SonarClub. Foto: Sónar 2016 y Sónar+D.

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