Escrito por Susana Cheng
Es posible asegurar que en el 2014 estamos todavía conociendo el principio de su carrera, y que aún después de tanto tiempo Tom Dixon seguirá dando mucho de qué hablar. Sin ser ostentoso, pretencioso o aburrido, este diseñador ha delineado un camino con sus extraordinarios objetos, resultado de 30 años de la más fascinante experimentación y absurda inspiración.
Han sido tres décadas creando piezas que resaltan su capacidad de obsesionarse, inspirarse y aplicar técnicas que en otras mentes podrían parecer totalmente irrelevantes para este campo. Su trayectoria ha sido tan poco convencional como los productos de su autoría.
Su origen, como el de todas sus creaciones, tiene algo de inesperado. Tom Dixon nació en Sfax, Túnez que a pesar de ser la segunda ciudad más grande de este país alberga a escasos 350,000 habitantes. Su vida dio un giro a los 4 años cuando aterrizó por primera vez en Londres. Después de vivir toda su adolescencia en la capital británica, dio inicio a sus andanzas en el mundo creativo al comenzar una carrera básica de Arte en el Chelsea School of Art, programa que terminó abandonando por desarrollar otras prácticas artísticas; entre las cuales estuvieron tocar el bajo en una banda y aprender el arte de la soldadura.
Como músico y como diseñador, este particular hombre de fisionomía monolítica admira profundamente a los Sex Pistols por la sensación de libertad que inculcaron a toda una generación Británica. Afirma que ellos abrieron la posibilidad de conquistar el éxito a punta de un talento musical casi nulo y del irrespeto total por cualquier tipo de norma; los Sex Pistols fueron su licencia creativa. Siguiendo sus lineamientos, Dixon se convirtió en un diseñador sin diploma, sin estudios, y sin la necesidad de aprobación familiar: ‟las bandas, clubs y mobiliario con el que me involucré estuvieron estrechamente dirigidos por las lecciones en independencia que me dejó mi carrera en la industria musical”, asegura.
Con cualquier objeto llevaba a cabo un proceso fundamentalmente informal: La informalidad de la experimentación le daba la libertad de producir lo que quisiera sin justificación alguna, lo que desembocó en una variedad de objetos que él mismo califica como feos o de los que se avergüenza; sin embargo, todo su conocimiento sobre equilibrio, creación de formas, producción y ergonomía fue adquirido afuera de un salón de clase y lejos de un profesor; es precisamente a la constante práctica, las fallas, las múltiples equivocaciones y a un deseo inagotable de experimentación a lo que él atribuye todo su aprendizaje.
Dixon ha creado piezas tan excéntricas como sillas forradas en trajes de látex que antes de su intervención jamás habían tenido otro propósito que el netamente sexual. Bajo sus estándares, no hay pretextos cuando se trata de crear, y aunque desconoce el por qué de algunos de sus objetos, posee gran claridad sobre sus fuentes de inspiración: sabe que sus productos son la extraña metamorfosis de su primer encuentro con una imagen, sonido o situación.
Sus años de formación se basaron en el acto puro de crear sin compromisos y sin presiones propias, de la industria y mucho menos de clientes; su destreza surgió de su voluntad y de su pasión por producir algo y de la fortuna de no tener prácticamente ningún obstáculo para poder hacerlo. El hecho de utilizar materiales que rescataba de diferentes lugares como talleres o bodegas, le permitió experimentar casi sin ningún costo, experimentar como quisiera cualquier artista o científico: obsesivamente y sin limitaciones.
Al inicio de su carrera vendía sus productos a conocidos y por precios que hoy, de acuerdo al reconocimiento que carga su nombre, se podrían tildar de irrisorios. No obstante, cabe resaltar que desde entonces su trabajo ha evolucionado sin cesar. El crecimiento de su marca comenzó cuando creó Space, una especie de laboratorio de ideas para él y otros jóvenes diseñadores de Londres. Luego, más adelante en los 80’s, diseñó para Cappellini, donde surgió, se concibió y produjo la reconocida S-Chair. De ahí pasó a Habitat (empresa perteneciente a IKEA). Su frustración dentro de ese tipo de industria ha sido otra de las muchas etapas que lo han forjado como el autor de un repertorio de artículos decorativos y espacios donde la sensibilidad por los materiales, la forma y la función son evidentes a primera vista.
Para el Tom Dixon de hoy, las herramientas tradicionales de un diseñador siguen siendo la clave de su trabajo; pues a pesar de apoyarse totalmente en la vanguardia respecto a materiales y procesos, conserva un cierto nivel de romanticismo cuando evalúa la tecnología sobre la que se apoyan los diseñadores contemporáneos. En su estudio las mediciones se llevan a cabo de manera real y tangible, razón por la cual abundan en el piso objetos a través de los cuales el equipo se aproxima a la interpretación de una idea desde un mundo concreto, donde la presencia y los tamaños de las cosas se destacan.
La escena local es tan solo una porción del mapa para Tom Dixon. Desde hace ya un tiempo sus productos se encuentran en las tiendas de mobiliario ZIENTTE alrededor del mundo. El diseñador visitó Colombia para dictar una charla como parte de un taller de diseño de mobiliario desarrollado en conjunto entre ZIENTTE y ATOM, proyecto educativo que abre sus puertas para que diseñadores locales tengan la oportunidad de materializar y experimentar con sus propias ideas, tal como él lo hace.
Tom Dixon es una de las marcas más reconocidas a nivel mundial. El diseñador, que se ha ganado su lugar gracias al conocimiento que ha sabido acumular, se ha convertido en una autoridad en el diseño actual al marcar la pauta con los fabulosos materiales y técnicas que usa en sus procesos.
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Este artículo fue publicado en nuestra edición impresa N. 26. Algunos de nuestros contenidos aún son exclusivos del papel. Para disfrutar de ellos, te invitamos a suscribirte AQUÍ.