La rearticulación de símbolos, el uso de fragmentos físicos e históricos de imágenes religiosas impresas que se han perdido y desvanecido con el tiempo; la reconquista de lo natural por encima de las construcciones humanas con respecto a la fe, y esa misma fe, congelada por el paso del tiempo, “tempanizada” en la obra del artista chileno Adolfo Bimer.
A través de la experimentación con distintos materiales (barnices, lacas, resinas y acrílico) que interactúan en 12 piezas distintas, el artista logra intervenir obras de arte religioso católico extraídas de libros de historia del arte occidental, para convertirlos en fragmentos minerales extrañamente orgánicos, de una arqueología simulada donde imágenes sagradas quedan transformadas, perdidas y subordinadas a la materialidad que los contiene.
Todo esto como una muestra clara de algo: la sociedad, al igual que la religión, está destinada a desvanecerse para nuevamente abrir las puertas a esa naturaleza que sin duda alguna nos domina.
Hablamos con Adolfo acerca de su muestra:
EXCLAMA: ¿De dónde nace Témpanos de fe?
Adolfo Bimer: Nace de una fijación que tengo por la historia del arte, por la pintura, y también de la idea de que todas las cosas a nuestro alrededor, a nuestras construcciones me refiero, terminan por deshacerse; la cosa es que nuestro tiempo de vida es muy corto y no alcanzaremos a ver como todo se destruye, pero todo se está desatomizando constantemente. En estos trabajos hay una especie de retorno de las fuerzas de la naturaleza sobre los esfuerzos del hombre por controlarlas.
¿Cómo ha sido la experimentación con los materiales?, ¿siempre los mismos o han cambiado en todo el proceso?
En un principio trabajé interviniendo con barniz sobre las reproducciones. Más adelante busqué materiales entre varias posibilidades, hasta que una amiga me mostró el que terminé ocupando, que da las sensaciones que yo esperaba. Se llama acrílico autocurable. Esto tenía que ver principalmente con que yo necesitaba fijar una imagen de papel y endurecerla para poder «mineralizarla» de alguna manera. Así fue.
Antes de esta muestra, durante el año pasado tuve una exposición de pintura. Exclusivamente de pintura. Hay un par de similitudes con Témpanos de fe en el sentido que también hay un diálogo con la pintura, como concepto, pero principalmente a nivel matérico, porque hay un paralelo en la interacción directa de materiales, y también la noción de derrame, al permitir que el flujo de la mancha tenga libertad propia y ésta determine el resultado de la forma que terminamos por ver.
¿Cómo fue la selección de las imágenes?, ¿azar, coincidencia…?
A medida que trabajaba interviniendo estas reproducciones de obras de arte, empecé a darme cuenta de que todas las imágenes que estaba ocupando eran de historia del arte religioso, pero no me di cuenta hasta que ya tenía muchas. Empecé a mirar lo que había hecho y ahí recién, hice las conexiones; se podría decir que fue algo intuitivo. No se bien porque empecé con eso, pero poco a poco empezó a tener mucho sentido el hecho de que, claro, estaba hablando de la desaparición de las construcciones humanas por manos de la naturaleza, y que mayor construcción humana que la fe. Eso es un poco lo que le pasa a la religión católica hoy en día, ha perdido mucha fuerza y poco a poco se está desvaneciendo. Esto empezó a tomar su propio curso.
Imágenes religiosas, excepto el fragmento de una obra de Piet Mondrian. ¿Por qué?
Lo que pasa es que para Mondrian, la pintura y la pureza de estas formas abstractas a las que logró llegar, eran la representaciones de lo divino; analógicamente similar a las intenciones de los pintores renacentistas y posteriores en pintura religiosa.
¿Cuánto tiempo ha trabajado en Témpanos de fe?
Las piezas enmarcadas son del 2012, aunque nunca tuve pretensiones de exponerlas ni nada, solo las hacía. Luego ya comencé a trabajar concretamente para la muestra en octubre del año pasado.
Y ¿Cómo interactúan las piezas?
Me parece que a pesar de estar agrupadas, comparten la idea de ser fragmentos de algo mayor, por lo que su interacción es a un nivel general, o por lo menos eso es lo que me gusta pensar.
Sus referencias
Me ha llamado la atención el visitar iglesias y museos antiguos, obras de arte renacentista latinoamericano, el arte antiguo religioso. Pero la referencia máxima son los libros de arte. Esta es la forma en que nosotros como latinoamericanos debemos relacionarnos con el arte que el occidente europeo nos impostó, a través de reproducciones, y no de las obras mismas en vivo y en directo. Esta distancia me parece muy importante. Además de eso, una de las cosas que más llama mi atención son las sutilezas de lo que le pasa a estas obras con el paso del tiempo; por ejemplo, una pintura del niño dios que en el renacimiento fue pintada para dar la sensación de que su cara era lozana y pura, como una porcelana, se ve deteriorada con trizaduras, craquelados y despigmentaciones, porque le han pasado más de 500 años encima. La representación ideal de algo versus lo que le está pasando al material en contacto con la realidad y el tiempo, es un fenómeno que me interesa mucho.
¿Algo interesante en Bogotá?
Particularmente acá, he visto muchas cosas interesantes, pero encontré algo que me encantó en el Museo Nacional. Eran unas cruces de hierro que se fundieron en un incendio el día que mataron a Gaitán. Las cruces estaban llenas de ribetes y formas preciosistas, además de algunas joyas, pero luego del fuego han quedado completamente derretidas. Parecen minerales, hierro puro. Perdieron la forma original de la cruz pero aún así se alcanza a entender su proveniencia. Ahora son unos trozos de hierro muy bonito.
Galería Nueveochenta.
Fecha: Del 27 de marzo al 24 de abril.
Bogotá, Colombia.
Invitan EXCLAMA y Bogotá Beer Company.