11.06.2025. Bogotá
Por Liz Caballero
Por años, la identidad se ha construido desde lo visible: el color de la piel, el idioma, el carácter, la genética, el lugar de origen. Pero también desde lo invisible: los símbolos que heredamos, los miedos compartidos, las manías y las narrativas que inventamos para darle sentido a la vida. En SKETCH —galería ubicada en el corazón de San Felipe, uno de los focos culturales más activos de Bogotá—, dos exposiciones simultáneas abordan estas capas profundas de lo humano desde prácticas radicalmente distintas, pero igualmente comprometidas con el presente.
En las salas principales se exhibe Interlace, del artista mexicano Salvador Jiménez-Flores (b. 1985). Esta muestra individual forma parte de una colaboración internacional entre tres galerías independientes —Kates-Ferri Projects (Nueva York), CAM Galería (Ciudad de México) y SKETCH (Bogotá)— que busca descentralizar los circuitos tradicionales del arte y abrir nuevas rutas de circulación simbólica y afectiva.
Jiménez-Flores entrelaza territorios y temporalidades: lo precolombino, lo colonial, lo migrante y lo futurista. Su obra, compuesta por piezas en palma, fotografía y cerámica, combina la estética del futurismo rascuache con una iconografía ancestral reinterpretada: deidades, máscaras, serpientes, lenguas y nopales. Estos símbolos no solo apelan a lo estético o lo contemporáneo, sino que se insertan en una cosmología mucho más antigua.
En su universo, la serpiente representa la sabiduría terrestre; el nopal, el eje que conecta lo vegetal y lo humano con lo divino y lo terrenal. Las esculturas son alter egos del artista convertidos en dioses latinos o figuras paganas que dialogan con las comunidades rurales actuales. Las lenguas de vidrio soplado funcionan como metáforas de la comunicación intercultural, del ser bicultural y bilingüe en un mundo que, aunque interconectado, aún levanta fronteras.
Esta visión de la migración no es únicamente personal —aunque lo es profundamente— sino también mítica. “Mi identidad como inmigrante y estadounidense implica vivir en un espacio de constante alienación”, ha dicho el artista. Sus obras, cargadas de historia, simbolismo y crítica, proponen una recuperación del futuro como territorio por construir. Un futuro en el que las personas racializadas no solo estén presentes, sino que lideren, creen y habiten.
Curada por Charles Moore, Interlace dialoga con las muestras de Gonzalo García en Nueva York y María José Chica en Ciudad de México. Más que una exposición, es un gesto de cooperación internacional, una apuesta por formas más horizontales y solidarias de hacer arte. Una forma de tejer también desde las instituciones.
En el tercer piso de SKETCH, en la recién inaugurada sala ETC, la exposición Remedios para la angustia, curada por Proyecto Hebra (Adriana Rosell & Christian Hasselbrink), propone otro tipo de tejido: el emocional. Esta muestra colectiva, que reúne a artistas como Alejandro Cabo, Karolina Rojas, Samuel Lasso, Adriana Rosell, Juan Betancurth y Danielle Kovalski, entre otros, explora las múltiples estrategias —fallidas o no— que hemos inventado para calmar la ansiedad contemporánea.
Pero en lugar de ofrecer consuelo, la exposición nos invita a quedarnos en la incomodidad: contemplarla, nombrarla, transformarla. Cada pieza —ya sea objeto, instalación, imagen o acción— actúa como un remedio simbólico que, paradójicamente, amplifica lo que busca aliviar. “La historia de los remedios es también la historia de nuestras angustias”, se lee en uno de los muros, recordándonos que los síntomas afectivos, sociales o ambientales no se resuelven: se habitan.
Algunos “remedios” se presentan como amuletos, fragmentos de memoria; otros, como procesos abiertos, heridas sin cerrar. En conjunto, la muestra es una constelación de miedos contemporáneos: la precariedad emocional, la dislocación identitaria, la necesidad de fe, la violencia ambiental.
Aunque muy distintas en tono y forma, ambas exposiciones comparten una sensibilidad común: la urgencia de reconectar con lo simbólico, con lo colectivo, con aquello que no se deja nombrar del todo. Mientras Interlace imagina un futuro donde las historias migrantes ocupen el centro, Remedios para la angustia se sumerge en el presente para encontrar formas de habitarlo sin negarlo.
En una época en la que lo visual se consume con prisa, estas muestras apuestan por lo contrario: obras que exigen pausa, atención y escucha. En un mundo que muchas veces insiste en la separación, estos artistas proponen —cada uno a su manera— el acto radical de tejer.
SKETCH
Cra. 23 #77-41, San Felipe Distrito Creativo, Bogotá – Colombia
Interlace y Remedios para la angustia
Abiertas hasta el 21 de junio de 2025