Los artistas Lonneke Gordijn y Ralph Nauta forman el colectivo DRIFT. Un estudio ubicado en Ámsterdam que reinterpreta el mundo natural y desafía nuestra percepción a través de la tecnología y el diseño.
Hace alrededor de dos años, en una de las salas principales del Rijksmuseum en Ámsterdam, colgaban del cielo raso una serie de estructuras blancas y luminosas; flores traslúcidas de seda que se abrían y cerraban lentamente en lo que parecía un vuelo vertical sincrónico. Era una visión de la instalación Shylight, obra de los artistas holandeses Lonneke Gordijn (1980) y Ralph Nauta (1978), quienes fundaron DRIFT en 2007, un estudio de diseño que desde su creación ha extendido los límites del diseño y la tecnología aplicada al movimiento para crear instalaciones que analizan la naturaleza y la relación que como humanidad sostenemos con ella.
Gordijn y Nauta centran su investigación en los fenómenos naturales que inciden en las dinámicas del movimiento de mareas, plantas y animales: los patrones específicos de vuelo durante la migración, la reacción a los estímulos lumínicos de algunas hojas o la resistencia estructural durante el crecimiento de una flor. Estos eventos son estudiados, reproducidos y amplificados en el mundo de los materiales con potencial utilitario y mediante dispositivos tecnológicos. En esta especie de transferencia de vida entre los procesos vivos y los materiales inertes, es la tecnología la encargada de facilitar la mímesis de los movimientos orgánicos y de animar de una manera controlada y artificial, lo que en la naturaleza son ritmos sincrónicos resultado de cientos y miles de años de adaptación evolutiva.
Para sus obras transdisciplinares e interactivas, DRIFT trabaja siempre en procesos complejos y colaborativos junto a científicos, ingenieros y artesanos para lograr el desarrollo de materiales y dispositivos. Y la elección de los materiales responde también a otro fin: el vidrio soplado, la luz y los tejidos, se convierten en vehículos de la emoción y la experiencia humana en relación con los elementos que soportan la vida en el mundo. Nos hablan de la fragilidad de estas relaciones, de la ilusión de la libertad, del deseo de desprendernos de nuestras propias limitaciones como colectividad, de la necesidad de conectarnos. Es por esto, que cuando sus proyectos alcanzan el espacio público, o son llevados a lo performático en lugares donde la arquitectura es generosa y los públicos activos, esa conexión y ruptura entre humanidad-naturaleza asombra con fuerza y calma.
Aquí, algunos de sus proyectos más emocionantes.
Esta instalación es una reflexión sobre la luz como sustento. Formada por cientos de diminutas semillas de diente de león pegadas a mano sobre luces LED y unidas por circuitos eléctricos de bronce, la obra es testimonio de lo inaprensible y también presenta una visión utópica de un futuro en el que tecnología y organismo se unen para sobrevivir.
Shylight es una estructura móvil que refleja la «nictinastia», un mecanismo natural que permite que ciertas especies de flores se cierren por la noche para defenderse y conservar sus recursos. La estructura compartimentada de seda permite que la luz pase a través suyo y el movimiento de la obra puede controlarse milimétricamente.
Durante la migración los pájaros se mueven como una sola entidad creando patrones. Este comportamiento es un ejemplo de organización colectiva, donde la reacción de cada individuo incide sobre el grupo. El fenómeno natural fue la base para crear esta instalación de tubos de cristal que se ilumina de forma imprevisible pues responde a los estímulos de los espectadores.
Construida con 20 delicadas alas de cristal que representan de forma abstracta todos los pasos del vuelo, 20 Steps es sobre capturar esa idea de movimiento. El ensamblaje de cristal parece el esqueleto de una criatura voladora, y la luz natural del espacio se refleja en la arquitectura para dar la sensación de estar animada.
Studio Drift y Sil van der Woerd | Drifters, a film (2017). © Studio Drift.
Drifters es un cortometraje de 12 minutos que muestra bloques de hormigón en busca de su origen y destino. La pieza va del individuo escapando en las Tierras Altas de Escocia mientras busca su lugar mítico y real.
Ego, L’Orfeo 2020 | Wilmink Theater Enschede, NL (2020) . © Studio Drift.
Ego es una escultura en coproducción con la Nederlandse Reisopera, para la ópera L’Orfeo estrenada en el 2020. Junto con la directora Monique Wagemakers y la coreógrafa Nanine Linning, en donde un bloque de fluorocarbono japonés finamente tejido de 16 km interactúa con los bailarines.
Studio Drift, All Works, (2007-2020). © Studio Drift.
Sus obras y proyectos han sido expuestos en el Met Museum (2010); Rijksmuseum (2019); Mint Museum (2019); Stedelijk Museum (2018); Pace Gallery (2017); Biennale di Venezia (2015); Victoria & Albert Museum (2009, 2015). Y hacen parte de la colección permanente del LACMA; SFMOMA; Stedelijk Museum; Victoria & Albert Museum y Rijksmuseum.
Instagram: @studio.drift
Video: DRIFT