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Sometimes the river is the bridge

Olafur Eliasson en el Museo de Arte Contemporáneo de Tokio

El mundo del arte, como lo conocemos, se ha convertido hoy en un sinónimo de movimiento, de amplio alcance, alimentado por distintos circuitos comerciales: ferias, bienales, subastas, exposiciones itinerantes. Las obras se mueven por miles de kilómetros, cruzando fronteras y aduanas hasta finalmente llegar a su destino. Allí se detienen por un tiempo y después emprenden el mismo viaje de vuelta o, quizás, uno distinto, hacia una colección privada en carácter de adquisición, o a un museo o una galería en carácter de préstamo.

Todo este movimiento genera una huella de carbono inmensa por la que no es común preguntarse, pues este indicador se asocia principalmente con el sector industrial, pero ¿qué pasaría si reflexionáramos sobre el impacto del arte en el medio ambiente? ¿qué encontraríamos?


Durante años, el artista danés-islandés Olafur Eliasson se ha interesado en la forma en la que nos relacionamos con la naturaleza y sus fenómenos físicos. Su estudio en Berlín se ha vuelto un referente en cuanto a sostenibilidad, un espacio para comunicar potenciales soluciones para el cambio climático desde el arte. Así nace Sometimes the river is the bridge, el primer proyecto piloto de una exposición sostenible que tiene en cuenta múltiples variables de impacto ambiental como el transporte de las obras, la creación de los materiales y sus desechos, las cadenas de producción e incluso, en medio de la pandemia, la forma en la que el público puede acceder a él.

Desde su página web, el artista invita al espectador a visitar la muestra en el Museo de Arte Contemporáneo de Tokio de manera virtual. Una vez allí, Sometimes the river is the bridge se desglosa en tres componentes: el viaje de las piezas hasta Japón, el laboratorio de materiales y la dimensión sostenible del proyecto. El resultado final lo evidencian las fotografías de Kazuo Fukunaga: un conjunto de obras, nuevas y de series anteriores, en las que se explora el potencial de las energías limpias, los pigmentos vegetales hechos a través de desechos de la cocina del estudio en Berlín y el reciclaje de materiales, al tiempo que se resalta la belleza de la naturaleza y su fragilidad.

Sometimes the river is the bridge propone, entonces, repensar la huella de carbono del arte, no solo aquella del circuito comercial sino también la inherente a su producción. Se trata de una declaración ética de Olafur Eliasson sobre la importancia de alinear los valores que guían su práctica artística con sus creencias personales. El acceso virtual a la muestra y la colaboración con otros agentes y estudios que comparten esta misma visión, plantean preguntas sobre el futuro del mundo del arte que, además, resuenan en medio de la cuarentena, en la que se ha demostrado que son muchas las alternativas para facilitar el acceso al arte y que se avecinan cambios en las dinámicas del mercado.

Visite la exposición aquí.

Por: María Fernanda Mancera
@mariafernandamancera

Fotos: Kazuo Fukunaga
Museo de Arte Contemporáneo de Tokio

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