Con el objetivo de defender las tradiciones regionales, la buena alimentación y el placer gastronómico, Slow Food es un movimiento que se enfoca en la calidad, en todos sus aspectos, de los alimentos que llevamos a nuestra boca.
Lula Cafe – Chicago
Cada movimiento nace en defensa de una ideología y en el caso de Slow Food no es la excepción. Empezó en 1986, en Bra, Italia, con el rechazo de Carlo Petrini a las grandes cadenas de comida rápida y como estas afectaban la vida del ser humano. Rápidamente este llamado acogió a varios amantes de la buena comida hasta convertirse en un movimiento internacional que cada día tiene más fuerza.
El Mercader de l’Eixample – Barcelona
Kensho – Buenos Aires
Su filosofía es simple, aspiran a un mundo en el que todos podamos acceder y disfrutar de una comida que sea buena para quienes la consumen, para quienes la producen y para el planeta, todo esto bajo tres preceptos. Lo primero que buscan es que la comida sea buena, fresca y que forme parte de la cultura local. Lo segundo es que el consumo y la producción no perjudiquen el medio ambiente, al bienestar de los animales o la salud humana. Y por último se enfocan en que esta sea accesible para los consumidores y que los productores tengan una remuneración justa.
Fonda Mayora- Ciudad de México
Craft – Nueva York
Más allá de esto, el término mismo nos lleva a su definición. Se basa en una comida lenta, hecha sin afán, con el corazón y con conciencia, con productos locales y orgánicos que le dan un toque extra desde la misma preparación. Para ellos la alimentación trasciende del hecho de solo comer, está relacionada con la vida, la cultura, la agricultura y el medio ambiente.
Bon Bon – Bruselas
Varios restaurantes del mundo han seguido esta corriente, destacándose por la calidad de sus ingredientes y por sus deliciosas preparaciones. Colombia no se queda atrás, gracias a su amor por los productos e ingredientes locales los cuales hacen más fuerte esta tendencia en el país.