Obras de arte con un nivel de sencillez que escandaliza
Fernando Uhia presenta actualmente su exposición “Fútbol, tenis, carros y otras cosas de hombres” en la Galería Nueveochenta de Bogotá. El trabajo tiene un grado de sencillez que desconcierta al mundo del arte, a veces tan esforzado en poner las cosas más complicadas de lo que son.
En palabras del artista, estas pinturas “están hechas para provocar”; provocar al ojo, usando el tema como excusa para crear imágenes impactantes. Las obras que llegan en un momento donde el arte parece haber olvidado la imagen para convertirse en palabras.
Esta es una conversación entre dos artistas: Fernando Uhia y Gustavo Niño. Un diálogo entre dos amigos, entre el creador y el interesado, con las características propias de la charla: comentarios mas no preguntas y respuestas, saltos fluidos de un tema hacia otro, puntos inconclusos, divagaciones, y también chismes y otras cosas que no quedaron consignadas en este artículo.
Gustavo Niño: Quiero empezar hablando de algo que me ha llamado la atención de su trabajo desde 2000 hasta acá; la cuestión de los soportes. ¿Cómo llegó a interesarse en esta disposición del objeto pictórico en el espacio, teniendo en cuenta que no es la manera tradicional de exhibir una pintura?
Fernando Uhía: Cuando estaba estudiando en San Francisco, vi la obra de un artista que se llama John McCracken, un minimalista de la costa oeste. Me llamó la atención que sus obras eran objetos que no eran ni pintura ni escultura. Algo así como lo que quiere hacer todo artista que se va a graduar… (risas)… pero yo nunca había visto que eso se lograra.
En esa época yo estaba haciendo unos óleos con temas de comida. Un día llegué al taller y vi que se había regado una pintura sobre un cartón. El cartoncito estaba recostado en la pared. Dije “Esto es lo que yo estoy buscando”. Los accidentes cuentan mucho.
G.N: Ahora que usted menciona el accidente, me hace pensar en otra cosa que me gusta mucho y es que las pinturas de esta serie tienen un ingrediente de expresión.
F.U: Sí, se fue yendo para ese lado.
G.N: Pero también está el elemento que ya existía. La fórmica es un material industrial que ya está dado, y que usted usa como herramienta pictórica. Entonces es interesante que estas pinturas quedan en un limbo entre el expresionismo abstracto y el ready-made. Cuénteme cómo confluyen esos dos elementos en su obra.
F.U: Sí, son las mismas ideas que vienen y van. En el 91 hice unas obras que eran de hule. Un ready-made, pero pictórico (aunque el ready-made siempre es pictórico, ¿no?).
Eran unos hules que vendían en San Victorino; yo los templaba en un bastidor de una manera muy rápida, y se convertían en obra. También fue un accidente; me dieron una sala grande como un galpón, y un mes para desarrollar la obra. Entonces tuve que hacer lo que hice: ir a comprar algo, armarlo y llenar. Era como una exposición elegantísima de arte abstracto, con 10 obras inmensas, aunque se trataba de puras superficies de hule comprado. Y aún así la gente preguntaba “¿Cómo lo pintó?”.
Siempre me ha obsesionado el tema de la velocidad. En estas pinturas he tenido la inquietud de cómo lograr una superficie de hule sin tener que comprarlo. Tarde o temprano llegué a la conclusión de hacer que la pintura se fundiera.
G.N: Usted ha hablado de querer “frenar” la velocidad del mundo mediático para hacerlo más reflexivo, pero paradójicamente ejecuta pinturas de manera sorprendentemente rápida, y alcanza a terminar hasta 70 en un mes.
F.U: Sí, esa ha sido una filosofía que me impuse hace años: poco tiempo de trabajo, y mucha impresión visual. Poco trabajo y gran efecto (más o menos como se hace la televisión, que tiene poco trabajo y un efecto cultural inmenso).
En una tarde puedo hacer 3 o 4 pinturas. Solo hay que tener claro lo que se quiere técnicamente y ya.
G.N: Alguna vez, hablando de unas pinturas que hizo en los 90, usted decía que lo grueso del óleo hacía ver aún más liso lo que ya era liso en la pintura. Usted está buscando ese tipo de textura perfecta industrial, pero hecha a mano.
F.U: Claro, y finalmente esto también se trata de crear una cosa provocadora; uno puede hablar de lo que sea. Puede parecerle lo peor del mundo, o puede embalarse y ver toda la historia del arte contenida en la exposición.
Algunos partidos de fútbol de 2011 fueron la excusa para hacer las obras de la pared larga. Yo veo los partidos, saco los esquemas de color y chorreo.
A veces, dependiendo de lo que pasaba en el partido, algo le pasaba a la pintura. En el partido de Venezuela-Ecuador, por ejemplo, Venezuela hizo un partidazo entonces el color que le corresponde ocupa más espacio. Todo ocurre muy rápido, porque es muy difícil ilustrar todo el drama de un partido con esmalte doméstico.
Esta serie es la Copa América. Solo son 10 equipos y ahí están representados todos los partidos. Va desde el comienzo del campeonato, hasta el final. 26 partidos: Las primeras pinturas son todos contra todos. Después se eliminan entre ellos y quedan los cuartos de final. Luego van las semifinales, con pinturas de tamaño más grande. Estos eventos son excusas para pintar y para experimentar cosas.
En los carros, también represento el color que viene del catálogo de la fábrica. Como las llantas van abajo, lo negro en la parte inferior de las pinturas representa las llantas. Es así de infantil. Y como son cosas de hombres, entonces las formas son como huevas, pipís. La verdad es que también lo hago para que la gente hable… yo odio todos esos temas de género.
Tengo estos temas como una excusa para pintar; para que las pinturas no sean totalmente abstractas, porque empezarían a volverse iguales. La parte literaria se convierte en algo visual.
Fotografía por Manuel Parra (Manu Mojito)