Hay revoluciones de toda índole. Revoluciones que han tocado espacios tanto políticos como económicos. No obstante, estos movimientos electrizantes que tratan de cambiar o transformar algún fenómeno también han tenido cabida en la música y sería un pecado, casi capital, no hablar de la salsa cuando se destaca una revolución. Al oír este género musical el cuerpo produce un choque eléctrico, una extraña sensación de no quedarse quieto, de mover las caderas y dejar salir el alma con movimientos muy sensuales que parecen un ritual. Y en realidad la salsa lo es; amerita llamarse así. No es un género musical común y corriente. No. Tiene una historia, unos ritmos ancestrales que le abrieron paso, que decidieron que podía ser una música para todos y para ninguno a la vez. Decidieron que la salsa podía ser esa música que no tendría fin.
¿Salsa desde cuándo? Sería atrevido indicar una fecha exacta, decir que la salsa tuvo un punto de partida exacto pues se dejarían de lado anécdotas, eventos, instrumentos y más cosas que sin duda le aportaron mucho al género. Sin embargo, es esencial destacar que la música afrocubana, el jazz y el mambo fueron aquellos componentes principales en la década de los sesenta (incluso un poco antes) que hicieron de la salsa un fenómeno musical bien estructurado que sigue pisando con mucha fuerza. Estos ritmos, sonidos o géneros hicieron posible que poco a poco la salsa llegara a otros espacios y oídos.
Y así fue, durante finales de la década de los sesenta y comienzos de los setenta, instrumentos como el saxofón, las maracas y la trompeta llegaron a los oídos de todo el mundo. No se sabía cómo comportarse a tan insolente e insinuante sonido que llenaba el cuerpo de sabor, elegancia y excentricismo. Pero a esta sensación llegaban siempre algunas preguntas: ¿salsa?, ¿acaso es un aderezo? Todo era nuevo y desconocido. Para algunos, el nombre de este género surgió por el músico cubano Ignacio Piñeiro y su canción titulada “Échale salsita”. Otros se van más por el lado de que inició en Venezuela a finales de los años sesenta con un disc jockey que al hacerle una entrevista a Richie Ray este último dijo que la música que hacían era como kétchup, ese componente que le da sabor a la comida. Y en realidad esto es lo que es la salsa: un sabor musical.
Pero después de los años setenta donde la salsa tuvo su gran auge, principalmente en Nueva York, con la Fania All Stars y artistas tan reconocidos como Celia Cruz, Willie Colón, Bobby Cruz, y Rubén Bladez con su inigualable «Pedro navajas», entre otros, poco a poco fue cambiando la dirección que este género tomaba. Con esto llegaron los años ochenta y con él canciones que siguen sonando hasta el día de hoy, y no solo en espacios donde los adultos añoran sus años mozos, sino también en espacios donde adolescentes y jóvenes bailan; en rumbiaderos, en fiestas quinceañeras, matrimonios, cumpleaños…
Esta salsa ochentera tan vigente como un mal reggaeton, fue llamada “salsa romántica” aunque tampoco se dejó de lado la que se venía escuchando antes. Baladas tan deliciosas como las de Willie Colón: “Oh que será” y “Amor verdadero” que pusieron a bailar a más de a uno e hicieron soñar con amores intensos. O Héctor Lavoe y su apasionado y desgarrador álbum, Strikes Back, donde canciones como “Ella mintió” y “Como no voy a llorar” hicieron alborotar el alma a más de uno. Y como no nombrar a Celia Cruz con la Fania All Stars y la canción “Bamboleo” o «Quimbara»; salsas que retumba todavía por la infinidad de instrumentos y artistas que participaron de ella. Sigue siendo una canción sabrosa para cualquier ocasión y para cualquier momento de la vida. Para algunos, parece absurdo que canciones de antes, tan melancólicas y llenas de un romanticismo que parece ajeno a este siglo, sigan sonando, y que tanto en jóvenes como en adultos, genere algo.
Podríamos hacer una lista interminable de artistas que sonaron contundentemente en esta década, que hicieron sudar el cuerpo a más de a uno y recordaron que la vida sin música sería un tormento; artistas como Ismael Rivera (Maelo) con su desgarradora voz, o cómo olvidar a Cheo Feliciano y su “sabor y sentimiento” que ponía a mover las caderas de las tías, papas y amigos un tanto inseguros en los pasos que daban.
Sin embargo, una lista de artistas o canciones de salsa que siguen sonando en la actualidad jamás hará honor a lo que en verdad fue y es la salsa: un intenso calor en el cuerpo que retumba en los oídos de jóvenes y adultos. Este género no capa década o año, no permite que su fuerza se disminuya a pesar de los nuevos géneros musicales que constantemente surgen. No. Sigue en pie abrazando cada reunión. Sigue siendo esa “bienvenida” a las etapas, alegrías y dolores de la vida.