Si en varias pasarelas se recordó el pasado con cariño, y se exaltaron culturas no occidentales que celebran la armonía y el contacto con la naturaleza, en la muestra que hizo Carlos Valenzuela junto a Daniel Hoyos de la marca Divino, se planteó un concepto imponente y agresivo, dirigido a personas que viven en la urbe y se mueven dentro del sistema del capitalismo.
Sobre esta pasarela caminaron personajes que vestían prendas andróginas. Al aura altamente contemporánea de la ropa, se contrastaba la música que nos hacía sentir en la Latinoamérica de la primera mitad del siglo XX. Carlos Valenzuela irrumpió primero con su propuesta de cortes masculinos y tonos sobrios. Sus mujeres fueron serias, independientes e imponentes.
De repente hay un cambio en la música y entra Hoyos con un son de salsa. Sus mujeres iban más ligeras, con colores alegres, con aires juveniles y rebeldes. El estilo fue deportivo, fiestero, con un toque de motocicleta.
Al final, el enfrentamiento entre los diseñadores termina con una fusión de las dos propuestas. Las mismas mujeres que visten entre semana de Carlos Valenzuela, son las que a partir del viernes por la tarde y para el resto del fin de semana escogen Daniel Hoyos. Dos historias opuestas que lograron complementarse dentro de una persona absolutamente activa y energética.