David Chaim Jacob Zilber es un chef de 29 años que ha tenido un gran gusto por la comida desde que tenía 18 años y estaba estudiando en una secundaria normal de Toronto, Canadá. Hoy trabaja en uno de los restaurantes más destacados de Vancouver, el Hawksworth Restaurant y es un cocinero muy reconocido. Sin embargo, Chaim se destaca también por adherir a su profesión un elemento que al parecer muy pocos han pensado en ese medio: la fotografía.
Nuestros recuerdos están creados por nuestros sentidos, pero aun así, para algunos, parecería ilógico que un amante de la gastronomía estuviera interesado en la fotografía. Pero si se piensa bien, no es loco, no es un absurdo, pues ambas profesiones tienen como punta de partida o final, generar una emoción o estimular otros sentidos. Ambas profesiones tienen en común la creación de memorias por medio del gusto, olfato y sobre todo, la vista.
En la vida es imposible que una sola cosa se mantenga en nuestra cabeza y esto es lo que le pasa a David. Aunque adora la gastronomía, ser David Chaim es ser otros personajes. Desde el 2002, ha intentado que la fotografía sea parte no solo de sus momentos libres sino que incluso también tenga cabida cuando esté cocinando. De hecho, participar en ambos ha generado que los vea con otros ojos y que pueda expresar diferentes emociones en alguno de estos campos.
Cuando toma alguna foto, trata de plasmar y expresar algún tipo de emoción, trata de transmitir ante el ojo de su cámara aspectos tan relevantes como irrelevantes de la vida cotidiana; por eso mantiene en línea dos diarios de sus fotografías más reconocidas: Recidivism y Prolix. En ambos diarios, David ha tomado los detalles más mínimos para impresionar y generar sensaciones. Otras de sus series fotográficas las ha llamado: Rationalism, Empiricism, Inductivism, Phenomenalism y Fallibilism, en la que obviamente, intenta plasmar o transmitir de alguna forma lo que es cada uno de esos métodos científicos o teorías filosóficas.
Sus fotografías no se destacan por ser de planos generales y majestuosos sino por el contrario, para él, lo asombroso radica en los detalles más mínimos: una pared, una grieta, una raíz, una bomba, un pedazo de comida. Detalles mínimos que un espectador regular ignora.
Pero no hay que tomar su fotografía como expresiones totalmente literales, por el contrario, le gusta confundir al espectador, pues según él, lo que espera fotografiar y expresar, no tienen nada que ver con el resultado final; de ahí lo interesante de su fotografía pues ya más de un interesado le ha hecho saber que sus fotografías pueden ser confusas pues ante ese detalle que es una flor encima de un pan, una pared o un cuadro de basura, hay mucho más para David.
De igual manera pasa cuando toma fotografías a sus alimentos y platos. Con la foto, el espectador puede degustar de cada uno de los ingredientes de un plato no solo por su sabor sino también por como se ve; se puede disfrutar de cada uno de los detalles desde otro sentido, pues tanto la comida como la fotografía, entra por los ojos. Para Chaim, esto es definitivo y tomar una fotografía de algún alimento (unir sus dos pasiones en una) es una muestra de decirle a la vida: gracias.