Las esculturas de Langdon Graves dejan atónito a cualquiera; transmiten una extraña sensación de familiaridad pero desconcierto total pues al mismo tiempo se nos presentan como objetos nuevos.
Para esta artista estadounidense, graduada de Parson Institute, la moda no es un factor determinante en su trabajo, al contrario de las palabras y la lectura, dos cosas en las cuales haya inspiración. La literatura ha jugado un papel fundamental en cada una de sus piezas pues a partir de ella puede empezar a construir una estética propia y deseada, Por esta razón, las esculturas de Graves van más allá de lo estético, son objetos que proponen algo más.
Sus creaciones resultan intensamente cálidas gracias a la paleta de colores que usa y que comprende los tonos beige, blanco, amarillo, rojo, verde, y pasteles. Al ver a cada una de las piezas, se tiene la sensación de que cada objeto tiene un fin específico, una tarea adecuada para cada situación. Las piezas semejan lámparas, teléfonos, pequeñas aspiradoras, entre otros.
Entrar a su mundo es acceder a una realidad paralela que se ve intensificada según el valor que el espectador le otorga al objeto, quien al observarlo detalladamente empieza a convencerse de su utilidad, así este realmente no posea ninguna.
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