Son muchos los fotógrafos, que mediante su lente, han causado revoluciones artísticas y sociales a nivel global. De diferentes épocas y partes del mundo, estos visionarios ponen un poco de ellos en cada imagen para transmitir sensaciones y emociones, marcando así un camino para las nuevas generaciones. Uno de estos grandes es el alemán Wolfgang Tillmans.
Nacido en 1968 en Remscheid, el estilo de Tillmans ha adquirido fuerza no sólo en el campo de la fotografía, sino en el arte en general. Es considerado uno de los grandes artistas de los noventa, época en la que empezó a surgir gracias a la crítica social plasmada en su trabajo. A principios de esta década, tanto Alemania como otras partes de Europa, como Londres, por ejemplo, vivieron una revolución; el fotógrafo tuvo la oportunidad de formar parte de la escena del acid house y capturar los momentos de éxtasis que vivió esta generación entre fiestas y trifulcas. Por estos años, la moda no era ajena a todos los cambios sociales; por lo que muchas de las actitudes y opiniones de las personas se veían reflejadas en su ropa, un fenómeno que la cámara de Tillmans logró capturar.
Fue la moda la que hizo que en 1993 la famosa supermodelo Kate Moss pasara por su lente. Años más tarde personalidades de la talla de Lady Gaga dejarían un poco de ellos en sus fotografías. Otros personajes que Tillmans hubiese deseado fotografiar, como es el caso del cantante Boy George, no han pasad a formar parte de su trabajo por negarse a salir en fotos sin retocar. Vulnerabilidad, ese es el común denominador que llama la atención de Wolfgang al fotografiar a alguien; es ese el pago que recibe de cada uno de los personajes que tanto ama retratar: la vulnerabilidad expresada en una mirada o una pose inocente.
Su talento lo llevó pronto, en el año 2000, a ser el primer fotógrafo no británico en recibir el premio Turner, y a participar en grandes publicaciones como i-D, Tempo, Spex y Prinz.
Los inicios de este grande se dieron gracias a la tecnología, y no precisamente a una cámara profesional. Fue gracias a una fotocopiadora, la primera en ser testigo de la reproducción de su arte. De ahí en adelante, generaba imágenes sin una carga conceptual, pero llenas de emociones que iban desde lo más conmovedor y romántico hasta lo más minimalista y puro. Su técnica incluía también el trabajar siempre con un lente de una sola longitud focal, sin zoom, lo cuál dejaba en sus manos y su cuerpo el punto de partida. En sus fotos también es posible apreciar una técnica realista, pues Wolfgang asegura que su motivación esencial es el deseo de unidad, fusión y sentido de la comunidad: Personas reales en ámbitos reales, con emociones y discursos reales. Un punto de vista un tanto sexual y atrevido, mezclado con el desorden generan de una forma extraña imágenes apacibles y pacíficas. “Sutilezas” como hombres orinando en sillas o parejas desnudas colgando de los arboles son parte de su trabajo.
Una increíble colección hace parte de su legado, el cuál ha sido expuesto en varias partes del mundo, incluyendo el Centre Georges Pompidou en Paris, el Hammer Museum en Los Angeles, el Hirshhorn Museum and Sculpture Garden de Washington, The Metropolitan Museum of Art de Nueva York y el Museo del Banco de la República en Bogotá, entre muchos otros. Wolfang también ha operado la exhibición Between Bridges desde el 2006, y junto con Terry Richardon y Juerguen Teller, se ha convertido en parte de una trilogía que fue capaz de marcar todo un estilo para los nuevos fotógrafos.
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