De manera simultánea a la Bienal de Venecia se llevó a cabo la segunda versión de Glasstress 2011. La exposición se presentó en el Berengo Centre for Contemporary Art Glass y en la universidad Wake Forest, y en otras locaciones secundarias. Aunque se sabía que Glasstress se presentaba como alternativa de la Bienal de Venecia, muchos se preguntaban si ésta era una feria de arte en el formato regular, es decir, si era una muestra de los pilares del arte contemporáneo, como lo hace su contraparte veneciana.
Pieke Bergmans (izquierda). Michael Kienzer (derecha)
La respuesta: Glasstress es una feria de arte con una base caprichosa. Uno de esos proyectos que parecen salidos de la cabeza de un niño consentido, que tiene una idea loca, pero que al desarrollarla funciona a la perfección. Se trata de una muestra monumental de obras hechas exclusivamente de vidrio.
Marya Kazoun (izquierda). Atelier Van Lieshout (derecha)
Para evitar que el espectador confunda la propuesta con artesanía, las obras que se incluyen en Glasstress son de artistas internacionalmente famosos. Algunos contemporáneos como Edwin Wurm y Dan Graham, y otros de épocas pasadas, como Louise Bourgeois, Man Ray y Robert Raushenberg, por nombrar un par dentro de más de 50 participantes.
Erwin Wurm (izquierda). Recycle Group (derecha)
Glasstress 2011 fue concebida por tres curadores reconocidos, Lidewij Edelkoort, Peter Noever y Demetrio Paparoni, y contó además con la colaboración de Bonnie Clearwater.
El evento no solo expuso obras en el formato convencional (dentro de la sala expositiva), sino que también impulsó proyectos de instalación en sitio específico, tanto en interiores como al aire libre. En estos participaron Zaha Hadid (la arquitecta del momento), Kennedy Geers (el artista de esculturas ‘políticamente incorrectas’), Magdalena Jetelova (cuya obra desafía los límites de la estructura/física), entre otros.
Thomas Schütte (izquierda). Yuichi Higashionna (derecha)
Los curadores organizaron la exposición en torno a la compleja relación entre arte, diseño y arquitectura, en una época de la que se dice, ha superado la modernidad.
Al articular en una sola muestra piezas que solo tienen en común el estar hechas del mismo material, se pretenden a abrir unos interrogantes: ¿Qué hace que un objeto que está formalmente condicionado por su función se vuelva una obra de arte? ¿Para responder al espíritu del momento, debe una obra de arte referirse solo a ella misma?¿Se podría decir que hoy la función de un objeto de diseño es suficiente para que ese objeto represente el espíritu del momento, sin importar su cualidades formales? Estas complejas preguntas, que se refieren tanto al cuerpo de los objetos como a su aura, inspiraron Glasstress 2011.
Al final, lo que la línea curatorial desea es cuestionar de nuevo la noción del “arte por el arte”, tan presente en las vanguardias del siglo XX. Las obras por su parte, en su aspecto físico y conceptual, invitan al espectador a observar las variadas maneras en las que el ser humano puede expresarse a través del vidrio. Las mil posibilidades que existen para darle forma a la fragilidad.
Tomas Libertiny (izquierda). Vik Muniz (derecha)
Fotografía por: Francesco Allegretto
www.glasstress.org