Aldo Chaparro es peruano pero reside y tiene su taller en México. Aún así, conserva un estudio en Lima en el que trabaja principalmente con piezas en madera y en hoja de oro, al ser materiales disponibles en mayor medida que en otros lugares como Nueva York, Madrid o México, donde también están localizadas otras sedes de su estudio. En parte eso explica las piezas que trajo recientemente a Bogotá y se exhiben en la galería Nueveochenta hasta el 15 de agosto de 2017.
En total son 4 materiales -madera, neón, láminas de acero y estructuras de latón pulido- los que Aldo utiliza para completar las piezas escultóricas instaladas en el segundo piso de la galería. El visitante se siente atraído por las tres columnas negras de madera con cortes afilados, que se alzan imponentes asemejando tótems aunque sin rostro ni alguna forma figurativa reconocible.
A contrapunto encontramos dos piezas elaboradas con tubos de neón. Una de ellas cuelga de una de las vigas de la galería, mientras la otra está instalada en una de las paredes a manera de un marco sin lienzo. La pieza en la sala contigua es un rompecabezas de madera con diferentes volúmenes y geometrías, las cuales añaden una dimensión rústica a la exploración de los materiales, al tiempo decorada con hojilla de oro, tono recurrente en la trayectoria artística del peruano.
Las piezas de metal por las que Aldo ha sido mundialmente reconocido también se exhiben en la sala, para la que en esta ocasión ha elegido un color bronce cuyo resplandor ilumina el recinto. La forma final es un gesto del artista, que aplica directamente la fuerza de su cuerpo sobre la materia, consiguiendo una obra ajustada a la energía depositada en el cuerpo inerte. El movimiento de Aldo Chaparro con la superficie de una lámina de acero recuerda en parte el performance que ha definido la técnica action painting de Jackson Pollock con las telas. Al igual que el norteamericano, Aldo también transforma la materia a 180 grados y en su forcejeo con el metal recuerda la danza que singulariza la forma de cada pieza; la cual, a su vez, el artista fija en el nombre de cada lámina plegada con la hora cuando esta ha sido terminada.
Entre las intervenciones más actuales del artista se encuentran espacios como el hotel Amastan Paris en la capital francesa; aunque en Colombia ha preferido intervenir áreas vinculadas con alguna forma de espiritualidad, como la iglesia de Santa Clara en Bogotá y la mina de sal en Zipaquirá. La exposición “51% + 24/4” vuelve a incitar la reflexión sobre el aura en culturas primitivas, a pesar de que su trabajo esté situado en la plástica concreta del arte más contemporáneo.
Fotografía: Eliana Baquero / Cortesía: Nueveochenta