Julián Rincón, es un arquitecto colombiano radicado en París desde hace tres décadas. Su estudio, fundado en 2001 y especializado en proyectos internacionales, se ha convertido en una de las firmas más sólidas de Francia. Complejos de viviendas, edificios de oficinas, grandes hoteles, proyectos de urbanismo y equipamiento público en Europa, Asia y África hacen parte de su trayectoria.
Después de formarse como arquitecto en Colombia, y gracias al premio Corona que recibió cuando terminaba sus estudios, Julián Rincón viajó a París para realizar una especialización en Construcción Industrializada en la Escuela de “Ponts et Chaussées”. Al terminar decidió continuar su formación en programación y gestión de proyectos públicos en la Escuela de Arquitectura de Paris-Villemin y terminó quedándose en la capital francesa para crear años después una de las oficinas más exitosas de la ciudad: International d’Architecture. Conversamos con él sobre su pasión por la industrialización de la arquitectura y la experiencia de diseñar grandes proyectos internacionales.
E: ¿Cómo concibes el espacio y la arquitectura?
JR: En la vida de un arquitecto hay muchos períodos. Al momento en que te gradúas realmente no eres arquitecto; siento que empiezas a serlo después de muchos años de experiencia. Es una evolución muy interesante, pues esas nociones sobre el espacio y arquitectura se transforman y comprendes que todo lo que haces está pensando en el ser humano como la dimensión más importante, y en que la percepción del espacio es fruto de una emoción. Todos los días trato de pensar en quienes habitarán los espacios que diseñamos.
E: Durante estos veinte años, tu estudio ha desarrollado alrededor de 340 proyectos en 23 países desde la optimización del espacio y su integración con el sitio de emplazamiento. ¿Cuál es la esencia de International D’architecture?
JR: Creo que la esencia de la firma es el respeto por la cultura del lugar donde trabajamos. Evitamos crear una estética demasiado personal, pues preferimos un análisis del contexto y encontrar respuestas que respondan a sus necesidades específicas. El nombre del estudio viene de mi deseo de tener una agencia abierta y construir una red internacional. Empezamos con un equipo muy pequeño y ahora somos más de treinta personas trabajando en proyectos mixtos en Europa, Asia y África.
E: ¿Cómo es el proceso de diseñar para lugares de historias, culturas y comunidades tan diversas?
JR: Lo primero que hacemos es un proceso de investigación e intercambio con los habitantes del lugar; estudiamos su cultura, conocemos su historia y estamos atentos a la voluntad política que plantea los proyectos; así logramos traducirlos de una forma positiva para obtener un resultado arquitectónico coherente con el entorno. Siempre hay un acompañamiento de las instituciones estatales y culturales. Cuando la reacción de las comunidades es positiva durante las presentaciones previas, podemos saber si el proyecto puede funcionar. Es importante integrar el paisaje, los habitantes, pensar en la escenografía nocturna e incluir arte. Recuerdo un proyecto de vivienda social que realizamos hace alrededor de diez años en un distrito que en ese entonces atravesaba una situación social tensa. Incluimos varias obras de arte en el hall del edificio y el día de inauguración, las personas que iban a vivir allí no podían creer que fueran para ellos. Siento que el arte debería estar cerca de todos, así que siempre procuro trabajar con artistas para lograrlo.
E: Tus proyectos impactan el ámbito del urbanismo a escalas importantes. ¿Cómo logras equilibrar la funcionalidad y la estética?
JR: Creo que el buen resultado de un proyecto tiene que ver con la capacidad de análisis y la síntesis entre funcionalidad, estética e impacto urbano. Todo esto se encuentra ligado a la emoción y responde a una intención. Siempre puedes mejorar los proyectos; pero cada vez que te enfrentas a uno nuevo ya tienes el aprendizaje de los anteriores contigo, así que resulta más sencillo encontrar soluciones a los desafíos. Durante la última década hemos estado más enfocados en la sostenibilidad y tratamos de hacer una reflexión global desde lo ambiental.
E: ¿Entonces crees que sí hay una dirección hacia la arquitectura sostenible?
JR: Se está pensando mucho en la arquitectura modular y en fortalecer los sistemas locales de producción de insumos para la construcción, y así evitar los grandes desplazamientos de materiales. Sí hay una nueva generación de arquitectos que piensa en construcciones de menor impacto ambiental, pero es a los inversionistas a quienes tenemos que convencer de que la rentabilidad también pasa por el futuro de las siguientes generaciones. En las facultades de arquitectura hay un trabajo muy consistente para que los estudiantes entren en la reflexión sobre lo sostenible. Creo que el cambio está llegando y nuestra labor es acompañarlo.
E: Hablemos sobre algunos de los proyectos de International d’Architecture.
JR: Son muchos, pero durante la pandemia los proyectos internacionales estuvieron en espera, sin embargo pudimos continuar con uno en la capital de Camerún, Yaoundé, que incluye un hotel cinco estrellas, un centro comercial, un complejo de oficinas y un centro de convenciones. Hace poco hicimos la residencia diplomática para Vladimir Putin en las afueras de Moscú que me llena de orgullo; es una historia curiosa, pues querían que tuviera arquitectura francesa, y el francés era, lo cual es muy divertido. En Argelia y Rusia tenemos dos grandes proyectos de urbanismo llamados “Ciudades Nuevas”, que se construirán dentro de los próximos veinte años. Por su dimensión e impacto, la reflexión fue completamente diferente. Las oficinas de arquitectura tienden a especializarse en un tipo de construcciones; pero para mí era importante tener posibilidad de trabajar en distintas direcciones. Me gusta esa transversalidad en el conocimiento y la riqueza intelectual que resulta de ese intercambio. También está el restaurante flotante en el Sena, un proyecto pequeño que está inspirado en una obra de arte que es especial no por su escala, sino porque es personal y podríamos decir que tiene alma.
E: Desde hace algunos años, Colombia vive un momento de transformación urbanística. ¿Cómo ves el presente de la arquitectura en el país?
JR: Siento que hay una evolución urbanística importante. Empecemos por la gran formación académica de las universidades colombianas y también por las iniciativas de urbanismo social en ciudades como Medellín y Bogotá. Por supuesto hay que creer profundamente y encontrar medios para que ese conocimiento pueda materializarse. Pero pienso en la fuerza de esa minoría creadora que es la que logra hacer avanzar al mundo y que también se encuentra allí.
Julián recuerda la escultura que había en el parque central del barrio Libertadores en Sogamoso, donde creció; una pequeña réplica de la Torre Eiffel a escala 1:10 y nos cuenta sobre su siguiente proyecto, la renovación del primer piso del monumento icónico de París. “Algunos sueños se pueden realizar”, dice, antes de despedirse.