Por Andrés Rodríguez Stepanichtchev
En torno a la concepción de reparación del tejido social, la marca de moda colombiana A NEW CROSS refleja en su colección 2018 la problemática sobre el desplazamiento socio-cultural hacia las urbes, a través de la misma reinterpretación de la artesanía local.
Todo lo que no tejí es una apuesta que alude a caminos inconclusos que remontan parajes con finales inciertos; una bitácora de incontables líneas terminales (cortadas) que evocan historias interrumpidas, donde el vacío es el reflejo de un contexto abisal.
La colección se configuró a partir de un trabajo de co-creación con diferentes comunidades artesanales del país, tomando como punto de partida un análisis del contexto de las mismas. El fique emergió como protagonista tangible, bajo el reto de incrustar sus hilos, uno a uno, en cada prenda.
Como resultado: 20 looks que vieron la luz en BCapital 2018, con el objetivo de resaltar la conciencia de una transformación dispendiosa, contraria a las dinámicas efímeras del mundo actual. Al entender el material desde la raíz, cada pieza mantiene una esencia tanto contemplativa como funcional.
Fuera de lo convencional, y según la tradición A NEW CROSS, la pasarela inaugural reveló una vez más los cruces existentes entre la moda y el arte. En una manifestación performática se presenció cómo una serie de cuerpos tendidos se fueron despojando de revestimientos telares para detonar preguntas sobre la memoria colectiva.
La colección cuestiona aquella identidad sobre el territorio que habitamos, donde las texturas y el material se convierten en contenedores de memoria. Bajo esta premisa, se evidencian siluetas simples compuestas por gamas de color tierra que obedecen a la analogía del arraigo y desarraigo.
Adentrarse en el universo de A NEW CROSS es encontrar caminos de reinterpretaciones infinitas. Ante toda subjetividad, no hay mejor
testimonio que el de su creador Nicolás Rivero.
EXCLAMA: ¿Cómo define la marca en tres palabras?
Nicolás Rivero: Monocromática, funcionalista y contemporánea.
EXCLAMA: ¿Cómo es su proceso de concepción, creación y producción?
Nicolás Rivero: Mi ejercicio va más allá de marcar una concepción e involucrar un tema, es más como la colección me habla a mí. En mis viajes nunca voy a un territorio con una idea preconcebida, llego con las manos vacías para ver qué pasa. Al regresar traigo los materiales a mi estudio y empiezo a articularlos con el lenguaje de las prendas que he desarrollado, siempre quiero llevar un mensaje.
EXCLAMA: ¿Cada cuánto produce una colección?
Nicolás Rivero: Cada año. Involucramos una selección de materiales distinta en cada colección, por lo que cada pieza puede tomar hasta un mes en hacerse. La cuestión de presentar una colección de otoño/invierno o primavera/verano le sirve solamente a cierto tipo de países; mi labor conlleva una intención artística que se desliga del sistema de la moda, el cual considero completamente arcaico y eurocentrista.
EXCLAMA: ¿Algún otro punto de quiebre que declara la marca?
Nicolás Rivero: Somos un proyecto pequeño, no creamos piezas de manera serial. Cada prenda es absolutamente limitada y tiene detrás un equipo que funciona dentro de un diálogo horizontal. Todas las prendas que existen en el planeta han pasado por mis manos, siento que hay un pedazo mío volando por distintos lugares.
A NEW CROSS se ha dedicado al estudio del cuerpo, entendiendo la ropa como el espacio mínimo habitable en el que se puede estar. Hoy en día, sus prendas itineran en Bogotá, Kuwait, Osaka, Madrid, París, Londres, Tulum, Ciudad de México, Chicago y Berlín.