Por: Luisa Fernanda Martínez Gómez
El otoño de 2016 la artista Carolina Daza estuvo en el Jardín del Tarot de Niki de Saint Phalle en Toscana, Italia. Allí la alemana Anna Paula Honig le tomó fotografías al lado de varias esculturas, en posiciones que le vienen bien por el yoga. El resultado de ese trabajo colaborativo es una instalación en la que Carolina le presenta a Medellín quién fue esa gran artista feminista del siglo XX, en la cuarta versión de Sense, el espacio efímero que hace pop up en la ciudad para vivir experiencias de arte, cultura y sostenibilidad.
Este mes en Sense 4 el homenaje es a lo femenino. Mujeres, locales e internacionales, han pasado por Envigado con sus proyectos y motivaciones. Entre ellas, la artista española Chechu Álava quien dejó su espíritu femenino y el aire de su poesía en tres ilustraciones de Niki de Saint Phalle que integran la exhibición.
Chechu Álava, sus mujeres y su obra en Sense 4:
En un otoño diferente, en 2012, Carolina Daza conoció a Chechu Álava. Era de noche en Saint-Germain-des-Prés en París en la casa del crítico gastronómico Juan Manuel Bellver. En la velada estaban varias personalidades, entre ellas la artista española.
“Cuando la conocí quedé encantada”, expresa Carolina. Su manera de hablar, su brillo interior, su talento y su energía femenina impresionaron a la directora de Sense. La admiración fue recíproca. La pintora e ilustradora de Piedras Blancas, Asturias (1973), aún reside en París.
Desde niña Chechu solía dibujar mujeres. Cuando escuchó su voz de artista, siendo estudiante de Bellas Artes-en la Universidad de Salamanca-, quiso indagar la obra de sus predecesoras, mujeres que para entonces no era tan visibles. Estas se convirtieron en las que llama sus “hermanas mayores” y que guiarían el resto de su vida artística.
Le gusta la pintura figurativa, los retratos y los paisajes (y es lo que hace). Las mujeres que retrata son de todos los tiempos. El placer de la Venus de Urbino, Las doncellas, Lee Miller con dolor de cabeza, Ingrid Bergman, Hannah Arent, Marga Gil Roësset, Tina Modotti y Frida Kahlo, Eva Hesse, Sylvia Plath y Blonde, son algunas de ellas. Sus obras han pasado, en su mayoría, por galerías y ferias en España y Estados Unidos, y otras hacen parte de colecciones privadas sobre todo en Europa. En 2013 expuso por primera vez en Colombia la obra Souvenir en la galería Nueveochenta en Bogotá. Se encuentra en museos nacionales como el Museo de Bellas Artes de Asturias y fue incluida en la publicación 100 painters of tomorrow de la editorial Thames & Hudson.
Prefiere crear desde lo cercano y autobiográfico y eso lo mezcla con el universo que le apasiona: lo femenino. Una pasión que parece ser recompensada. Es madre de dos mellizas que ahora ocupan ese espacio de creación. Identificada con su nuevo rol, se une a las palabras que escribió su amiga Marina Shterenberg, con quien estudió en Amsterdam: “la práctica diaria de ser madre y artista es una experiencia de inmigración diaria, una toma de conciencia aguda del delicado equilibrio entre la pertenencia y la rareza. Desde la cocina hasta el estudio es como cruzar las fronteras nacionales. La maternidad me ha desafiado para mantener mi trabajo relevante, al punto y sincero «.
Niki de Saint Phalle es una artista a la que apenas se acerca. Sobre las ilustraciones que hizo para Sense 4 y sobre el feminismo, Chechu Álava cuenta:
¿Por qué le pareció importante participar en un proyecto como Sense en la ciudad de Medellín?
Carolina Daza, la impulsora de la exposición, es una mujer que quiero y admiro. Cuando la conocí en París fue como un soplo de aire fresco en medio de una ciudad que a veces resulta muy dura. Sus propuestas en Medellín me parecen lugares de encuentro e intercambio muy positivos.
¿Cuáles son los criterios o qué tiene en cuenta para elegir a las mujeres que pinta?
Antes que nada, hay una fuerte empatía, un sentimiento que podría parecerse al amor y que me impulsa a pintarlas. Puede provenir de algo que ni yo misma conozco.
¿Qué es lo que más le impactó o inspiró de Niki de Saint Phalle?
Tuvo la valentía de liberarse del corsé burgués y represivo del que provenía su familia. Supo ser libre y creer en sí misma como artista. Se proclamó feminista y era consciente de la opresión a la que son sometidas las mujeres (ella misma fue violada por su padre a la edad de 11 años). Ante la adversidad se levantó una y otra vez. No tuvo pudor en reivindicar otra manera de crear, desde su propia perspectiva y de manera autodidacta.
¿Qué busca transmitir en los tres momentos de Niki que ilustró para la exposición?
Hay un retrato muy sencillo, en el que aparece de joven sentada en un sillón de mimbre, que fue portada de la revista Elle. Su estilo y su carisma era innato.
El dibujo «Niki y el fusil de pintar» viene de una fotografía que me recuerda los antiguos retratos de los reyes cazando. Como ella decía: “solo una mujer puede utilizar un fusil para crear en vez de para destruir”. Ella disparaba contra murales blancos y tras el disparo aparecían los colores que daban vida a la obra.
La otra imagen «Niki paseando», sencillamente es de una elegancia y una gracia que me pidió ser pintada. Creo que ella tenía una personalidad compleja y estos son solo tres pequeños ejemplos de sus múltiples facetas.
¿Qué piensa del rol de la mujer hoy en nuestra sociedad?
El sistema capitalista se apoya en el trabajo invisible de la mujer, que cuida de la casa, la familia, los ancianos, los enfermos y sin ella la torre de naipes se derrumba. Es una situación injusta y profundamente desequilibrada.
¿Cómo cree que se puede reinventar el feminismo?
El futuro será feminista o no será. El patriarcado, que forma parte del sistema capitalista, se empieza a derrumbar. Solo un cambio de paradigma donde la mujer tenga el lugar que merece y se contemplen sus derechos y libertades, generará una sociedad equilibrada.
Hoy en día hay muchos feminismos. Es interesante pues plantea diferentes maneras de actuar. A veces parece que se dan pasos atrás porque hay mayor visibilidad de la violencia machista que antes era silenciada. Muchas mujeres y hombres son conscientes de la necesidad de evolución y cambio. Esa fuerza imparable es visible en internet.
No me interesa un feminismo que me equipare por completo al hombre y a todo lo que no me gusta del sistema, que desprecia la naturaleza, la maternidad, es represivo con el cuerpo de la mujer y piensa en términos de producción y consumo. Seguir en esa espiral no lleva al cambio. El feminismo no se puede separar de otras problemáticas como la crisis ecológica, el maltrato a otras especies animales… El despertar femenino tiene el poder de integrar respeto, anhelo de paz y una mayor comprensión de la vida y la existencia. En mi ideal de futuro todo va unido.