Rostros y partes femeninas se muestran de manera poco usual. Los planos están pensados para remontarnos en situaciones cotidianas y salirse del plano erótico cliché. Elementos como una tapa de caja de leche que se abre desde el pezón, crema rosada deslizándose entre los pechos, saliva burbujeante que cubre los labios, lenguas enredadas, bocas que simulan océanos y platos de ramen, céspedes por podar o podados en la zona de la pelvis o en la cara, entre otros close-ups puede encontrar en su trabajo.
El alemán hace una propuesta visual que genera múltiples sensaciones. Sentarse y ver sus series fotográficas nos pone en un plano elevado. Las bocas carnudas, rojas y jugosas parecen una sandía y dan ganas de tocarlas, sentirlas e interactuar con ellas. Y en el camino, te tropiezas con una cortina de pelo que cuelga de la ceja abriendo la ventana de la mirada de la modelo, o luces que reflejan de un prisma iluminado parte del rostro.
Sus primeros planos están acompañados de detalles que juegan un papel importante: no caer en la lubricidad. Apreciar lo que rodea estas escenas pone la cabeza en modo descendido. Figuras humanas en miniatura, pedazos de vidrios rotos, velas encendidas, bolas de helado y hasta estampillas de LSD son los complementos que hacen de la imagen una fotografía artística reveladora.
Las redes sociales como Instagram y facebook, página web y giphy son los medios por el cual el artista hace conocer su trabajo y lograr seducir a sus seguidores sumergiéndolos en latentes fantasías.
IG Marius Sperlich
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