Este edificio construido en Hamburg, Alemania, demuestra que las fachadas además de ser pieles que protegen la estructura de factores ambientales también pueden convertirse en una fuente de generación de energía.
IBA-Hamburg GmbH / Martin Kunze
BIQ es el nombre de este edificio de cinco pisos cuya fachada frontal está cubierta por 129 persianas que actúan como tanques de cristal llenos de algas. Dentro de los tanques fluyen corrientes de agua con nutrientes líquidos y dióxido de carbono para alimentar las microalgas que, sumando los rayos de sol, realizan el proceso de fotosíntesis que además de producir oxígeno, mantiene la bioclimática en su interior y da un aspecto siempre cambiante a la verde fachada.
Al finalizar su ciclo de vida, las algas son cosechadas y llevadas a una central de tratamiento ubicado en el interior del edificio donde se compilan en una espesa biomasa que se transforma en biogas. De este modo el edificio produce energía renovable usada para la calefacción durante el invierno y mantiene una temperatura fresca durante el verano gracias a la reproducción de las algas dentro de las persianas. Además, del proceso de filtración de la cosecha es posible extraer uno de los aceites más codiciados por la industria farmacéutica y cosmética.
IBA-Hamburg GmbH / Johannes Arlt
Aunque el edificio ya está construido, aún funciona como un experimento. Los creadores del proyecto Arup, SSC Strategic Science Consultants y Splitterwerk Architects darán un par de años para probar cuánta biomasa es capaz de producir la central y verificar que cantidad de bioenergía y aceite es capaz de producir el edificio. Sin embargo, este proyecto es visto como un modelo de los edificios del futuro: auto sostenibles y productores de biocombustible.
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