Probablemente en algún momento hemos experimentado cómo los espacios afectan nuestros comportamientos, más de lo que llegaríamos a pensar. La reciente coyuntura que se vivió a nivel mundial a causa del COVID-19, hizo que este fenómeno fuera mucho más evidente para todos, llegando al punto de generar cifras alarmantes sobre el estado depresivo que padecen los seres humanos en la actualidad; un tema que se ha mantenido bajo las sombras de una sociedad que vive de las apariencias y de las sonrisas postizas de los comerciales de televisión.
El artista y diseñador Duyi Han (1993), ha explorado de manera contundente la relación entre la arquitectura, el diseño y la salud mental a través de su último proyecto titulado “Ordenanza del tratamiento subconsciente”. Se trata de un apartamento de cuatro dormitorios ubicado cerca de Shanghái, que, siguiendo los modelos arquitectónicos de un típico apartamento chino, entabla un juego intimidante y enigmático cuando altera las formas arquitectónicas de los espacios, personalizándolos con colores y objetos específicos que contienen diseños y frases especialmente seleccionadas para reflexionar sobre las emociones.
Este intrigante apartamento, es utilizado para visitas o estadías cortas de algunos invitados, eventos de té, exposiciones y charlas que tratan temas sobre la importancia de la salud mental y el conocimiento y control de las emociones, al tiempo que plantea una reflexión sobre las tensiones psicológicas inherentes a la conciencia colectiva de la China moderna.
Cada espacio reconfigurado y transformado, propone reflejar específicamente un estado mental; desde la habitación rosa que se asemeja a una casa de muñecas, o la habitación verde azulado con mueblería y objetos distintivos de los templos budistas con símbolos y mantras religiosos sobre el alivio del dolor y la búsqueda de la felicidad. Así mismo, se encuentra diseñada una habitación “fantasmal” cubierta con cortinas blancas cuyos laberínticos espacios con paredes fractales sobresalientes, crean ambientes de tensionante extrañeza, similar a las que vemos en los filmes psicológicamente perturbadores de David Lynch, pero con un toque mucho más Pop.
Cada uno de los objetos tapizados en seda, se encuentran bordados a mano con modelos de estructuras químicas de hormonas, neurotransmisores y vitaminas que intentan promover un estado de ánimo “feliz”, así como pensamientos positivos gracias a la dopamina, la oxitocina, o la serotonina. Así mismo, contienen una serie de frases relacionadas con la salud mental y los momentos terapéuticos como: “El reconocimiento es el primer paso”; “Mis médicos no pueden explicar mis síntomas o mi dolor”; “La abstinencia puede ser algo complicado cuando nos mantiene despiertos por la noche”; o “A nadie se le debe enseñar que el amor es la cantidad de mierda que puedes tolerar de alguien”.
“Veo los objetos de diseño coleccionables como artefactos o dispositivos que registran la historia cultural humana…Son una continuación contemporánea de los objetos culturales históricos que ves en un museo”.
Con este intrigante proyecto que ha cuidado cada detalle en términos arquitectónicos y formales, Duyi Han, propone que tomemos conciencia sobre lo que las exigencias de la modernidad ha producido en los individuos y sus mentes manipuladas y exhaustas, en un “aviso de derrumbe”, a través de estéticas arquitectónicas que nos advierten en algún momento de que las cosas no están del todo bien; y con ello, este diseñador se ha propuesto «confrontar, intimidar, confundir, hipnotizar, provocar, abrazar, calmar o curar a la audiencia».
Fotografías: © Duyi Han