Y las palabras se hacen tinta
Por estos días, es más común que la gente sienta una atracción potente hacia la imagen, y si no un rechazo, sí cierta distancia hacia el escrito. Sólo basta recordar la controversia que se generó alrededor de una de las columnas que Camilo Jiménez en su blog hace pocos meses. María Martínez es una fotógrafa española, amante de las letras.
Pero ese no es el caso de María. Esta fotógrafa española, amante de las letras, trabaja los dos polos; el uno hace parte del otro. La imagen de su obra no puede independizarse de sus textos.
Además de sus estudios en la Escuela de Fotografía y Centro de Imagen de Valencia, dentro de sus influencias está David Alan Harvey, con quien participó en un workshop junto a otros 14 fotógrafos seleccionados para mostrar diferentes versiones de las fiestas de Valencia.
“Las imágenes me contaban historias que necesitaba escribir, y otras veces los textos me pedían imágenes. En ocasiones he tenido textos esperando durante meses la foto que pudiera contar su historia”. Sin que sea necesario decir más, estos son los tres proyectos de María Martínez:
ARITMÉTICA INNECESARIA
Algunas veces veo tu suma en el plano, cuando tu tangente me atraviesa desde lejos.
Decido dividirme para hacerme más fuerte,
pero el resultado es menor al esperado.
Decido aplicar una regla de tres,
y la incógnita sigo siendo yo.
Nunca se me dieron bien las matemáticas.
Siempre me quedo con menos manzanas que tú.
Mi tren nunca se cruza con el tuyo,
mis canicas se quedan en tus grupos enteros,
la sombra de mi bandera no llega al punto X
Me he dado cuenta de que no he aprendido nada importante, porque sumarte solo me ha restado.
Además, nunca se me dieron bien las matemáticas.
SE COMPRAN OJOS VERDES
Me he puesto el vestido que no te gusta….el de las pequeñas flores amarillas…
He salido a la calle con el pelo suelto, los labios rosados y con perfume de cactus…
He comprado una nube y se ha puesto a llover a mi alrededor…
Las flores de mi vestido se han caído al suelo y la gente se las ha llevado pegadas en sus pies…
Me has dicho que te gustaban mis ojos y te los he regalado envueltos en lágrimas..
He escuchado cómo te alejabas y no he podido ver dónde te escondidas….
He recogido las flores del suelo y me he sentado a esperarte….»
ESTÚPIDA MARIPOSA
Este es el cuento de una estúpida mariposa. Ella no era como las demás, principalmente porque no era real. No estaba viva y por más que ella lo desease,, no lo estaría nunca. Pasaba sus días como objeto decorativo en una ventana. Miraba con sus estúpidos y muertos ojos lo que pasaba en el mundo real. Lo que hacían las personas reales con sus cuerpos reales. Ella nunca tendría algo así. En un descuido de su compradora, saltó por la ventana esperando destrozarse contra el pavimento y dejar restos de su cuerpo ficticio. Cerró sus ojos de plástico y esperó el golpe que acabaría con sus alas sintéticas y con esa odiosa purpurina que la cubría.
Eso nunca ocurrió. Nunca tocó el suelo. Su dueña-compradora la sustituyó a los dos días por otra un poco mas grande y sin ataques suicidas. Los patos de porcelana de la tienda de la esquina cuentan que voló más alto que ningún otro objeto decorativo y que sintió el sol en sus falsas alas; que el calor despegó la molesta purpurina que ella tanto odiaba; que sus ojos de plástico vieron anochecer cerca del mar.
Y nunca más se supo de la estúpida mariposa.