Olga Piedrahíta es la gran representante de la moda independiente en Colombia. Desde 1982 ha contribuído al campo con una visión que encuentra la belleza en los contrastes. Más que una diseñadora de moda, Olga Piedrahíta es una creadora de indumentaria que se alimenta de todo tipo de referentes estéticos, sociales y culturales para construir piezas basadas en la experimentación. Para muchos la moda es diversión, glamour, elegancia… Para ella es una alianza con el arte, con el teatro, y con la buena música.
Con una identidad presente colección tras colección, pero con mil variaciones y reinvenciones, Olga Piedrahíta se consolida como una marca de ropa con influencias y conocimientos multidisciplinarios con una estética a la vez armónica y desequilibrada.
En una conversación, la diseñadora le dejó ver a EXCLAMA su opinión sobre el diseño emergente, sobre la libertad que le da su independencia, sobre su historia y sobre sus fuentes de inspiración.
EXCLAMA: ¿Cuál ha sido el recorrido de Olga Piedrahíta?
Olga Piedrahita: Llevo casi 30 años contando historias de moda a mi manera. He estado en la coyuntura de todo lo que pasa en la moda colombiana pero siempre de manera independiente: nuestra visión de la moda es libre. Las tendencias son para nosotros fuente de información pero no las tenemos en cuenta a la hora de crear.
Mi formación es mucho más de artista. Estudié arte en Estados Unidos y eso lleva a que nuestra moda sea polémica, sin quererlo. La gente reacciona a lo que desconoce sintiéndose excluida, y esa exclusión hace que la moda que hacemos no siempre se reciba con los brazos abiertos.
La moda que yo hago no existe con el propósito de seguir tendencias, es sencillamente lo que yo quiero contar y lo que yo se hacer. Las estéticas generan siempre un nicho de confort cuando llegan a las diferentes localidades; provincias pequeñas, ciudades grandes, etc… Cuando la gente se acomoda a ellas y las usa, las asimila, las permite y les da un pasaporte. Esos son procesos largos dentro de los cuales lo que yo hago es especular con la estética, con nuevas propuestas, y obviamente en ocasiones estas son leídas equivocadamente.
Todo este proceso ha significado oírnos a nosotros, más que oír la respuesta del medio. Y no porque ésta no nos importe; hacemos una propuesta comercial, nos interesa vender y hacemos ropa portable. Pero hemos persistido y persistido como marca en nuestro propio discurso.
¿Ha tenido algún discurso estético claro que hayas querido impulsar en el medio colombiano? ¿O va cambiando de colección en colección?
Un diseñador o un creador –que son dos cosas distintas– siempre se oye a sí mismo y lo que hace toda la vida es repetirse a sí mismo con variaciones. Las variaciones son exactamente lo que quiero contar con cada historia. En cada temporada se imprime el sello, el ADN de la marca.
Hay diseñadores que se desgastan, y otros que logran reciclarse. Pero reciclarse no es volverse otro; es una reingeniería con uno mismo.
¿Hacia qué mujer está dirigida su marca?
Hacia ninguna mujer. Esa es una gran pregunta y siempre tengo la misma respuesta. Cuando yo empiezo a crear, no tengo al cliente en la cabeza. Yo hago una exploración con unos temas, y con una sensibilidad dirigida hacia ciertos puntos que estoy desarrollando. Yo no voy creando y diciendo “esto se lo va a poner esta mujer, esto no, etc”. Evidentemente, el foco de mi producción está en la creación y en la exploración.
A mi tienda entra cualquier persona a quien la marca le cuente algo. Yo no sé quién se va a fascinar con lo que hacemos, tampoco tenemos un común denominador.
¿Cuál es la forma en que el público recibe cada colección?
Hay colecciones que gustan más que otras, pero a mí lo que me interesa es someterme a la creación libre, no ajustar mi obra a fórmulas taquilleras.
Hay un riesgo de caer en la fórmula fascinante que uno mismo crea, pero si uno se queda ahí, se estanca. El creador se tiene que zafar del propio invento exitoso y someterse al riesgo.
Ha trabajado como impulsora de talentos independientes en Colombia. ¿Cómo ha sido esa experiencia?
Eso ha sido una bandera importante para nosotros. Los jóvenes talentos han sido mi discurso y mi interés.
Me preocupa que los jóvenes no estén haciendo el ejercicio de realizar pasarelas completas; ellos están trabajando en mostrar un par de piezas en boutiques colectivas. Sin embargo alimentar una boutique colectiva con otros diseñadores es muy fácil… 3 o 4 piezas cada semana y listo. Pero contar una historia con toda su fuerza es otro cuento. Qué mujer escoger… cómo desarrollar los materiales… accesorizar… la magia de la puesta en escena… nada de eso se está haciendo.
Hacer 4 prendas no equivale al ejercicio de hacer colecciones, por eso mi bandera es interceder para que los jóvenes comiencen a hacer ese ejercicio. Soy la única marca independiente que está constantemente viendo qué están haciendo los jóvenes, explicando sus marcas, hablando con los organizadores de las semanas de la moda para hacerles ver los nuevos talentos.
¿Cómo pueden hacer los jóvenes para acceder a las grandes plataformas de la moda?
Vanguardia, libertad. Hay que crear, hay que inventar, y también hay que aguantar y hacer grandes esfuerzos. No es fácil. No hay entidades económicas que apoyen la moda independiente en Colombia.
Queremos pasarelas independientes para los jóvenes, con una auditoria experta. Ser joven no significa tener talento. No todos los que se gradúan de artistas son artistas, y no todos los que se gradúan de diseñadores son diseñadores… Eso no se compra ni se vende, o se tiene o no se tiene.
Necesitamos ser muy agudos para encontrar verdaderos nuevos talentos e impulsarlos.
¿Cómo se puede desarrollar más el campo?
Se necesita cultura. Se necesita formar la intelectualidad con el cine, con el arte, con la literatura, con la música, ¡con la calle!
Cada ciudad es interesante en su urbe, en su vida cotidiana…. Ya sé cómo es la Quinta Avenida de Nueva York, ya sé cómo es la Avenida Foch de París: el lujo es muy igual esté donde esté. Lo inspirador está en otro lado, en el metro, en la calle, en los sitios underground. Ahí es donde está la dislocación, la fractura interesante para crear algo.
Lo aspiracional casi siempre lleva al mismo camino. Hay que viajar mucho, comparar, recorrer, leer en cantidades.
Se necesita educación, y mucho arrojo. Hay que ser capaz de someterse al experimento y arriesgarse a que lo desbaraten a uno.
Olga Piedrahíta
Carrera 14ª # 82 – 36. Bogotá, Colombia
www.olgapiedrahita.com