Recorrido por la exposición de Sherman
en el MoMa
Escrito por Carolina Venegas Klein
Más de ciento setenta fotografías de Cindy Sherman cuelgan en las paredes del MoMa en Nueva York: Estereotipos femeninos que invaden la publicidad, el cine y las revistas. Clichés de mujeres indefensas, atractivas, que quieren encantar pero a la vez luchan por reformular su lugar en la sociedad de los 50 y 60. Mujeres violentadas, heridas, histéricas y marginales que usan vestidos de alta costura. Otras que posan como modelos de Playboy pero vestidas, sin mirar a la cámara, sin buscar despertar deseo y perdidas en sus propios pensamientos. Paisajes de cuerpos en descomposición, grotescos y desagradables. La historia del arte reformulada, con sus artificios revelados y burlados. Payasos de colores y hadas de cuento en composiciones delirantes y aterradoras. Retratos de mujeres burguesas y ostentosas que casi envejecen ante nuestros ojos… La retrospectiva resulta tanto abrumadora como reveladora.
La exhibición da cuenta de los 35 años de trabajo de esta fotógrafa norteamericana, reconocida por cuestionar los arquetipos de la feminidad, el género y la identidad. Por medio de autorretratos, la artista muta su personalidad y su rostro hasta que estos se desvanecen y ya no son un uno reconocible sino el de miles de mujeres que son una sola, primigenia, única, sin alma, plástica, adolorida, cualquiera.
Dividida por series, la muestra recorre la carrera de Cindy Sherman desde sus inicios, en 1979, cuando con su serie “Untitled Film Stills” —que la posicionó como una voz crítica en el arte contemporáneo— empieza a cuestionar la idea de feminidad que transmiten los medios y que formula identidad. Son decenas de fotografías en blanco y negro que adquieren vigor al verse juntas.
A continuación están sus fotografías de moda (de gran formato y a color), comisionadas por reconocidas revistas e incluso por algunos diseñadores, en donde las modelos no transmiten deseo, belleza ni glamour. Por el contrario, estas imágenes no obedecen ninguna de las reglas de la moda, pues constituyen una crítica a la imagen que las mismas revistas venden. La serie “Centerfolds”, que sigue, es tal vez una de las más impactantes: cada foto una es un momento íntimo que tal vez no debió ser retratado, en el que la modelo no hace contacto visual con la cámara sino que se sumerge en sus propios pensamientos. Esta serie es un comentario sobre el voyerismo.
Más allá están los retratos que asemejan diferentes momentos de la historia del arte clásico, en los que la artista posa de aristócrata, de Baco y otros clásicos de las grandes obras de la pintura, camuflada bajo pelucas, prótesis de varios tamaños y colores, metros de tela y vestidos de época.
Luego está la sala de fotos como de fotomatón de típicos personajes del paisaje norteamericano y la de payasos aterradores que se multiplican una y otra vez dentro de la misma fotografía.
La retrospectiva cierra con una extraordinaria serie en la que enormes retratos de mujeres de alta sociedad, adineradas y de edad, representan cómo es envejecer en un contexto obsesionado con la belleza, el estatus y la idea del dinero como fuente de la eterna juventud. Son imágenes digitales y con fondos manipulados, como mucho de lo que hace Sherman hoy en día. Además están llenas de detalles que son guiños sobre la fragilidad y el constante engaño al que nos sometemos por vernos sumergidos en esta dinámica social.
Por último está el gigantesco mural que decora la entrada a las salas. Se trata de cinco personajes de casi seis metros de alto. Cada uno viste un atuendo diferente y, aunque a primera vista parecen venir del medioevo, ser caballeros o damas de una corte, realmente son personajes vestidos con disfraces de segunda que se complementan con prendas contemporáneas y anacrónicas. Este mural, creado por Cindy Sherman especialmente para esta retrospectiva, retrata a cinco personajes excéntricos que parecen vivir entre la realidad y la fantasía.
Cada imagen de esta retrospectiva es una pieza elocuente que no se va con rodeos y que da cuenta de una artista prolífica que evoluciona con cada nueva idea. Cada serie refleja una época de la vida de Sherman y es el resultado de una búsqueda por entender cómo se construye la identidad. En su obra hay muchas cindys, múltiples versiones de la misma mujer que se repite hasta que se desdibuja. Queda la duda de quién es la verdadera Sherman, quién la mujer detrás de las fotografías. Que cada cual encuentre su propia respuesta.
Más información: http://www.moma.org/interactives/exhibitions/2012/cindysherman/