Pasarán los siglos y el cuerpo nunca dejará de escandalizar.
Camilo Ospina estudió Bellas Artes con énfasis en fotografía y pintura. Después de vivir trece años en Barcelona, volvió hace dos años y medio a Bogotá, donde se dedica a la dirección de arte. Pero nunca, ni en Europa, ni en Colombia ha dejado la fotografía. Se ha compenetrado con este campo, tanto desde la perspectiva profesional como desde el pasatiempo.
Ha presentado sus fotografías en varias publicaciones con el ánimo de trabajar de manera directa con alguna de esas revistas colombianas. En todas hubo choque. En algunas admiración por el talento. En ninguna funcionaba un trabajo fotográfico con este nivel de carga visual. “En el fondo yo sabía que mis fotos no encajaban en ninguna de esas publicaciones. Y en este momento ya no intentaría hacer parte de ellas”, cuenta. “Ahora estoy haciendo mi trabajo de forma totalmente independiente, y me gano la vida de otras maneras”.
El género de Camilo Ospina es el retrato, pero también tiene otros dos componentes: naturaleza muerta y paisaje. No trabaja con series específicas; es de esos fotógrafos que dispara la cámara –que, por lo demás, siempre tiene a la mano- cuando encuentra algo interesante. Por medio de experimentación logra texturas distintas en sus fotos, que las ayudan a escapar de la superficie digital que hace que las imágenes contemporáneas luzcan todas iguales.
¿Sus futuros proyectos? grabar una película porno. Así como lo oye. “Una película con porno bien hecho. Porno bonito”, lo pone en sus propias palabras. Hasta ahora, el proyecto está en primera etapa. Tiene todo el material acumulado y están en proceso de consolidarlo. En este caso, Camilo va a trabajar con amigos. Y aunque suele trabajar independientemente en sus fotografías, también ha hecho juegos colaborativos –como la ocasión en que se encontraba con un amigo en un cementerio de Londres, y decidieron desnudarse, jugar sobre las lápidas con los objetos que encontraban, y tomarse algunas fotos. Un recuerdo que hoy encuentra sumamente irrespetuoso. Pero no por eso la imagen deja de ser interesante-.
Lo que vemos en estas tomas son retratos tomados desde 1998 hasta ahora. “siempre son personas cercanas a mí. Siempre” Es así como logra momentos íntimos sin forzarlos. “A veces, la gente ve mis fotos y dice ‘¡Ah!, Camilo siempre empelota a todo el mundo!’. Pero no se trata de que yo les diga ‘¡empelótese!’. Las cosas se van dando y las personas se van desnudando (yo diría que también se desnudan a nivel personal). No es ‘ven te tomo una foto, sácate una teta y listo’, como Terry Richardson. La cosa va llevando siempre a que nos desnudamos con naturalidad”.