Hace más de 15 años en medio de luces citadinas y personas desconocidas, un joven fotógrafo (titulo otorgado por la vida y no la academia) mandaba señales de vida a editores y artistas mediante un libro llamado The Kids Are Alright, una recopilación de algunos de sus trabajos dónde los protagonistas eran sus amigos más cercanos, personas de Nueva York un tanto marginados de la sociedad. Ryan McGinley, es su nombre; uno de los fotógrafos estadounidenses contemporáneos más recordados en los últimos años por haber dado inicio a un estilo particular y haber dejado un legado para los nuevos talentos. El crecer en un mundo lleno de estímulos y estar rodeado de una vida placentera y divertida lo llevó a desarrollar una estética capaz de llamar la atención de cualquiera.
Mientras algunos disfrutan la fotografía de arquitectura o de paisaje recónditos, McGinley encontró su nirvana en el cuerpo humano. La piel, sola, sin ninguna prenda que la decore o lo distraiga. Lo indescifrable y excitante que puede ser el cuerpo desnudo resulta un tanto obvio al ver el trabajo de McGinley, donde cuerpos jóvenes sin arrugas se pasean por las calles o saltan eufóricos en contraste con multiples colores vivos, campos florares o cuevas iluminadas de forma fantástica.
Inspirado en la estética del nudismo en los calendarios de los años sesenta, McGinley atesora la eterna juventud mediante retratos en exterior y en estudio, siempre con una buena iluminación y una composición capaz de dejar los colores en perfecto contraste. Su trabajo lo ha llevado incluso a ser el artista más joven en exponer en el Whitney Museum de Nueva York, y a ser el fotógrafo elegido para grandes campañas de marcas coo Marc Jacobs, Uniqlo, Wrangler, Myspace, y Levi’s.
El mundo encantado de McGinley es una muestra del descaro y la búsqueda de la identidad; los rostros y cuerpo de los jóvenes fotografiados no son una alegoría a la sexualidad ni mucho menos a la sensualidad, lejos de los propósitos eróticos estos desnudos toman forma de identidad, pues se trata del reconocimiento del cuerpo y de lo que este representa para cada uno de los adolescentes en el trabajo de McGinley. Fotos con balances que hoy en día encontraríamos fácil en algún filtro de instagram, pero que por ese entonces causaban curiosidad mediante su belleza y su «factor D», «D» de desnudo.
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