La obra de la artista francesa Annette Messager oscila entre la realidad y la fantasía. En su amplia producción es posible encontrar instalaciones que a menudo incluyen dibujos, esculturas, fotografías y todo tipo de materiales característicos del Arte Povera. El objetivo de este movimiento artístico, nacido en Italia durante la década del setenta, fue producir un arte ligado a la realidad inmediata a través de materiales precarios y de fácil acceso para así asegurarse que las obras no fueran comercializadas.
Las temáticas y escenas que Messager representa son a menudo oscuras y crudas. El análisis de tres de sus obras Mes Voeux (1989), Penetration (1993-94) y Casino (2005) permite ver cómo dentro de su basta producción hay una línea que se mantiene, una sutil referencia al lado oscuro de los pensamientos y sentimientos que, muchas veces, está ligado a la construcción cultural, política y religiosa de cada sociedad. En este sentido, los monstruos y las criaturas híbridas presentes en la obra de esta artista, al igual que los fragmentos de órganos corporales y objetos comunes, se convierten en un reflejo de los rituales y prácticas que atraviesan la vida diaria de los seres humanos.
En Mes Voeux, la artista hace referencia a los exvotos y al poder que les ha sido otorgado a lo largo de los siglos. En una sociedad contemporánea donde el culto al cuerpo crece exponencialmente, estas fotografías funcionan como una clara alusión a la idea de éste como un objeto de canje; ya sea para sentir que se pertenece a un contexto específico, como el mundo del espectáculo, o para conseguir un sustento económico a través de su exposición y uso. El paralelo que la artista realiza con la Edad Media es claro, pues así como los exvotos solían funcionar como una prueba del pacto que el devoto tenía con la Iglesia, en este caso apelan a la manera cómo el cuerpo es ofrecido a la sociedad contemporánea.
Penetration, por otra parte, es una instalación que se compone de esculturas de grandes dimensiones hechas en algodón, poliéster, nylon y lana. Al ingresar al espacio, el espectador se enfrenta a algo que le resulta familiar: órganos reproductivos, intestinos, hígados, estómagos, corazones, huesos, arterias, venas y riñones. El título de esta obra no sólo hace referencia a la acción que el público debe realizar una vez entra a la exposición: penetrar el espacio y moverse entre las piezas, sino que también alude a la penetración de la piel hasta que se llega a lo más oscuro, donde está lo que no se puede ver. Por esta razón, la instalación está acompañada de una serie de luces que facilitan la observación de los detalles presentes en cada órgano.
Ahora bien, al estar suspendidas de un hilo que sale del techo se establece una relación visual con los productos cárnicos que se cuelgan en los mataderos. A partir de esto, surge una reflexión en torno a la idea del desmembramiento del cuerpo, pues finalmente los órganos son presentados de manera individual y sin un orden aparente. Con esta obra Messager trae a la luz ese lugar oscuro en donde se encuentran los órganos vitales para vivir. Esta paradoja entre la crudeza de los órganos y la importancia de su rol es la misma que se presenta una vez las esculturas se construyen; pues pese a que representan órganos que en realidad son viscosos, los materiales suaves a la vista y al tacto invitan a que el público las toque e interactúe con ellas.
Finalmente, una de sus obras más recientes es Casino, una instalación presentada por primera vez en la Bienal de Venecia del 2005. Según la artista, la idea de la obra surgió a partir del cuento de Pinocho, la marioneta que quería convertirse en un niño de verdad. Con una duración de diez minutos, la instalación se compone de fragmentos de madera que hacen alusión al muñeco, almohadas de satín rojo y una serie de luces. Durante este tiempo, las piezas de madera giran sobre su centro y descienden mientras que las almohadas iluminadas van tomando vida al inflarse y desinflarse. Del mismo modo, es posible ver la proyección de un reloj que marca el tiempo que la marioneta tiene para vivir antes de volver a morir. La crudeza de esta pieza no reside únicamente en el trasfondo cruel inherente a la historia de Pinocho, sino al carácter visceral de la instalación; en donde el espectador se ve encerrado en un espacio oscuro con almohadas que al inflarse lo atrapan mientras los muñecos de madera descienden sobre él.
Messager con su obra, construye escenarios para que el espectador se sumerja y se enfrente con un mundo oscuro en el que tal vez se pueden ver reflejados sus miedos o sus más profundos pensamientos; finalmente, esto es lo que nos hace humanos.!