La moda Suiza
Por Juan Ricardo Rincón
La arquitectura, ese oficio milenario que conforma el patrimonio cultural de civilizaciones, países y ciudades, es hoy por hoy una tendencia. Y aunque esto no caiga bien en los debates más abstractos del seno académico, es cierto. Tanto la arquitectura como el mundo mismo padecen de saturación. Si antes los referentes eran aquellas joyas que se consultaban silenciosamente en alguna librería o biblioteca local, eso ahora es cosa del pasado. Actualmente el diseño arquitectónico se ha vuelto en la mayoría de casos una operación de cohesión de ideas compartidas. Como en una partida de Tetris, muchos estudios actuales (y sobretodo aquellos que se autodenominan jóvenes/experimentales) conforman sus proyectos de piezas de moda que van cubriendo los huecos de sus edificios. Seamos francos: esa interminable línea digital de imágenes arquitectónicas hace que muchos armen sus propuestas de retazos editoriales; de tendencias que se repiten en proyectos de arquitectos colombianos o daneses. Esta noción de vanguardia es el nuevo comodín del arquitecto. El nuevo puente por el que puede cruzar sin tener que pronunciar esa “superficial” e incomoda palabra que lo aterroriza: moda.
Ante la disonancia de este panorama, ¿con qué animo o seguridad hablamos de arquitectura contemporánea? Con ninguno. Precisamente, esto es lo valioso de los cuatro proyectos que veremos; su apatía al in vogue de propuestas que no paran de repetirse; un día vestidas de museo en Tenerife, otros de hospital en Chile, o de colegio en Beijing. Eso sí, todas al último grito de la moda.
Ante esto, hay personajes como el suizo Valerio Olgiati, que al referirse a su proyecto Casa Amarilla, expone: “Mi arquitectura, es como yo. No cree en nada”. Esta afirmación (narcisismo aparte) es una buena manera de entender la obra del provocador arquitecto. La Casa Amarilla de Olgiati, actualmente espacio de exposiciones, surge como una recuperación de un edificio que estuvo vacío durante 20 años. Así, el proyecto irrumpe en el paisaje tal como lo hace la Casa en Lumino de Davide Macullo. Casa Amarilla es sin duda una abstracción inteligente tanto de su proveniencia, como de su entorno de edificios a manera de palacetes italianos. La construcción no es más que una caja revestida en placas de piedra pintadas de blanco, con vanos profundos que esconden el vidrio de las ventanas. Su cubierta en lajas de piedra a cuatro aguas, y la ausencia de rejillas, son una de las maneras en las que Olgiati hace del edificio una abstracción conciente del entorno, sin los mismos bombos que procuran otros proyectos para decirle al mundo que son contemporáneos.
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