Escrito por Juan Ricardo Rincón
Los festivales de música han dejado de ser aquellas islas que pasaban remotamente en algunas ciudades nada más. Hoy por hoy parecen ser el pan de cada día esté donde se esté; de Bogotá a Estambul la idea del festival parece ser un gana-gana para todos los que en este participan. Desde los artistas que ahora tiene más trabajo que nunca, hasta el público que puede elegir entre lo más selecto de la música, y obviamente los promotores que ¿por qué no? muchas veces bien merecen su tajada.
Sin embargo, y como todo en la vida, las cosas tienen escalas y trascendencias; hablando de festivales estamos acostumbrados a qué el show por lo general se lo lleven los más vistosos: Coachella, Glastonbury y Lollapalooza (Chicago). Unos son en el desierto, otros en el campo o en la ciudad misma, y aunque las experiencias pueden variar de uno a otro, el formato y los propósitos tienden a repetirse. Es aquí donde entra uno del que tanto oímos y del que tanto hablan y hablan (muchas veces sólo por hablar) quienes han vivido en Barcelona: el Sónar.
El Sónar como bien lo cuenta su leyenda, es un festival para la música avanzada, y por más engañosamente sexy que parezca este subtexto, es cierto. A diferencia de otros festivales, el Sónar se puede vivir tanto como una gran fiesta, como una experiencia casi académica si se prefiere. Así, y sobretodo en el Sónar de día, se puede pasar el tiempo en el escenario principal el cual amenizan en su mayoría los grupos que por más populares que sean no dejan de ser excelentes. Entre Bonobo, FM Belfast, Plastikman o DJ Harvey (por mencionar pocos), vibraron los asistentes en el escenario principal patrocinado por cerveza Estrella. Sin embargo, para quienes se interesaban más por la música netamente electrónica inclusive con vertientes más experimentales, estaba el Sónar Hall; un espacio obscuro de cortinas de terciopelo rojo donde el desfile lo encabezaban personajes como Trentmoller, Nils Frahm, Simian Mobile disco, Jon Hopkins, James Holden y hasta Matmos (la nueva revelación de la música experimental). Ahora, sí usted se en cambio prefiería más el funk o el dubstep, seguro fue de esos que más tiempo pasó en el Sónar Dome bailando al ritmo de Dengue Dengue Dengue, Buraka Som Sistema o TOKiMONSTA.
Sin embargo, el Sónar se ha consolidado a través de los años por su versión nocturna. Esto vendría siendo el Sónar by Night en Fira Gran vía de L´hospitalet, donde inicial y solamente se realizaba el festival. Así, hoy en día el Sónar by Night va hasta las siete de la mañana en un recinto de tres escenarios monumentalmente grandes donde se albergan lo que se puede considerar los «platos fuertes» del festival. Este año lo lideraron Caribou, Four Tet y los siempre despampanantes Masive Attack. Por otro lado, la sorpresa estuvo a cargo de la banda en ascenso: Rudimental, que con un show de 1 hora y 30 no dio respiro a ninguno de los asistentes. También (y como en todo festival) parece ser indispensable darle pan al pueblo y de esta manera, los siempre mediocres y poco talentosos Boize Noize tuvieron su espacio, que decepcionantemente produjo una de las asistencias más grandes de todo el festival.
El sónar es sobretodo un recorrido por las diversas vertientes de la tecnología y la música contemporánea, pues “contemporáneo” parece ser una palabra que tienen muy claro sus organizadores. El Sónar +D le da a los visitantes una cuidadosa muestra de arte electrónico emergente en el cual se pueden ver proyectos en solitario de artistas locales. Desde proyectos de grado, en este caso de la IAAC (Instituto Catalán de Arquitectura Avanzada), pasando por charlas de desarrolladores y programadores, hasta el ya conocido salón de Hackeo. Geeks, artistas, Dj’s y desarrolladores de software comparten un mismo espacio que gira alrededor de una comunidad creativa que refleja un sentir actual, alejado de lazos y nostalgias innecesarias. Todo esto con una programación ideal y en una ciudad que casi de manera cliché, viene siendo el paradigma del verano ideal: Barcelona.
Todo indica que el Sónar viene a Bogotá en diciembre del 2015. En hora buena para la capital Colombiana que parece no cansarse de mostrar buenos síntomas en el ámbito musical. Sin embargo, sea en Bogotá, Copenhagen, Reikiavik, Cape Town, Tokyo (todas ciudades donde hoy se realiza el festival), o la siempre primaveral Barcelona, la música avanzada del Sónar siempre será una buena excusa para desplazarse por el mundo.!
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Este artículo fue publicado en nuestra edición impresa N. 25. Algunos de nuestros contenidos aún son exclusivos del papel. Para disfrutar de ellos, te invitamos a suscribirte AQUÍ.