Una mirada a la obra de Reuben Margolini
Es difícil creer que una danza tan increíblemente armoniosa, fluida y que nos remite a lo orgánico sea producto de una escultura mecánica. Esta es una de las percepciones que más asombran al ver las obras cinéticas del artista Reuben Margolini.
Aunque su objetivo principal no es hacer una copia de la naturaleza, sus complejas estructuras logran encapsular los patrones orgánicos de una gota de lluvia, una ola o el movimiento del viento. La intención de Margolini es crear conexiones entre la atmósfera del entorno natural y las cualidades del objeto plástico.
Las piezas son hechas con materiales reciclados, madera, poleas y cables y son construidas con un gran trabajo técnico que se traduce en un mundo maravilloso de movimiento en ondas. Ese mundo, como explica Margolini, es el resultado de un impulso estético donde el proceso creativo y el proceso de construcción encuentran su balance.
Sin embargo, no sólo los movimientos paisajísticos son la inspiración de sus proyectos. En ocasiones, la base está dada por el dinamismo y la expresividad del cuerpo humano. Es el caso de Connected, obra desarrollada en conjunto con el coreógrafo Gideon Obarzanek. En ella, el artista se vale de la danza para transmitir el movimiento a las esculturas cinéticas.
Sin importar cuál sea la materia prima de sus esculturas, el movimiento siempre hipnotiza al espectador. La esencia propia del objeto -sus materiales, su forma, su sombra, su volumen y sus reflejos- es revelada y el espacio se transforma en movimiento, generando una experiencia estética que deja a cualquiera sin aliento.