Durante más de tres décadas Wolfgang Tillmans (1968), ha sabido entender que no existe algo que sea demasiado banal o pequeño para que no merezca tener atención. Esa atención, por supuesto, la ofrece desde su ojo/lente, y desde su cámara, extremadamente lúcida como la del conocido texto de Roland Barthes donde nos alerta de que hay una especie de “cordón umbilical” entre la cosa fotografiada y la mirada.
«Wolfgang Tillmans: Mirar sin miedo” es el nombre de la retrospectiva que actualmente se está presentando en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, (MoMA), sobre uno de los fotógrafos más intrépidos y notables del siglo XXI, cuyo trabajo se ha enfocado en reivindicar conceptos básicos de la fotografía desde lo directo y lo auténtico; así como retratar todos los aspectos del mundo a través de su lente, considerando, además, la importancia entre una política de la igualdad y la conciencia histórica.
La reproductibilidad técnica de la fotografía, su ubicuidad a través de los medios, contrarresta el aura atribuida al original y a los ideales de singularidad y especificidad que reclaman algunos eruditos en ciertos debates sobre la fotografía y la imagen, muy sobre las líneas de Walter Benjamin. De hecho, el trabajo de Tillmans, (escribe en el texto del catálogo la curadora Roxana Marcoci), “plantea una serie de preguntas: ¿Podría la imagen mediatizada a veces ser más impactante o duradera que una experiencia directa del trabajo? ¿Podría ser igualmente significativo, aunque diferente? Cómo ver y cómo comunicar el ver son el quid de la capacidad de la fotografía para articular el mundo en términos relacionales: descentrado, no jerárquico, abierto a las diferencias.”
Con más de 400 imágenes, obras individuales y videoinstalaciones, esta retrospectiva ha sido nombrada como uno de los espectáculos más importantes del año en cuestiones de exhibiciones. “Desde imágenes extáticas de la vida nocturna hasta imágenes abstractas hechas sin cámara, desde retratos sensibles hasta proyecciones de diapositivas arquitectónicas, desde documentos de movimientos sociales hasta bodegones en alféizares, desde fenómenos astronómicos hasta desnudos íntimos, Tillmans ha explorado aparentemente todos los géneros imaginables de la fotografía, experimentando continuamente con la forma de hacer nuevas fotos. Considera que el papel del artista es el de “amplificador” de causas sociales y políticas, y su enfoque está animado por una preocupación por las posibilidades de forjar conexiones y la idea de unión.”
En términos museográficos, la coherencia que se expresa a través de las fotografías sin marco y puestas con alfileres, así como las impresionantes fotografías enmarcadas que se presentan al lado de las páginas de revistas, crean todo un universo explosivo de imágenes donde hay constelaciones que se agrupan en las paredes, en mesas y en fotocopias a color y a blanco y negro en una “democracia visual en acción”, pero que, finalmente es el espectador el que deberá encontrarles su ruta de sentido. Esto se debe, por lo demás, a que el espectador que se acerque al espectáculo, deberá ser tan agudo, incisivo y lúcido como su creador.
“Veo mis instalaciones como un reflejo de la forma en que veo, la forma en que percibo o quiero percibir mi entorno… También son siempre un mundo en el que quiero vivir”.
Jerry Saltz, el reconocido y temerario crítico de arte escribió sobre el fotógrafo para Vulture: “El alemán de 54 años es mucho más que un fotógrafo; es un erudito visionario que ha derretido las fronteras entre lo alto y lo bajo, lo interno y lo externo, lo comercial y lo esotérico. En 2000, a los 32 años, se convirtió en el primer fotógrafo en ganar el Premio Turner y ha sido objeto de dos exposiciones en la Tate. Hizo la portada del álbum Frank Ocean’s Blonde , colabora con la revista iD y hace música. (¡Su álbum del año pasado es genial!) Ha sido actor, cineasta, activista y DJ. No es casualidad que el mejor fotógrafo de su generación proviniera de un entorno tan variado”.
Wolfgang Tillmans: Mirar sin miedo, estará abierta hasta el 1 de enero del 2023. Tras su presentación en el MoMA, la exposición viajará a la Galería de Arte de Ontario y al Museo de Arte Moderno de San Francisco. Esta muestra ha sido organizada por Roxana Marcoci, curadora sénior de David Dechman, con Caitlin Ryan, asistente de curaduría, Phil Taylor, y el Departamento de Fotografía del MoMA.