21.09.2022
Por: Ángeles Carmona Barón
El sentido siempre se materializa
en lo cotidiano
Jean-Marie Klinkenberg
Fotografía por MINCOTUR Ministerio de Industria, Comercio y Turismo. Gobierno de España.
¿Podemos pensar la diferencia? ¿Podemos pensarla desde la moda que se escabulle entre lo superficial y lo cotidiano? ¿Qué tiene que ver entonces aquella diferencia con las expresiones individuales y nuestros conceptos naturalizados? La atención puesta por los medios de comunicación al uso de los tenis blancos por parte de Irene Vélez Torres, ministra de minas y energía, nos muestra no solo el encuadre mediático generador de controversias, sino también nos ayuda a comprender las prácticas de descubrimiento y construcción de identidades para lograr afirmar nuevas posiciones en los espacios sociales.
“No deberíamos estar hablando de esto”, mencionaron algunas de las personalidades influyentes en el ámbito político de nuestro país; sin embargo, al encarar la superficial problemática quizás podamos atisbar las cuestiones identitarias que nos rodean, la estrecha relación entre el poder y aquella hegemonía estética que establece qué es aceptado y qué no. Entonces, ¿qué puede llegar a ser o hacer una ministra colombiana cuando los códigos sociales expresan reglas aprendidas dentro de una burbuja casi irrompible? Los códigos expuestos dentro de los ejercicios de poder—connotaciones válidas dadas en zapatos, carteras, marcas, colores y siluetas— están regidos por protocolos estrictos donde nichos familiares hacen que sus generaciones aprendan las reglas desde la infancia. La pregunta por los códigos es mucho más compleja porque hacen parte de una segunda naturaleza donde la mirada individual depende de otros que responden a la misma tradición normalizada. Vivimos un caso particular hace cuarenta años cuando Gabriel García Márquez decidió romper los protocolos de etiqueta al recibir el premio Nobel de Literatura sin llevar el frac color negro previsto para todas las ceremonias de la academia sueca. El liqui-liqui, traje típico regional, aun fuera de su contexto se conjugaba dentro de los campos del poder y distinción porque aquel vestido representaba ‘elegancia’. Desde una fructífera relación entre irreverencia estética, el escritor colombiano en su discurso se preguntó por aquellas libertades que nos son permitidas: “¿por qué la originalidad que se nos admite, sin reservas, en la literatura, se nos niega, con toda clase de suspicacias, en nuestras tentativas difíciles de cambio social?”; empero, la elección del traje blanco de lino, rompe con lo cotidiano dentro del propio contexto y a su vez es el símbolo que se exige, una muestra de respeto ante la propia ceremonia.
A todo esto, ¿qué sentido empieza a tener y significar que una ministra lleve tenis? ¿Qué supone esto para el poder? ¿Qué significado está ofreciendo en el ámbito social y político? Todo orden establecido dentro de la leyes que nos rigen, merecen nuestro respeto así estemos en desacuerdo. Irrumpir con las normas que permiten el propio funcionar jurídico representa quizás el colapso de la unidad. Solo entonces, cuando queremos liberarnos de todas las opresiones que nos asfixian, necesitamos recrear nuevos mitos fundacionales para darnos sentido en comunidad. ¿Acaso la irreverencia estética no es un mensaje claro y directo para la nueva construcción de identidades desde otros referentes y otros cánones? García Márquez lo hizo, y quizás Vélez Torres puede llegar a hacerlo. En aquellos performances cotidianos expresamos la relación con el mundo y al mismo tiempo llegamos a producir significativamente códigos nuevos que podrían ser reconocidos. La manera de llevar un cuerpo, la forma de presentarlo, eso que se percibe como espontáneo juega entre la objetividad y la interacción desde la subjetividad del sujeto que, inevitablemente, crea o activa una forma de apropiación. Sin embargo, como lo dice Itziar Ziga en las páginas de Devenir Perra “no creo que nadie recree su identidad o perfore su género sin cortocircuitos, sin extravíos, sin miedos, sin renuncias”. Por ende, parece necesario comprender aquellos entrecruzamientos significativos si queremos crear un nuevo relato a partir de los signos distintivos y juegos de afirmaciones que se materializan en lo cotidiano.
Fotografía por Christian Martínez @fotografiacris
Podría entonces invitar a la ministra Vélez a seguir usando los tenis blancos entre orgullo y comodidad, para así maquinar otras formas posibles de política donde se exigen nuevos sentidos estéticos, formas y lenguajes; empero, ella parece saber muy bien de lo que estamos hablando, lo demostró el mismo día cuando dio su voto de confianza, mediante juramento, tras asumir su nuevo cargo al usar sus Adidas blancos acompañados de un elegante traje negro de dos piezas; también, en su encuentro con la alcaldesa de Bogotá, donde la ministra llevó aquellos tenis que generaron controversia una semana después. Claro, en aquellos momentos el foco mediático era otro.
Quizás, unos simples tenis, nos ayuden a pensarnos desde la diferencia entre aquellos códigos superficiales que pueden componer nuevos sentidos estéticos que nos desintoxiquen de los dramas productivistas y del concepto naturalizado de progreso que hoy ya empieza a pesarnos y sí o sí debemos repensar.
Referencias
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BARRETO, J. (del 28 al 30 de octubre del 2004). Mesa redonda: nación, multiculturalismo y construcción de ciudadanía, una perspectiva de género. En Ministerio de Cultura, Mujer, nación, identidad y ciudadanía: siglos XIX y XX. Simposio llevado a cabo en la IX Cátedra Anual de Historia Ernesto Restrepo Tirado, Bogotá, Colombia.
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ZIGA, I. (2009). Devenir perra. Editorial Melusina, S.L. España.
Por: Ángeles Carmona Barón
Su formación profesional como Creativa Publicitaria y Diseñadora de Moda se ha complementado con la práctica ininterrumpida de la escritura creativa, el dibujo, la fotografía y la danza contemporánea. Es Docente en LCI Bogotá, tiene su propio restaurante vegano/vegetariano llamado Quinua y Amaranto y, se encuentra desarrollando un Máster en Filosofía.
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