La bandera de arcoíris se ha convertido en el símbolo más importante para la comunidad LGBT actualmente, representado con sus siete colores elementos como la sexualidad, la vida, la salud, la naturaleza, entre otros. Pero en el momento de su creación, el diseñador Gilbert Baker, nunca llegó a imaginarse, que esa bandera se convertiría en el emblema internacional de la lucha de esa gran comunidad.
Antes de ser diseñador, Gilbert Baker sirvió en el ejército estadounidense entre 1970 y 1972. Después de llegar a San Francisco, empezó a estudiar costura por su cuenta e inició su carrera como diseñador dedicándose inicialmente a diseñar pancartas en rechazo a la guerra y a favor de los derechos de los homosexuales.
Ya en 1979, Baker inició su trabajo en la Paramount Flag Company, en donde diseñaba avisos publicitarios para varios políticos de California. Fue un gran amigo de Harvey Milk, un político abiertamente homosexual, y gracias a él empezó su trabajo como activista LGBT cuando, a petición de Milk, empieza a diseñar un símbolo para el Movimiento Gay. Así nació la famosa bandera de arcoíris, la cual fue ondeada por primera vez el 25 de junio de 1978 en frente a la Plaza de las Naciones Unidas en Nueva York.
Gracias a esto, políticos muy importantes de Estados Unidos y del mundo le encargó, durante toda su carrera, la confección de banderas para sus campañas políticas o sus partidos, convirtiendo a Baker como el mejor en su campo.
En 1994, se traslada a Nueva York y diseña la bandera LGBT más grande del mundo para conmemorar el 20 aniversario de los disturbios de Stonewall, el sitio más popular entre la comunidad gay, que sirvió de escenario para sincerar el trato de las autoridades hacia esa comunidad. Pero en 2003 rompió su propio récord con una bandera de dos kilómetros que abarcó desde el Golfo de México hasta el Océano Atlántico.
En el 2012, sufrió un accidente cerebro vascular que lo inmovilizó, sin embargo, no se dio por vencido y siguió en el trabajo: cosía lentejuelas a mano para diferentes trajes, lo cual le permitió recuperar su habilidad para la costura. Pero perdió su batalla cuando falleció, mientras dormía, en su casa de Nueva York, en el 2017.