Nacido en Los Angeles, California, James Turrell es un artista que lleva más de medio siglo construyendo ambientes en los que trabaja la luz y el espacio con el objetivo de desdibujar los límites de la percepción humana. Su producción no tiene como objeto central la luz, sino que ésta es lo que la define, pues su fuerte presencia logra que el espectador tenga una experiencia sensorial una vez se enfrenta a la obra. Durante su larga trayectoria artística, Turrell ha concebido piezas para espacios específicos en América del Norte y del Sur, Europa, Asia y Australia. Sin embargo, es reconocido principalmente por uno de sus trabajos más interesantes, las intervenciones que ha desarrollado en el cráter de Roden desde el año 1972.
Situado en el Desierto Pintado de Arizona, el cráter de Roden es un volcán cilíndrico que adorna el paisaje desértico, y, por su forma, guía la mirada de los visitantes hacia el cielo. Las intervenciones que Turrell le ha realizado a este escenario natural lo han convertido en una pieza de arte viva, llena de túneles, pasadizos y cámaras en las que se puede ingresar, al mismo tiempo que de una serie de aperturas que dejan ver el firmamento desde adentro y alrededor de la superficie del cráter. Para el espectador resulta toda una experiencia adentrarse y recorrer cada uno de los espacios que el artista ha creado en el volcán, pues en estos se puede medir el paso del tiempo con base en el movimiento de las estrellas y los planetas; percibir la luz de acuerdo con la disposición del cuerpo de aquél que la contempla y observar el comportamiento del cielo durante el transcurso del día.
Los escenarios que se encuentran dentro del cráter parecen salidos de una pintura surrealista, pues allí no existen los horizontes y no queda claro dónde termina el espacio concreto y dónde empieza el firmamento. Esta misma confusión se presenta cuando se observa el cráter desde afuera y se procede a ingresar, ya que aunque los cambios que Turrell ha realizado no han modificado la apariencia del volcán, su interior se ha ido convirtiendo poco a poco en un espacio onírico. Con esta pieza, el artista logra reunir las cualidades de la luz, el paisaje y los cambios del cielo en un solo espacio y los contiene en el tiempo, tiempo que le pertenece al espectador pero que también queda congelado en el cráter; sólo allí es posible construir otra percepción del universo, ligada al entendimiento de cada observador y su relación con el espacio y la naturaleza.!
Links de interés: James Turrell