¿Qué significa ser cuidador de una persona en condición de discapacidad, víctima del conflicto o desplazado, pertenecer a estratos 1 y 2, y vivir en una ciudad tan caótica como Bogotá o en una región rural de Colombia? Esta es la pregunta que atraviesa la exhibición Invisibles de Andrés Millán y Antonio Castañeda, abierta hasta el 25 de abril en el Centro Empresarial Kennedy.
La investigación de ambos artistas se centró en observar la vida de los cuidadores que velan por el bienestar de la persona discapacitada, pero que, en la mayoría de los casos, se vuelven entes invisibles. Con base en esta premisa, la muestra se compone de una serie de fotografías que enfrentan al espectador con el rol que el cuidador debe desempeñar a diario, dependiendo de la persona que tiene bajo su cuidado. Cada una de las imágenes se enfoca en mostrar sus vidas y plantea una reflexión en torno a la indiferencia social que se vive en Colombia. Fenómenos como el desplazamiento y la violencia han aumentado la pobreza tanto en las zonas rurales como en las capitales, lugares a los que llegan las víctimas directas del conflicto, por lo cual valdría la pena preguntarse si esta problemática también ha aumentado la consciencia de las personas que tienen en sus manos la posibilidad de construir un cambio. Esto es precisamente lo que este proyecto busca, señalar y denunciar las condiciones de vida de algunos colombianos desfavorecidos por el sistema, con el objetivo de evidenciar el aporte, que, con sus habilidades, le pueden hacer a una sociedad que todavía se está construyendo.
Como resultado de este crudo ejercicio, se encuentra que no sólo las personas discapacitadas tienen limitaciones sino también aquellos que conviven con ellas; éstas pueden no ser físicas, pero sin duda son sociales. Las construcciones familiares y culturales a menudo llevan a las personas a rechazar aquello que no se conoce, lo cual sólo alimenta y abre la brecha entre lo que se piensa justo y lo que no lo es. La indiferencia, entonces, se convierte en un virus que se propaga rápidamente y en silencio, lo cual afecta nuestro contexto social inmediato y vuelve invisibles a estas personas, quiénes, contrariamente, trabajan por el bien de otros menos favorecidos. Como bien lo expresan Millán y Castañeda, su trabajo no pretende cambiar el mundo, sino generar un proceso de memoria para que de esta manera el espectador se convierta en un testigo de la situación y se vuelva consciente de que es necesario establecer diálogos más inclusivos frente a la adversidad.
Las fotografías presentadas por Millán y Castañeda, con encuadres simétricos y una nitidez impresionante, atraen al espectador hacia una serie de imágenes en las que, en algunos casos, se debe buscar quién es el discapacitado y quién el cuidador. Del mismo modo, cada una presenta detalles sobre su entorno inmediato que le permiten al público construir sus historias, lo que convierte al observador en un participante más de la escena. De una forma literal, y desde el concepto del proyecto, el espectador es incluido en la fotografía con el fin de que participe de ella y adquiera consciencia frente a la situación de las personas cuya vida está viendo. ¿Puede este ser un primer paso para entender que no se necesita estar en los zapatos del otro para simpatizar con su condición y tomar la decisión de llevar a cabo un cambio?
Dónde: Centro Empresarial Kennedy
Carrera 68 # 30 – 15 Sur
Hasta: 25 de abril
Links de interés: Andrés Millán