Su origen se remonta a la ciudad de Bogotá, Colombia, donde es adoptado a los nueve meses por una pareja francesa, convirtiéndose en el quinto miembro de una familia de cinco hermanos, entre ellos un coreano y una vietnamita. “La gente siempre me pregunta sobre la adopción y yo me niego a contestar, porque para mí es algo sagrado. No puedes resumir en una cuantas frases la generosidad de mis padres, la oportunidad que nos dieron a mí y a mis hermanos…nos brindaron muchísima libertad”, comenta Ackermann. Su familia se instaló en los Países Bajos después de haber vivido una vida migratoria, principalmente en África, como resultado de la carrera de su padre como cartógrafo de Amnistía Internacional. Al terminar sus estudios en Holanda decidió mudarse a Antwerp para inscribirse en la Royal Academy of Fine Arts, un centro vanguardista que cuenta a Ann Demeulemeester y Dries Van Noten entre sus alumnos. “I didn’t know if fashion would be my future, but I knew I had to try,” dice Ackerman. Se mantenía así mismo trabajando en el club nocturno Café d’Anvers como camarero y ayudante de lavado. Luego de tres años fue expulsado de la Royal Academy porque según las autoridades académicas “no podía terminar sus colecciones”. Más tarde Raf Simons, uno de sus mayores soportes, declaró que “si él tuviera que hacer cinco piezas, él solo haría tres. Pero serían las mejores.”[/td_text_with_title][td_text_with_title custom_title=»MANIFESTO» header_text_color=»#ffffff» header_color=»#000000″ image_pos=»img_first»]
Muchos de los elementos que utiliza tienen que ver con la noción de viaje, las ansiedades y las libertades que vienen con la experiencia de moverse entre diferentes culturas y de ser un extraño en tierras extrañas. Todas las fuentes de inspiración comparten un subtexto, un lugar, una película, un color. “Amo cualquier cosa que me permita experimentar lo que los franceses llaman errance” dice. “Creo que no existe una palabra equivalente en inglés, pero es algo como errante o perdido, tal vez escapando a un lugar poco familiar o solo soñando.”Para Ackermann una prenda no es solo un bello objeto que alguien viste. Él une sus creaciones con el lujo del tiempo, relacionado a su vez con el lujo del amor y del vivir. Él cree que para generar cosas buenas se necesita tiempo, pero no tiempo en la construcción o de trabajo en la tela, tiene que ver más con una actitud. Aquella que se aplica en la vida; el tiempo de ser amado, por ejemplo. “Realmente creo que el tiempo es un lujo, porque no nos tomamos tiempo, especialmente en el mundo de la moda. No le pides a un escritor escribir 10 libros en un año. No le pides a un cineasta filmar 6 películas en un año. Es muy estresante llegar a tales extremos donde tienes una pre-colección, una colección…¿Cuánto puedes extraer de una persona?”, dice Ackermann. Pero los diseñadores deben producir una colección tras otra, tienen que hacerlo para seguir allí; para dar un paso al costado, ausentarse, perderse y luego encontrarse de nuevo. Las creaciones de Ackermann hablan sobre sus sentimientos, realiza en ellas una catarsis sobre su vida. “No puedo ni quiero definir lo que hago; prefiero dejarlo inconcluso para que las personas lo interpreten como se sientan.” Parece que la topografía que su padre representaba en detalle en sus cartografías hace presencia amorosa y constante en los diseños de Haider Ackermann. Sus trajes se deslizan por el cuerpo como arenas de dunas que acarician la piel, sus tejidos evocan la fluidez de las corrientes de agua fáciles de manipular como si fueran de arcilla. Apliques de cuero que ciñen la cintura que se envuelven sobre sí mismos como elementos de campo. Ese lenguaje de contrastes es lo que hace de Ackermann un diseñador único en su clase.[/td_text_with_title][td_text_with_title custom_title=»TERRITORIOS FÍSICOS» header_text_color=»#ffffff» header_color=»#000000″ image_pos=»img_first»]
Nacido en Colombia, adoptado por padres franceses, criado en África y Medio oriente, y educado en Antwerp. Hombre de muchas facetas impulsadas por sus múltiples viajes, de niño sus padres siempre le reafirmaron que la amistad era el mayor lujo que alguien podía poseer. “Fue una cosa tan hermosa la que me dijeron. Cuando viajas y recorres el mundo como lo hago yo, no perteneces a ningún lado excepto al lado de tu familia y amigos. Todos provenimos de distintos sitios, pero mis amigos siempre están ahí para mí, en mis cumpleaños, en mis shows”, dice Ackermann. Pero esta vida nómada fue la que le fomentó la habilidad de encajar en cualquier lado. Lo mismo que ocurre con sus diseños, prendas que se amoldan a un tiempo y lugar distinto. “Cuando decidí convertirme en diseñador me encontraba en la búsqueda de algo: belleza. Mi padre trabajaba para la Amnistía Internacional y necesitamos más personas como él, pero también necesitamos personas que busquen belleza”. Esta belleza aparece como recuerdos de su querida África, un sueño que se desvanece pero que siempre se encuentra presente. Que simplemente es parte suya y de sus referencias. Y consiente o inconscientemente cuando dibuja estas imágenes se aclaran y vuelven a él.[/td_text_with_title]
Desde su debut en 2002 ha generado un grupo de devotos seguidores entre ellos intelectuales, hipsters y actrices. Pero con el transcurso de los últimos años el mundo de la moda se ha interesado cada vez más en él. Es fácil ver por qué tantas personas se están convirtiendo repentinamente en devotas de Ackermann. Alargadas siluetas escultóricas, drapeados y pliegues, tejidos y colores parecen cobrar vida cuando se usan y ponen en movimiento. Su impecable y su meticulosa construcción juegan con la noción de la moda de vestirse y desvestirse como forma de arte, de armadura y revelación. Una sensualidad innegable que te mantiene en vilo hasta el final.“Existe una necesidad por la sensualidad y la belleza hoy en día, en cambio de agresión y sexualidad; busco un lujo que sea négligé, que pueda ser rico, pero que no se vea rico,” cuenta Ackermann. La mayoría de las veces, los grandes momentos de la moda son en relación a una imagen, un color o una silueta poderosa y sorprendente que cautiva nuestra atención, que es llamativa y memorable. En otras ocasiones es difícil describir por qué nos sentimos atraídos hacia el trabajo de algún diseñador, pues ha creado prendas que no se pueden definir por una primera impresión. Haider Ackermann es uno de esos diseñadores cuyo trabajo necesita tiempo para digerir. Se trata de colecciones que no son sobre temas novedosos que serán fácilmente reconocibles en los próximos años. Dudo que todo el mundo dentro de diez años pueda ser capaz de decir con certeza que prenda pertenecía a que estación exacta. Las colecciones de temporada aparecen más como una instantánea de donde el proceso es lo importante. “Quiero que el espectador sea acariciado por la moda, que esta sea lenta, que casi se mantenga quieta”.[/td_text_with_title][td_text_with_title custom_title=»OBRA» header_text_color=»#ffffff» header_color=»#000000″ image_pos=»img_first»]
Si bien las colecciones de Ackermann se encuentran influenciadas por sus múltiples viajes, esto nunca es utilizado de forma obvia. Es un diseñador que prefiere la poesía y la sugestión para crear historias. La sensualidad aparece como punto focal de muchas de sus colecciones, “es el gesto y la actitud de la persona lo que convierte en seductores a los diseños”, asegura Ackermann. “La ropa está en segundo término. ¿Sabes cómo es cuando caminas por una calle, muy estrecha, y una mujer pasa como un fantasma? La tela que se roza, el tintineo de las joyas: es todo tan misterioso. A veces descubres un detalle o se asoma un pedazo de la rodilla. Es muy bonito y muy, muy sensual al mismo tiempo”. Hacedor de piezas con misterio, elegantes siluetas donde en la curva de la espalda, el plisado o el giro del cuello podemos ver el toque de un verdadero modisto. Posee esa capacidad muy contemporánea de combinar a la perfección su propia mezcla entre la alta costura y la familiaridad con la cultura para crear el tipo de ropa que se ajuste entre los armarios de mujeres con diferentes etiquetas. Actrices como Penélope Cruz y Tilda Swinton se convirtieron en los mejores maniquíes para exhibir sus creaciones; al igual que Victoria Beckham y Janeth Jackson. Pero el hecho de que su obra se preste a diferentes contextos es quizás lo que ha generado los rumores impulsados por los molinos de la moda con el nombre Ackermann como sucesor de casas como Chanel, Margiela y Givenchy. Sus comienzos no fueron tan fáciles y en muchas oportunidades su madre era su única aliada. En 1998 fue interno de John Galliano; “era el mejor estudiante que existía, no tenía dinero ni lugar donde vivir por lo que dormía en la calle e iba a trabajar”, comenta Ackermann. En marzo de 2002 impulsado por su madre quien le dice ”¿por qué no realizas un show?, no tienes nada que perder”, así que realizó su debut en el Petit Palais. Más tarde en 2004 recibiría el Swiss Textiles Award, y en 2006 encontraría en el inversor belga Anne Chapelle la oportunidad de expandir su diseño.[/td_text_with_title][td_text_with_title custom_title=»REFERENTES» header_text_color=»#ffffff» header_color=»#000000″ image_pos=»img_first»]
En muchas ocasiones cuando le hablan a Ackermann de que lo inspira o de que referentes posee, sus amigos aparecen en lo más alto de la lista. En su mayoría mujeres, provenientes de distintos lugares, de una gran variedad de edades y viviendo vidas bastante distintas. Entre ellas la actriz Tilda Swinton que se ha convertido en sinónimo de estilo moderno; Louise Neri, directora de arte de la galería Gagosian en NY; la diseñadora de joyas Harumi Klossowska de Rola; Dina Haïdar, co-dueña de la tienda artesana parisina Liwan; Savanna Widell, agente de artistas en París y Alexandra Sandberg con quien ha trabajado en numerosos shows. La mujer se convierte así en una de sus mayores inspiraciones, inalcanzables y siempre en movimiento, con sus siluetas lánguidas y sus piernas infinitas parecen deambular en inmensos desiertos o ciudades abandonadas. La suya es moda de contrastes y de opuestos: a lo urbano y rudo se opone lo sofisticado y etéreo. Sus materiales diversos, se encuentran en las mismas prendas, como el cuero y el satín. La imagen de poetas románticos como Lord Byron es un referente que recuerda en sus creaciones. Como si fuera el guardarropa de su amante, las mujeres toman elementos prestados que, como la pijama o el albornoz, se han convertido en parte del vocabulario expresivo del diseñador.[/td_text_with_title]