La moda y el arte van de la mano. Concebir que estos dos campos puedan estar relacionados de una manera equilibrada e interesante parece ilógico y, para algunos, hasta irrespetuoso. Cuando pensamos en arte, creemos en algo abstracto, fuera de lo común, en algo que transmite un sinfín de ideas y sensaciones.
Sin embargo, cuando la moda se nos presenta, suponemos que todo acerca de ella tiene que ser literal, que carece de genialidad, de contexto, y que al final debe ser para todo el mundo. Aún así, para algunos diseñadores, irse por las ramas tradicionales de la moda no es una opción. Nikoline Liv Andersen comprendió esto y decidió hacer de su ropa un “diseño experimental”.
Los proyectos de Haute Couture (alta costura) de Nikoline Liv Andersen son intensos y nada simples. Cada uno de ellos representa un equilibrio entre diseño y moda con un toque de ambigüedad y realidad. Es imposible desviar la vista. Cada una de las prendas y la exposición que hace Liv Andersen tiene como objetivo sacudir la posición del espectador y replantear el concepto de moda a través de una incursión con el arte.
Esta inquietud, intensidad y amor por el arte que se ve en sus diseños es exaltada por la cantidad de materiales que usa. No tiene miedo en experimentar. Usa telas de todo tipo y de cualquier precio que al final, y si le apetece, puede rediseñarlas al echarles un poco de pintura. En la confección, no utiliza cortes simples, por el contrario, tanto la simetría como asimetría tienen espacio en su vestimenta donde no hay un limite de capas a la hora de armar la prenda.
La representación también es clave en sus diseños. Al utilizar diferentes materiales como paja, hilos sueltos o hasta algodón común, trata de transmitir en los objetos o prendas, algo que no son. Como pieles que parecen naturales pero que al final es una mezcla de algodón y paja pintadas a mano, o bombas desinfladas que simulan ser cuero. Al final, es una representación de la misma sociedad pero con elementos más divertidos.