Para poder hablar del trabajo de Adriana Marmorek que presenta LA Galería tendremos que bajar por las ramas por las que se nos iba la conversación que sostuvimos con ella y que por allá, rampantes como el barón de Italo Calvino, al mismo tiempo que despreocupados, nos mantenía. Irresponsables, bien podríamos quedarnos entre las ramas, pero bajamos de allí para escribir e invitarles a ver la muestra de su trabajo Ánima que se inauguró el jueves 6 de junio y que se prolongará durante un mes.
La conversación pronto se reveló indomable porque se negaba–afortunadamente–a machacar en el saco donde se guarda el léxico relacionado con lo erótico, la piel, la mujer, lo femenino, el objeto del deseo, etcétera, que hasta el momento no ha llegado más allá de ponerse la etiqueta liberalista del “hablar sin tapujos”, o la de “decir las cosas como son”. Porque, aunque la artista ha deseado siempre saber cómo se construye el deseo, en su obra se ha abierto camino el amor y resulta preciso abandonar la objetualidad del deseo; baste con saber que se desea (todos lo hacemos sin saber cómo) y que se ama (…) para sentir la necesidad de articular estos dos elementos.
Nos hicimos un ocho para definir si el deseo anima al amor o si es éste el que mueve a aquél; así que para pasar de lado la dificultad le preguntamos a Adriana si consideraba que el deseo y el amor son potencias positivas. Afirmó con seguridad. ¿Y… negativas? Esta inquietud, pronunciada, nos llevó de un salto a recorrer el montaje aún en construcción de la exposición. Mecanismos que son el vehículo a través del que se muestra el interés de la articulación entre amor y deseo; tuits con la palabra ‘amor’ se desgarran de manera autómata ante nuestros ojos; referencias a objetos que les hablaron a personas anónimas de un amor que ellos mismos fallaban al intentar contener. Una recreación visual de la historia de una mujer que salvaba, con fecha y hora, de los condones utilizados con su amante.
Marmorek, en un aviso clasificado que publicó en un periódico, propuso que le enviaran objetos como estos, sobrevivientes salvados de algún amorío vivido con alguien que ya no está y que tampoco sabe de estos sobrevivientes. Recibió historias pero nunca objetos. Porque son los objetos mismos los que escogen a quién le hablan de amor.
Como se puede adivinar, de manera muy perversa el amor nos resulta más problemático que el deseo. Se ama con pruebas de amor.
Del amor se puede decir que es una potencia a la que tiene que saber hacerse absoluta, de la cual no podemos hacer más que la experiencia mediocre que de ella hacemos porque solamente conocemos el aspecto suyo que aún llamamos amor; pero es el mismo amor la potencia a cuyo otro aspecto nos equivocamos al no llamar amor, y esto es algo que parece insinuarse al pararse un rato frente a una de las instalaciones de Marmorek hecha con escamas de hierro y esferas magnetizadas, la que nos llamó cuando preguntamos si el amor y el deseo no serán, además, potencias negativas. Algo fragilísimo y, al mismo tiempo, poderosísimo.
Adriana Marmorek es una artista visual que siguió los signos de su vocación cuando su desarrollo profesional ya tenía suficiente aire en otros ámbitos. Desde sus inicios en la producción artística obtuvo el reconocimiento de exponer sus trabajos en diferentes ciudades de Colombia y del extranjero. Reforzó su formación al cursar la Maestría en Artes Plásticas de la Universidad Nacional de Colombia, evento que cumplió un papel definitivo en el curso y la naturaleza de sus indagaciones sobre conceptos como el de deseo y amor. Su obra se ha expuesto en Quito, Nueva York, Miami, Buenos Aires y Bruselas, entre otras ciudades.
ÁNIMA
Adriana Marmorek
LA galería
Calle 77 N. 12-03
6 de junio a 13 de julio de 2013