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CUARTO NORTE

En NC-arte Juan Carlos Delgado presenta su último proyecto. Tres obras concretas de carácter escultórico se articulan dentro de este espacio para invitar al espectador a generar múltiples reflexiones, lecturas que provengan de su experiencia en el pasado, de su experiencia con la obra y de su conocimiento artístico.

El visitante tiene esa libertad de asociación pues fue precisamente de esa manera como Juan Carlos Delgado llegó al resultado que se ve hoy en la galería; procesos infinitos de encontrar referentes –pues aún hoy, cuando ya están terminadas las piezas siguen surgiendo–, de dar vía libre a la mente para que recuerde lo que desee recordar, hicieron que la obra no le impusiera lecturas ni a quien la creó, ni a quien la observa.

“En esta pieza hay varios comentarios. Me gusta no tener una lectura cerrada de los objetos. A mí me interesa que las piezas hablen primero solas, y después tengan diferentes niveles de lectura.” Cuenta Delgado.

Toca puntos de vista que van desde la mirada del arte clásico de la constitución de la figuración, hasta la memoria personal de cada individuo.

En cuanto al comentario a la historia del arte, Delgado comprende primero los métodos tradicionales para generar figura en escultura y después los invierte: Si el clásico sacaba las formas y los detalles de los bloques, en esta pieza se pasa del orden al caos. El hielo sale de la piel para eliminar las facciones, para hacerlas más burdas, menos delicadas, envejece el rostro y su color blancuzco lleva al recuerdo del blanco mármol de las esculturas renacentistas. “Todo lo que el artista o el artesano se esmeró en construir y en pulir, empieza a irse hacia atrás. Aquí yo voy del detalle a la mancha, mientras que tradicionalmente se va de la mancha al detalle.”

De repente, la obra se empieza a conectar con otros temas menos artísticos y más personales: alude a la manera en que los recuerdos van perdiendo nitidez con el paso del tiempo, haciendo que lo que uno guarda en la memoria sea ya lejano a lo que el suceso, el objeto o la persona recordada fueron en la realidad.

Juan Carlos Delgado reconoce también que hay una conexión entre su obra y el invierno, que encuentra interesante pues habla de la hibernación. En una referencia al romanticismo alemán, comenta la posibilidad de ver y de producir un paisaje que represente un estado de ánimo, y no por la belleza del paisaje en sí mismo.

El invierno supone un recogimiento y un estado de quietud. Entonces llega la siguiente pieza, y aquí, además del recogimiento y la quietud, el encierro también se hace patente.

Su nombre “Cuarto Norte” es el mismo del ala psiquiátrica del Hospital Militar, lugar con el cual el artista se conecta con una experiencia personal que no merece ser explicada.

En ese lugar encierran a las personas en habitaciones con ventanas cerradas con barrotes y mallas. Una vez se atraviesa la puerta de entrada a esas habitaciones, el contacto con el mundo desaparece no sólo mental sino físicamente.

Esta reja habla de esos encierros; de la comunicación torpe entre las personas tanto en el terreno psicológico-social, como en el artístico (el bloqueo presente entre el artista y la obra, y entre la obra y el espectador).

Luego de lo conceptual, empiezan a ocurrir cosas incontroladas que son plásticamente interesantes: “se generan unos paisajes chiquitos que son para mí un goce estético. Me gusta todo lo que empieza a suceder ahí; se van creando capas, a veces el hielo trata de armarse y no lo logra, a veces no se vuelve escarcha sino bloque de hielo, etc. Para mí es una analogía de cómo la mente trata de crear un montón de cosas, y a veces todo es un esfuerzo fallido”.

Finalmente, en un espacio aparte, en el segundo piso de la galería, hay un trabajo que hace un contrapunto a las obras del primer piso. En vez de hacer experiencia con el hielo, lo hace con el fuego. “Si bien es muy básico, quiero plantear que  después de lo frío siempre hay una salida (una solución que puede ser salud, estabilidad o incluso muerte) No es posible quedarse bloqueado en un punto. Los procesos siempre fluyen”.

Esta exposición contiene obras infinitamente experenciales. Al entrar a la sala se siente un frío helado y se enfrenta uno con objetos que el hielo se come, replicando sus formas aunque torpemente. La figura de hielo es fiel a la original, pero burda, sin detalle y un tanto tenebrosa.

Después de un tiempo en contacto con estas obras, pasar a la segunda y última etapa de la exposición brinda un contraste de sensaciones claro, y el mensaje de Delgado, que fue transmitido a través de los sentidos, llega sin interrupciones.

 

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