“No estoy diciendo que es estupendo cometer errores, pero la posibilidad de que las cosas salgan mal es interesante.” Eric Owen Moss
Escrito por: Juan Ricardo Rincón
Fotografía: Eric Owen Moss – Juan Pablo Valencia (Retrato)
Tema del artículo: Entrevista con el arquitecto Eric Owen Moss
Links de Interés: www.ericowenmoss.com
Exclama revolvió las entrañas de Culver City en Los Ángeles, y encontró a un personaje que para muchos no necesita presentación. Eric Owen Moss nos abrió las puertas de su estudio una mañana típica de sol, sin embargo no contábamos con la tempestad que producirían sus palabras. Moss es un personaje que tiene claridad absoluta en sus convicciones arquitectónicas y una manera ácida y aguda de interpretar la actualidad arquitectónica y la del mundo mismo.
Graduado en artes de la universidad de UCLA en Los Ángeles, y posteriormente como maestro en las universidades de Berkley y Harvard en California y Boston respectivamente, a sus 68 años, lleva más de 30 asustando el curso del debate arquitectónico mundial. Así, ha sido merecedor de la medalla de oro de la AIA en 1998 y de decenas de premios más.
En la actualidad es la cabeza de la firma Eric Owen Moss Architects; pasa los días desarrollando proyectos en Los Ángeles, y alrededor del mundo. Igualmente ha sido profesor de las universidades de Yale y Harvard. Actualmente es el director de SCI–Arc en Los Ángeles –Southern Califonia Instute of Architecture–, una universidad que está dando tanto de qué hablar cómo el mismo Moss.
Que SCI-Arc se haya decidido por un arquitecto tan particular como Owen Moss no es mayor sorpresa, como tampoco lo es, que hoy por hoy los graduados de SCI-Arc lideren en gran parte el panorama arquitectónico actual.
Eric Owen Moss, es ante todo un agitador de masas; grita, cuando los demás arquitectos se encuentran plácidamente en sus propias comodidades. Esto, el lo sabe, y sabe hacerlo muy bien.
Juan Ricardo: ¿Cómo cree usted que el discurso arquitectónico está evolucionando en un momento en el que todos los resultados parecen ser tan similares?
EOM.: Para tener la capacidad de ver hacia dónde se dirige la discusión, hay que entender qué se ha hecho y cómo se ha hecho. Hace un tiempo hicimos un proyecto en vidrio para la filarmónica de Los Ángeles. Hasta donde yo sé, esto jamás se había realizado y nos dijeron lo que siempre nos han dicho: “eso no se puede hacer, se va a quebrar, los van a demandar, etc.” Finalmente, se hizo. Lo que es interesante es que la compañía que lo hizo ahora tiene la obra en un catálogo que venden al público. Ahora, si alguien realiza ese proyecto hoy, va a ser diferente a cuando nosotros lo hicimos. Es como decir que Richard Meier hace a Le Corbusier mejor que el mismo Le Corbusier… ¡puede que sí!, pero no es lo mismo; hay aspectos temporales, que no se pueden ignorar, que afectan la formulación y las ideas.
Juan Ricardo: ¿Usted considera que la proyección de la arquitectura, a medida que aparecen nuevas tecnologías, depende cada vez más de las herramientas técnicas?
EOM.: La arquitectura pertenece a las herramientas que hacen la arquitectura misma; cuando sólo se tenía regla, escuadra y escala, la arquitectura tenía un resultado particular. Hoy en día, las tecnologías son otras y ¡nuevamente nos encontramos con que el contenido del trabajo le pertenece en gran medida a las herramientas!
Cuando comenzamos, nos interesábamos en hacer cosas que no sólo fueran producto de las herramientas que utilizábamos; tratábamos de investigar o adaptar las herramientas, en vez de sólo abusar de estas. Al final, es claro que las discusiones que mueven la arquitectura involucran a personas que pueden ver estas herramientas de una manera crítica para encontrar una voz diferente. De otra manera, todo tiende a homogeneizarse.
Juan Ricardo: Hablemos de Latinoamérica. Es fácil encontrar arquitectos muy jóvenes que siguen replicando edificios que eran valorados de maneras distintas en otros períodos de la arquitectura, como el movimiento moderno, por ejemplo. ¿Cómo explicaría esto?
EOM.: Cuando se habla de arquitectura radical o innovadora, hay que tener cuidado porque lo que usted puede estar haciendo no es necesariamente radical –es la imagen de algo radical, lo cual no significa que sea radical–. La imagen de lo radical es radical cuando es excepcional, porque no se ha hecho antes o porque la gente dijo que no se podía hacer.
Venturi es un ejemplo de esto: él intentó que la arquitectura hiciera algo que no estaba en la capacidad de hacer. ¡Él pensó de manera diferente! En retrospectiva, Venturi comenzó, de alguna manera, a desmontar la arquitectura moderna. Con esto no quiero decir que la arquitectura moderna no tenía nada que decir. La arquitectura moderna fue interesante alrededor 1919, cuando no se sabía realmente qué era, en una etapa muy temprana. Lo interesante era eso, que era una etapa de infancia: los arquitectos trabajaban en algo realmente diferente de lo que los había precedido. Este trabajo (señala una casa brasileña contemporánea) no es novedoso en lo absoluto, es tan solo una decisión de estilo. Pienso que muchos de los trabajos no están sólo en función del ¿Qué es?, sino más de: lo que es, en el momento que está.
Juan Ricardo: Culver City es impactante para cualquiera que la visita por primera vez. Cuéntenos acerca de la experiencia de articular esta parte de Los Ángeles con su trabajo.
EOM.: Lo realmente interesante no es solo mirar los proyectos construídos, sino los que no fueron construidos: si usted junta todo esto, podría terminar con un diccionario de arquitectura contemporánea.
No me interesa la creación de un estilo arquitectónico particular, sino haber unido piezas diferentes que reaccionaron de manera distinta para llegar a una posible conclusión, o para seguir tratando de llegar a una. Algunos proyectos que comenzamos a construir, no estamos completamente seguros de cómo los vamos a desarrollar: encontramos las soluciones a medida que el proyecto avanza. Esto es posible solo en ciertos proyectos porque entre más grandes sean los proyectos, más conservadores tienden a ser. Algunos proyectos relacionados a marcas comerciales no están dispuestos a tomar ningún tipo de riesgos.
Juan Ricardo: ¿En últimas podría afirmar que cuando los proyectos no se controlan completamente desde el principio terminan dando paso libre a la experimentación?
EOM.: La clave de la experimentación es que puede fallar: esto es completamente opuesto al propósito del edificio, que definitivamente ¡no puede fallar!. No estoy diciendo que es estupendo cometer errores, pero la posibilidad de que las cosas salgan mal es interesante. Creo en la insatisfacción: en este sentido, la experimentación viene de la opinión personal de cómo son las cosas, y no de la forma preestablecida en que las aprendimos. Cuando se llega a este punto, se avecinan algunos problemas, pero también éxitos. Hay que poder sentirse cómodo con la incómodidad.
Juan Ricardo: Usted habló sobre “la competencia con uno mismo”. Entendiendo que cada proyecto tiene su propia complejidad, ¿hay alguna motivación o tema especulativo que se mantenga en sus proyectos?
EOM.: La insatisfacción es una constante en la mayoría de mis proyectos.
Cuando hicimos nuestro primer proyecto, una de las teorías que adoptamos fue la de Penélope –la esposa de Odysseus–: Durante el tiempo en que Odysseus salía por Troya, Penelope tejía durante el día y desbarataba en la noche lo que había hecho. Lo que nos gustaba de esta idea era el hecho de armar y luego desarmar: creer en algo, argumentarlo, insistir en él… y luego ser lo suficientemente escéptico para destruirlo. Armar – desarmar, la teoría arquitectónica de Penélope es la más relevante para mí.
Juan Ricardo: Hablemos de Los Ángeles. La inmensidad de esta ciudad y su crecimiento desmedido hacen pensar en lugares como México D.F o incluso Bogotá. Lo curioso es que tanto México D.F como Bogotá hacen parte de países “en desarrollo”, mientras que Los Ángeles es el centro de una economía desarrollada. ¿De qué manera cree usted que logran enlazarce estas realidades tan distintas?
EOM.: Los Ángeles es una ciudad en vía de desarrollo, simplemente se niega a admitirlo! Es una ciudad que aparenta ser ciudad, pero en realidad es la unión de varias piezas. Los Ángeles es en muchos sentidos una ciudad adolescente, y la adolescencia no puede tener connotaciones de valor; las decisiones de los adolescentes no son necesariamente negativas, pero al mismo tiempo no tienen durabilidad a largo plazo. En Los Ángeles se salta mucho de un tema a otro. Por ejemplo, nosotros ganamos la competencia Los Angeles 2016 organizada por History Channel, la cual era importante porque también hubo una para Chicago y una para Nueva York. Sin embargo, dos semanas después, todo se había olvidado y la gente quería saber qué más iba a pasar. Esto hace muy difícil estructurar bien la ciudad, y de cualquier manera, Los Ángeles ni siquiera es una ciudad en el sentido organizativo. Siento que, en Los Ángeles, uno siempre está contectando los no-lugares con la nada, o la nada con la nada misma.
Juan Ricardo: ¿Cómo ha influenciado esto su trabajo?
EOM.: Paradójicamente, Los Ángeles es un gran lugar para hablar de arquitectura, ya que hay todo tipo de posibilidades, muchas de las cuales nunca serán realizadas. Uno puede seguir hablando una y otra vez sobre lo que puede suceder porque siempre va a ser hipotético (risas) siempre en algún punto indefinido en el futuro.
En un sentido, se trata de una ciudad un tanto anarquista, y todas estas inconsistencias le dejan muchas oportunidades a la gente joven graduándose de universidades como SCI-Arc, por ejemplo.
Para una ciudad como Los Ángeles, sus desventajas se convierten en su propio atractivo. Y el hecho es que hay tantos problemas y cuestiones por resolver, que la gente tiene un amplio campo para especular y encontrar respuestas.
Juan Ricardo: Alguna vez hablé con un estudiante de SCI-Arc que me dijo algo interesante sobre Los Ángeles: en Estados Unidos, California es la bella y Los Ángeles la bestia. ¿Qué puede decir sobre esto?
EOM.: No estoy seguro de que la bella sea la virtud y la bestia lo negativo, o al contrario. Esto me lleva a pensar en la relación entre Batman y el Guasón: para mí, el Guasón es mucho más interesante que Batman. El Guasón podría ser Los Ángeles en el sentido en que él nunca tuvo un plan, es sólo un travieso y ya (risas), así que en su instinto está el diseñar diferentes estrategias. Por otro lado, Batman es más predecible porque tiene que ceñirse a los planes ¡así que es difícil para él comprender a un tipo que no piensa de esa manera!
Me gusta el relativismo de operar en un contexto donde muchas posiciones son posibles. Para mí, entre más uno se queda en un sólo lugar, menos alcanza a entender.
Juan Ricardo: ¿Cree que la arquitectura recibe la atención que merece por parte de la sociedad?
EOM.: En su época, Goya pintaba murales y consumía drogas. Y a nadie parecía importarle. Moby Dick fue publicada 50 años después de que Melville muriera, y Joyce visitó 20 editoriales antes de conseguir cualquier cosa.
No creo que uno pueda redirigir la atención del mundo. Por ejemplo, la Ópera de Sidney o el Gugeenheim de Bilbao son proyectos que han recibido mucha atención, pero no estoy seguro de las razones por las cuales nosotros los encontramos excepcionales.
Creo que, si tu arquitectura necesita mucha atención, ese también es el tipo de atención que se le da a Madonna una semana y a Lady Gaga la siguiente. La atención viene y va.